17-¿Sin La Clave?

402 34 5
                                    

-¿Resucitarlo? ¿Estás loco? -bufó Isabelle, agitando sus manos frente a Magnus, haciendo sonar sus pulseras.

-Escúchalo Izzy, es la única solución lógica...-dijo Alec, atrayendo a Isabelle al sofá, y haciendo razonar a su hermana.

-Eso es correcto...- agregó Hodge, señalando el dibujo del antiquísimo libro-... ¿Alguien más cree que ese joven de allí es demasiado parecido a Sebastián?

Efectivamente, al acercarse a la imagen, podía notarse el parecido con el muchacho Morgenstern.

Pero algo no encajaba.

-Se parece bastante, pero Sebastián era más... frío- dijo Clary, observando con detenimiento la hoja.

-¿Es que ahora el dibujo tiene temperatura? -masculló Jace. Ella lo fulminó con la mirada.

-Me refiero a que este dibujo es expresivo. El rostro de Sebastián en él está demasiado sereno. Hay algo que no anda bien.

-Pues...-dijo Magnus, sonriendo-... habrá que averiguarlo.

-Jia Penhallow. Tus malas decisiones han afectado a la entera hermandad de Cazadores de Sombras. La sucesión de eventos extraños e inexplicables se te cargan a ti...-estaba sentenciando la Sra. Sedgewick, en el momento en que Balogh se hizo presente en la sala.

-Creo que Jia Penhallow debe dejar de ser la Cónsul- anunció de pronto.

Todos le miraron, expectantes.

-¿Qué demonios te hace pensar eso? -dijo Maryse, soltando furia por cada poro.

-El incumplimiento de la sentencia sobre la joven Helen Blackthorn.

El silencio se extendió por la sala.

Balogh continuó.

-¿Es cierto que Helen Blackthorn, sus hermanos y Emma Carstairs se encuentran en Nueva York?

La Espada Mortal comenzó a fulgurar. Jia apretó los dientes y respondió.

-Es cierto. Yo los alojé, mientras su tío Arthur Blackthorn continúe enfermo.

Un coro de murmullos se extendió por la sala.

-¿Hasta cuando van a estar ustedes dos tomando decisiones por su cuenta? -exclamó Balogh, con furia. Todos los otros Cazadores asintieron- Esta es la última vez. La próxima vez que ustedes no sigan nuestras reglas, destituiremos a Jia como Cónsul y a Maryse como la encargada del Instituto de Nueva York.

-Bien... Pues... Magnus, enséñame a dónde tengo que ir- dijo Jace, poniéndose la cazadora.

Clary lo miró con confusión.

-¿No estarás insinuando que vas a ir solo? Porque si es eso, te juro que le digo a Magnus que me hechice y me pegue a tu espalda.

-No puedes ir. Es peligroso. No soportaría que algo...-dijo él, pero fue interrumpido por Isabelle.

-Nadie soportaría perder a nadie. Pero debemos hacerlo juntos. Si no, ninguno de nosotros está seguro. Nadie sabe que podemos encontrarnos, o si Sebastián querrá aniquilarnos.

-Yo voy... Soy tu parabatai. Tengo que estar allí para cuidarte las espaldas- dijo Alec, con tono protector.

-Y yo debo cuidárselas a ambos-dijo Isabelle, haciendo ondear su látigo.

-Yo también debo ir. Quizá necesiten alguna runa en especial- dijo Clary, como si eso fuera argumento suficiente.

Al parecer, fue argumento suficiente.

-Está bien. Vamos nosotros cuatro. Simon, tú te quedas cuidando a mi hermana- refutó Jace.

-Yo voy a ir. ¿No notan que la chica de cabello negro y piel pálida soy yo? Soy la única que puede resucitarlo. Todo esto es por mi. Soy la mayor involucrada en todo esto. Además, soy tu hermana mayor, y a mi no me dices que debo hacer- sentenció Juliette, con una terquedad digna de un Herondale.

-Oh vamos. Ahora el mundano también querrá acompañarnos- agregó Jace a regañadientes.

-Corrección, el Cazador de Sombras querrá acompañarlos. Y sí. Quiero ir. Siempre he querido conocer el inframundo- dijo Simon con una sonrisa.

-Está decidido. Iremos nosotros seis. ¿Alguna duda?- preguntó Magnus.

Todos estuvieron de acuerdo.

-Nos vamos ahora y luego dormimos allá. Mejor asegurarnos... - dijo Isabelle, siendo interrumpida por una vocecilla que dio paso a una sombra escondida tras el viejo escritorio.

-Les aconsejo que mejor duerman aquí. Está entrada la noche y no saben con que cosas se podrían encontrar o si podrán dormir. Lo que están a punto de hacer es algo peligroso.

Emma miró al resto de los chicos, como siempre los había visto, como sus superhéroes, como quienes eran dignos de admirar. Pero ahora, aquí, viéndolos debatir sobre quienes iban y quienes no, le hacía pensar en lo vulnerables que eran. Isabelle se veía fuerte y firme, pero temía por Sebastián, pues se notaba en sus ojos que pensaba en Max. Jace temía por Clary, y aún más por Juliette. Temía por perderlas.

Todos temen por algo.

-Emma tiene razón. Hoy ha sido un día agitado. Mañana temprano iremos- dijo Magnus, cerrando la discusión.

Cada uno se encaminó por los fríos pasillos del Instituto hasta sus respectivos cuartos. Clary durmió con Jace, Magnus con Alec e Isabelle con Simon, por lo que a Juliette le dieron una habitación para ella sola.

Pero no pudo conciliar el sueño. Cerraba los ojos y veía pentagramas ardiendo en oscuridad absoluta, junto con un par de brillantes ojos verdes. A media noche, decidió levantarse, mientras ponía en sua oídos un par de audífonos, con una canción de One Direction muy bajita. Se dirigió a la cocina y comió una manzana. Comenzó a deambular por los pasillos del Instituto, hasta que se encontró en la sala de entrenamiento.

Quizá su pijama no fuera el mejor equipo de combate, pero eso no impidió que tomara algunos cuchillos y apuntara a la diana colgada en la pared. Tomó una fuerte respiración y dejó que el resto del mundo se desvaneciera, dejando solo la pequeña diana y ella.

Y lanzó.

-Nunca había visto a una primeriza hacer eso - dijo una voz a sus espaldas. Jem estaba mirando fijamente como ella había acertado de forma perfecta en el centro de la diana.

-Al parecer lo llevo en la sangre. O eso es lo que dicen- respondió ella, dejándose caer al piso, sintiéndose repentinamente abrumada.

¿Cómo es que su vida se había convertido en un cuento de hadas en tan poco tiempo?

-Hey... tranquila- dijo él, y fue en ese momento en que Juliette notó que estaba llorando. Sus uñas se habían enterrado en la palma de su mano y pequeños hilillos de sangre corrían por sus dedos.

-¿Cómo te sentirías si te enteraras que puedes resucitar gente? - dijo Julie entre sollozos.

-Pues... la vida cambia. Las circunstancias cambian. Pero ésta que ves aquí es tu vida. Y debes enfrentarlo.

Juliette pensó que había oído tantas veces esa frase, pero jamás le había tomado tanto peso a esas palabras. Esta era su vida. Y no por lamentarse iba a cambiar.

Se quedó entrenando con Jem hasta que las primeras luces del día comenzaron a iluminar el cielo.

Sabía que le esperaba un largo día.

-----------

Hola! Perdón por haberme demorado tanto... pero aquí está... Cualquier duda o consulta... me avisan...

Voten, comenten y Difundan!

Zuperizzy fuera, paz y Carpe Diem!

(Fanfic)Cazadores de Sombras: Ciudad de la Magia DemoníacaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora