01. enséñame

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Cada viernes debía conjurar una máscara, mostrarse frío e impersonal con un cierto grupo de estudiantes, todo gracias a uno de ellos. Su autocontrol siempre se veía a prueba cuando sus ojos se conectaban con esos grandes y expresivos, que podía llegar a jurar que eran una invitación abierta para empotrarlo contra una pared, y tomarlo con fuerza.

Solo que el aburrido y correcto profesor no dejaría que un chiquillo arruinara su carrera por una calentura; no obstante, cada vez era más difícil, ya que las miradas habían quedado en un segundo plano, porque Jaemin siempre encontraba una forma de tocar su cuerpo, de hervir su sangre al punto que se sentía desfallecer cuando los curiosos dedos del chico se pasaban por su piel expuesta. Ese niño se estaba convirtiendo en su mayor tentación, teniendo control sobre él cuando una de las cosas que más odiaba era precisamente eso, perder su autocontrol, y el control sobre las cosas; porque Jeno era un bastardo en ese sentido, le molestaba que alguien entrara a su vida a romper sus esquemas, por eso sentía que ese capricho que estaba teniendo por ese muchachito ya estaba cruzando un límite, uno que ya iba más allá de lo que él era capaz de manejar.

Ese viernes no fue diferente a los demás, impartió su clase sin muchos contratiempos hasta que tuvo que acercarse a Jaemin, quien había decidido darle tregua al sentare al final de la clase, algo que le pareció raro pues el chico desde el primer día de clases había estado en el primer asiento de la fila, clavando sus ojos en él y relamiendo sus labios cada vez que él estiraba un brazo o flexionaba sus músculos al hacer un movimiento. Jeno sentía que Jaemin buscaba tentarlo con esas sonrisas y ojitos chisporroteantes en los que podría perderse si así lo quisiera, siendo un mar café que se oscurecía cuando quería algo, y ese algo era él, cerca; podía sentirlo.

—Jeno~ —canturreó el chico en un susurro, escuchar su nombre salir de los labios del menor le había gustado más de lo que debería. Solo que él era su profesor, merecía respeto y Jaemin no se lo estaba dando—. ¿Puedo hablar contigo al final de la clase? Es que tengo un problema...

Había algo en la forma que hablaba y se comportaba, Jaemin le miraba por debajo de sus pestañas y al removerse en su asiento pudo jurar que de esos labios bonitos se había escapado un gemidito, que mandó un estímulo eléctrico por toda su columna.

—Na. —Retándolo, entrecerró los ojos, posando una mano en la mesa del chico y la otra en su espalda, siendo el primer contacto directo que tenía sobre el cuerpo de este—. Soy tu profesor, pido respeto.

—Profesor... me duele —una vez más, el chico susurró, mordiendo su labio inferior muy lentamente, teniendo un bonito y tentador sonrojo en sus mejillas—. Estoy duro.

El profesor Lee no pudo reaccionar correctamente, el timbre decidió sonar en ese momento, él solo pudo erguirse y caminar hasta el frente de la clase, dándole la cara a sus estudiantes.

—La semana entrante tienen un examen, recuerden que tienen hasta el martes para mandar el informe a mi correo, el viernes siguiente les entregaré sus notas al finalizar la evaluación.

Al ser la última clase del día, los alumnos recogieron con rapidez, saliendo con prisa del aula bajo la atenta mirada de Jeno y Jaemin, quien no se había movido ni un solo milímetro de dónde Jeno lo dejó. Cuando el último alumno salió, cerrando la puerta tras de sí, Jeno tomó la decisión.

—Ven aquí, Na. —La orden salió fuerte y clara de sus labios, era ahora o nunca—. No hagas que me arrepienta.

El profesor vio como su alumno vaciló un poco antes de ponerse de pie, tenía una clara erección abultando sus pantalones, ver al chico de esa forma le hizo sentirse un bastardo con suerte. Na Jaemin se había transformado en su perdición desde la primera vez que le sonrió, tomando un control en él que desde un principio lo condenó a caer en las redes de ese muchachito que apenas había cumplido diecinueve años.

Teach me more / NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora