Capítulo 5: Annie.

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"El peor sentimiento no es estar solo. 

Es ser olvidado por alguientú nunca vas a olvidar."

- ¡Te exijo una explicación ahora!- Grité sujetando por el cuello a Ellise, la adrenalina comenzaba a correr por mis venas palpitándome la cabeza. En realidad, estaba tan perturbado de haber viajado y a ver visto a Annie de la nada que simplemente quería hallar un culpable.

- ¿De qué...- Trataba de articular palabras mientras la asfixiaba lentamente.- Me hablas...?

-¡Me llevaste a Rusia, joder! – Le grité en la cara escupiéndole por accidente por el pánico que comenzaba a sentir. - ¡Ahí estaba Annie y Miguel!

- ¡Estás loco, estás loco, estás loco!- Gritó rasguñándome la cara de histeria.- ¡Te traje para hablar y perdiste el control!

-¡Esteban, suéltala! – Me quedé sin aliento alguno al escuchar una voz tan familiar a medida que me separaba de la chica, los brazos de mi hermano me sujetaron inmovilizándome al instante. Mis padres se lanzaron a socorrer a Ellise quien tosía fuertemente sujetándose su garganta.

- Hugo...- Jadeé sintiendo los ojos quemarme por las lágrimas contenidas. Hugo estaba aquí, ni una vez en el año se había dignado a venir a verme y ahora que estaba aquí...me encontraba en las peores condiciones.

-¡Ha intentado matarme!- Ellise gritó aterrada mirándome.

Dos enfermeras entraron corriendo tomando a Ellise por los hombros, mientras trataban de calmarla llevándosela, otro enfermero se acercó a mí con una aguja en mano; mi padre con un movimiento de mano lo detuvo pidiéndonos tiempo.

- ¿Que estabas haciendo?-Hugo me habló con un tono de sorpresa total al oído, no creyéndose de lo que estaba haciendo. Me solté de un movimiento fuerte de su agarre y me recargué en la pared donde nos encontrábamos.

-Tú hermano te acaba de hacer una pregunta, ¿¡Qué estabas haciendo?!- Mi madre alzó la voz, lentamente me di la vuelta para ladear la cabeza con un deje de cinismo.

- No tienes derecho de gritarme, "Madre."

-¡No le hables así, Esteban!- Ahora nuevamente fue Hugo quien me alzó la voz, como si fuera un perro al que pudieran regañar.

-Tú cállate, que tampoco puedes gritarme...-Esta vez fijé mi mirada a él.

- ¡Soy tu hermano mayor! ¡CLARO QUE LO TENGO! - Volvió a gritar.

-Tú me abandonaste, tú ya no eres mi hermano desde ese momento.- Hugo retrocedió ante mis palabras como si un impacto de bala lo hubiera golpeado, tal vez de la impresión, tal vez de dolor.

- ¡Basta, no estamos aquí para que nos ataques, Esteban!- Mamá volvió a hablar con rapidez.- Tenemos una sorpresa...

- ¿Ya estoy muerto?- Pregunté arrastrando las palabras, mi madre dio un leve brinco ante la pregunta.

- No, no, no...-Se apresuró nuevamente a responder haciéndose un inmenso silencio incomodo, donde mamá simplemente me miraba y Hugo apoyaba la espalda contra la pared.- Necesitas venir para verlo...

Me limite a dejarme guiar por ambos hasta mi habitación, sin romper ese silencio sepulcral. Al doblar para entrar a mi habitación me detuve en seco al mirar dos figuras femeninas sentadas sobre mi cama.

Annie y Alicia, ambas se miraban preocupadas pero en cuanto entré las miradas se posaron sobre mi haciéndome sentir incomodo, además de que estaba paralizado por mi propia sorpresa.

- Esteban... Amor...- Annie habló lentamente, los oídos me dolieron de solo volver a oír después de un año, di pasos hacia atrás con los puños apretados.

Annie corrió hacia a mí, y me estrujó en sus delgados brazos, mientras sollozaba cosas que no lograba entender. Me di cuenta que traía diversos vendajes distribuidos por el cuerpo.

-¿Qué...?- Jadeé pasmado mientras comenzaba a agitarme, mi cabeza no lograba procesar todo lo que estaba pasando.

- Aquí estoy, amor... aquí estoy...- Susurró como si estuviera consolándome, pronto sus manos sujetaron mis mejillas y su cara se fue acercando a la mía.

Reaccioné. Mi mano voló hacia su mejilla y un sonido sordo se escuchó junto con la caída de Annie al piso.

- ¡NO ME TOQUES, MALDITA PERRA! - Grité mientras me acercaba con la intención de patearle su estómago, mi madre y Alicia se interpusieron tratando de que no me le acercara y Hugo me tomó de los brazos nuevamente sujetándome.

-¡¿Qué te pasa?!- Chillo la odiosa voz de Annie- ¡ME GOLPEASTE!

- ¡CÁLLATE! ¡POR TU CULPA ALBERT ESTA MUERTO! – Ha ese punto gritaba tan duro que las cuerdas vocales se sentían casi a romperse, las lágrimas de coraje ya no podía detenerlas.

- ¡ESTAS LOCO! - Sin más se levantó y salió corriendo por la puerta dramáticamente (puesto que la tomó como si estuviéramos en telenovela mexicana) dejándome a solas mi madre, Alicia y Hugo quien no daban crédito a lo que pasaba. Todos simplemente me miraron con decepción antes de irse.

- Te has vuelto loco...- Me reprochó mi hermano antes de cerrar la puerta.

La noche pronto me fue acobijando, la enfermera me había traído mi máquina de escribir para relajarme además que Alex estaba jugando con ella.

-Amor....- la penetrante voz de Annie me llamó haciéndome casi aventar la maquina por el susto, después de todo ya no era hora de visitas y estaba muy concentrado.- Acepta la muerte de Albert y ámame...

- Paso...- Susurré, pronto me percaté que Alicia estaba detrás de ella; eso daba explicaciones de cómo había llegado aquí.

- ¿Quieres quedarte toda la vida aquí? – Preguntó con indignación, mirándome tal cual estuviera loco.

- Prefiero ir al infierno que estar contigo...-Respondí entre dientes, con ganas de lanzarme encima de ella y rasgarle la cara a golpes, Annie abrió la boca para responderme de nuevo.

- Alicia.... Annie...- Todos volteamos a ver atrás ante la nueva voz que inundaba la habitación. Ellise había hablado mientras se encontraba pegada a las barandillas de la habitación como una verdadera loca.

- ¿Quién eres?- pregunto asustada Annie, quien retrocedía lentamente hacía Alicia.

-¿No le has dicho quién soy? Aw...- Esta vez se dirigió directamente a Alicia.

La rubia con pánico tomó la mano de Annie y se la llevó.

Narra Alicia.

El pánico me habita invadido tanto que solamente pasé a aventar a Annie donde Hugo y dirigirme a aquél lugar que los humanos llaman "Cielo", "Paraíso."

Ángeles y almas pululaban de aquí para allá, pero yo busco a alguien en especial mientras regulaba mi respiración.

Suponía que estaba donde las almas se juzgaban directamente, siempre estaba ahí.

Al entrar solamente vi su espalda y fue suficiente para reconocerlo. Tomé su brazo.

- Albert, tenemos que hablar...

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Sin pecado concebido (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora