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Tomaste mi mano con un poco de pena pero con valentía me llenaste de amor. Entrelacé mis dedos con los tuyos y juré seguirte. Me entregaba al sentimiento del momento que a mi alma estaba albergando. Es maravilloso que me esperaras por tanto tiempo, tanto... Eres el amor de mi vida. Lo sé.

Tus dedos rozaban los míos. Tal vez era el momento de hacerlos hablar. Pero estaba sudando en frío. ¿Qué pensarías al tocarlos? ¿Te darías cuenta?

Aunque pena llenaba cada poro de mi ser, a ti me fui acercando. 

¡Cállate corazón, no me delates más!

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