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Tu corazón palpitaba con ritmo ascendente; tal vez copiando mi ritmo, íbamos a la par.

Ahí noté que podíamos ser uno.

El diecisiete pedía abrazos y al estar frente a ti sin dudar abriste tus alas para mí. Debo confesarte que tu abrazo es el único que recuerdo. Con las manos rodeabas mi cintura mientras yo las deslizaba por tu cuello y en tu pecho hacía descansar mi mejilla. 

Retrospectivas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora