Enamorado de la moda juvenil

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Enamorado de la moda juvenil



Mara no sabe muy bien cómo han terminado follando otra vez nada más levantarse, pero tras despertar con una resaca enorme y ver que se encontraba desnuda, al lado de quien fuese su profesor de universidad, casi le da un patatús. Por descontado que se acuerda de lo sucedido la noche anterior, no iba tan borracha para cuando accedió a marcharse con él, pero en ese momento todo parecía de otra forma, más sencillo, como natural. La realidad es mucho más incómoda.

El caso es que, por alguna razón, ha amanecido cachonda. Y él estaba abrazándola a modo cuchara, y su polla le acariciaba la piel, y eso la ha mojado más y bueno, al final sin decir palabra se han puesto a follar. Le pone a cien tenerlo tras ella, sintiendo el tacto de su pecho sobre la espalda, rozándola. El tío la tiene cogida por la cadera con la mano que le está masturbando, la otra está sobre una de sus tetas.

El hombre empieza a moverse con más rapidez, soltando leves suspiros que ella nota sobre su espalda. Ella se arquea para que pueda penetrarla mejor, mientras con una de sus manos acaricia el pecho que le queda libre. Está a punto de correrse, va a llegar esta vez.

—Más rápido —le pide.

—¿Cuál de las dos cosas?

Las dos.

Él obedece, intensificando las embestidas mientras su dedo va a la par. Mara empieza a gemir, nota cómo sus músculos se contraen para dejar cabida al orgasmo. Se va a correr, se va a correr. Carlos lo nota, e inconscientemente intensifica la penetración. Intenta correrse a la vez, por lo que incrementa la velocidad.

—Joder pequeña, si gimes así... —gruñe.

Es ella a quien le llega primero el orgasmo, seguida por el hombre, que emite un sonido gutural mientras ambos caen rendidos tras el éxtasis, jadeantes y sudorosos.

Mara siente cómo él le besa levemente los hombros.

—Buenos días —le dice al oído.

Ella suspira, con una sonrisa en los labios debida a la excitación.

—Sí, buenos días.

El hombre se aparta de ella lentamente, echándose a un lado mientras emite un sonoro suspiro. Entonces, sin venir a cuento, la toma por el brazo, acercándola hacia él. Mara lo mira algo desconcertada.

—Vente aquí, mujer —le sugiere, señalando su pecho.

Ella duda, hay algo en las demostraciones excesivas de cariño tras el sexo que no le gusta. Así fue como comenzó todo con Jaime, dejándose llevar, aceptando su falsa afectividad. Intentó no creérsela, tomárselo como un gesto más, pero al final consiguió traspasar todas sus barreras. Desde entonces, prefiere mantener las distancias con los hombres en ese sentido, cuantos menos mimitos mejor, siempre imponiendo una especie de barrera entre sus amantes y ella. Cuando están follando todo bien, se considera una persona pasional, gusta de disfrutar del sexo, entregándose plenamente, pero en cuanto ese momento se diluye con el final del éxtasis, el reino de los mortales la golpea con fuerza, convirtiéndola en un témpano.

Sin embargo hay veces, como ahora, que no le apetece quedarse sola al otro lado de la cama, mirando al techo como una pánfila. Quiere algo de calor humano, algo que encuentra en el pecho de Carlos, la cual pasa inmediatamente un brazo por sus hombros.

Giro de guionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora