No controles

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No controles


Raúl está bebiendo más de la cuenta, las copas vuelan, dejando las botellas desnudas, vacías, desprovistas de su propósito original. También fuma demasiado, dos paquetes en un día, a veces incluso más, puede sentir la sórdida risa de un tumor allanando el terreno en el centro de sus pulmones, dejándolo todo preparado para emerger cualquier día de estos con la satisfacción de saberse ganador antes de comenzar la batalla.

Se siente fuera de control, desde lo sucedido con aquellos matones le cuesta mucho mantenerse frío como siempre, hay algo dentro de él, ese lobo que intenta mantener apaciguado todo el tiempo, que ruge, mordiendo los barrotes que él mismo construyó para contenerlo. Conforme han ido pasando los años, ese lado salvaje e indomable ha ido pereciendo en lo más profundo de sus entrañas, presas de una autodeterminación férrea, represión constante y un cabezota pero enfermizo autocontrol. Sin embargo, aunque la bestia esté desenterrada y moribunda, atrapada para siempre en esa jaula que merma sus fuerzas paulatinamente, falta tan solo un poco de fuego para que se ponga en guardia de nuevo. Raúl procura llevar una vida ordenada, con las cosas bien planificadas, sin nada que se salga de la línea precisamente para dominar su espíritu belicoso, pero a veces surgen inconvenientes, cosas que no pueden evitarse, momentos que le ponen a prueba, removiéndole todos los monstruos que le incitan a sacar las garras, afilar de nuevo los dientes y actuar como la fiera que alguna vez fue.

—Si continúas así podré hacerme un buen paté con tu hígado cuando te maten —comenta Fanny distraídamente, mientras le sirve otra copa.

Él no dice nada, hay cierta sombra de preocupación en el rostro de la mujer, tal vez es eso lo que le empuja a poner los brazos en jarras y dirigirse hacia él con un tono francamente condescendiente.

—Creo que me la beberé yo.

Se dispone a coger la copa, pero él se le adelanta, dirigiéndole la mirada por primera vez. Lleva el vaso hacia sus labios, bebiéndose el contenido de un solo trago.

—He estado pensando... —la voz del hombre suena algo áspera, más ronca de lo normal. Una cadena de oro que suele ocultar bajo toda circunstancia refleja las luces fluorescentes, bailando sobre su pecho—. Creo que deberías tomarte unas vacaciones.

Fanny está totalmente ofendida, el hombre no tiene que mirarla para saberlo, conoce bien a esa mujer, por ello es consciente de que obligarla a salir de escena no le gusta ni un pelo. Fanny es una persona de acción, le gusta librar batallas en el ruedo, pero él no piensa arriesgar más de la cuenta.

—Y no es una sugerencia —finaliza, adoptando un tono frío y distante.

Ahora es ella quien le quita la copa de entre las manos, captando su atención.

—Escúcheme bien, mijo —le señala con el dedo, enarcando una ceja de forma amenazante—. Si crees que puedes venir acá y decirme lo que tengo que hacer estás muy equivocado. Yo soy dueña de mi propia vida, ese era el trato.

—No seas necia —le espeta, mirándole con el ceño fruncido—. Esa gente puede volver, y de hacerlo no fallarán esta vez. No pienso dejar que te maten, así tenga que cogerte de los pelos y encerrarte en casa bajo llave.

—Eso es lo que siempre haces, decidir por todos —suelta un bufido—. Dices que lo haces por nosotros, pero en el fondo siempre pensaste solo en lo que a ti te conviene.

—Pienso en el bien de todos, Estefanía —él no piensa caer en sus provocaciones, está haciendo una pataleta—. Lo único que busco es proteger a mi familia.

Giro de guionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora