Parte 6

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Domingo por la mañana, Gabriel se despertó con unos brazos que le rodeaban la cintura, sonrió al recordar de quien se trataba. Lentamente se fue soltando de su agarre y se dirigió al baño. Miró su reflejo en el espejo, y se sentía otra persona, como si algo dentro de el hubiera cambiado. Recorrió cada parte del departamento del menor, observando cada detalle. Tenía una biblioteca, que estaba bien acomodada, junto a unas cuantas fotos. Se tomó el atrevimiento de agarrar un libro de filosofía, cuando lo abrió cayó un papel, la agarró entre sus manos, era una foto, Tato abrazado con un chico rubio, parecían mucho más que amigos
— Gabi ¿Qué haces? — la voz del pequeño lo interrumpió y rápidamente guardó la fotografía. se dio vuelta para encontrarse con la imagen más hermosa que vio en su vida, estaba parado con una camiseta que le quedaba bastante grande, y se refregaba el ojo. Sonrió.
— Nada, estaba viendo tus libros, tenes demasiados — contestó — Sí, estoy en el segundo año de la carrera, además de que hace años vengo leyéndolos. ¿Queres desayunar? — preguntó — ¿Desayunar? Tato, son las dos de la tarde — dijo riéndose
— ¿Y? ¿A caso es obligatorio que desayunemos a las nueve de la mañana? — interrogó — Sería lo normal — el menor sonrió — ¿Cual es la definición de normal?— y se dirigió a la cocina, moviendo sus caderas. Gabriel se quedó embobado viendo su caminar, como de costumbre.

Lo siguió y lo abrazó por la cintura, dejando unos besos en su hombro, mientras el otro preparaba café.
— Tato ¿Te puedo dar un beso? — preguntó el rizado, el pequeño se dio media vuelta, y fue él quien lo besó.
— Ahora dejame que haga el desayuno, sino van a ser las seis de la tarde y vamos a seguir acá basándonos — habló — No me molestaría besarte todo el día — contestó Gabriel, dandole besos en el cuello — banca, tonto — decía el Tengue mientras batía el café. — Esperame en la habitación, y busca algo para ver — ordenó — Como usted diga capitán — respondió el rizado.

Se recosto en la cama y agarró el control, buscando algo para ver, pero la realidad era que no podía dejar de pensar en lo mucho que le gustaba Renato y en la cantidad de sensaciones que causaba en su interior, nunca había sentido algo así en su vida, aunque le agradaba bastante sentirse así de bien y feliz.
— Ey, no elegiste ni una peli — le dijo el pequeño, que sostenía una bandeja con dos tazas y unas cuantas tostadas, acompañadas de mermelada
— Perdón, me colgué — le contestó escogiendose de hombros. — Bueno, no importa — habló, sentándose a su lado, ofreciéndole una taza de café.

— Gabriel: ¿Puedo preguntarte algo?
— Renato: Ya lo hiciste.
— Gabriel: Dale, posta.
— Renato: Decime.
— Gabriel: ¿Por qué esa noche me echaste de tu departamento?
— Renato: No te eché Gabi, sino que no estoy acostumbrado a verme más de una vez con la misma persona, sólo eso.
— Gabriel: ¿Y por qué ahora estoy acá, desayunando a las tres de la tarde en tu casa?
— Renato: No sé, simplemente sucedió, no me planteo el por qué de las cosas.
— Gabriel: ¿Voy a volver a verte?
— Renato: Demasiadas preguntas para un sólo día.
— Gabriel: Es la última, te juro.
— Renato: Me gusta estar con vos, me da intriga saber que es lo que ocultas y por qué de un día para otro, me buscaste y terminaste acá conmigo, pero también me da miedo.
— Gabriel: ¿Miedo a qué?
— Renato: Dijiste que era la última, ahora vamos a ver una película.

Al mayor no le quedó otra que resignarse. Estaban viendo "Diario de una pasión" Gabriel se sorprendió cuando escuchó los sollozos del menor — ¿Por qué lloras? — preguntó
— Ésta peli es re triste, sólo por eso — contestó. Gabriel sintió que había algo más, pero no se animó a preguntar, solamente lo tomó entre sus brazos, haciendo que se recueste sobre su pecho, brindandole unas caricias en la espalda, y unos besos en el cabello.
— No me gusta verte llorar — le dijo
— Si vas a estar conmigo te vas a tener que acostumbrar, porque soy muy llorón — le contestó — ¿Estar con vos? ¿O sea que te voy a volver a ver? — habló sonriendo — Siempre y cuando vos quieras — y Gabriel lo besó
— Sí, quiero, pero lo que no quiero es ver lágrimas de tu parte, así que cada vez que estemos juntos, voy a hacer lo posible para verte sonreír — y volvieron a besarse.
— ¿Por qué haces esto por mi? — dijo el pequeño — Porque causas algo en mi, que nunca sentí — le contestó.

Dancing in the moonlight { Terminada }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora