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Como era de costumbre, desde hacia ya unos cuantos meses, Niall despertó en esa cama king size en completa soledad.

Justin a solía a irse mientras el rubio aún dormía. Aunque aún le dolía el hecho de que su esposo en realidad no quisiera estar con él, terminó por aceptarlo a la larga.

Se levantó de la cama, esa noche se celebra un año del matrimonio Horan-Bieber, y Niall estaba preparando todo; con ayuda, claro está, de los organizadores que amablemente Justin había contratado para librarse de toda responsabilidad. Más que una fiesta de aniversario, esa sería la fiesta de felicitación que el rubio se merecía por haber aguantado tantos malos momentos a lo largo de su matrimonio.

En definitiva, Niall no sabía que hacer. Sus padres — sobre todo Maura — lo presionaban a aguantar más, porque "No queremos tener a toda la prensa rodeándonos por el divorcio de la década ¿verdad, hijo?". Pero es que, demonios. Estaba tan cansado de convivir a diario con ese hombre. Estaba cansado de recordar todos los días que el hombre perfecto del que se había enamorado no era más que sólo una tonta ilusión que se creyó por completo. No obstante, por otra parte, no quería creerse que en serio todo fuera una ilusión; muy en el fondo ansiaba... es que anhelaba que el Justin del que se enamoró solo se desestresara un poco y  así, al fin, mostrara ese ser tierno y amoroso que una vez Niall vio en él.

Por el momento, sabía lo que tenía que hacer: organizar lo que faltaba para el festejo de su primer aniversario. Aún con sueño, se reunió con los organizadores y cual máquina, se dispuso a revisar su checklist:

Mansión de invierno de los Bieber: listo.

Mesas en el salón principal, todas con manteles beige: listo.

Comida, bebida: listo.

Cuarteto de cuerdas para música de fondo: listo.

Atuendo impresionante, capaz de hacer que la gente ignore su infelicidad: listo.

Niall había aprendido, demasiado tarde, que el mundo de la riqueza, los negocios, el dinero, la alcurnia, todo era producto de las buenas impresiones y estrategias para que la gente se las tragara.

• • •

Esa mansión estaba reluciente, y parecía estar hecha de oro puro debido a los resplandores dorados que los candelabros le brindaban. Sin duda Niall tendría que felicitar a los organizadores del evento en algún punto, porque todo se había ejecutado a la perfección.

Cruzó el salón principal, para así llegar a las puertas de la mansión, donde Justin le ofreció la mano. El rubio la tomó en automático, para segundos después, asentar su brazo entre el brazo y la costilla del mayor.

— Todo está perfecto, amor — dijo amablemente Justin —. Esta vez sí te luciste.
—No podría haberlo logrado sin — hizo una pausa, en serio le hubiera gustado terminar esa frase con un "ti" — la ayuda de los organizadores que contrataste. Son fenomenales.

Un mayordomo abrió las puertas, dejando que la pareja saliera a recibir cordialmente a los invitados.

La lista de invitados era muy variada, pero absolutamente todos los miembros que la conformaban cumplían una misma característica: ninguno era amigo de Niall. Todos estaban ahí por cordialidad, compañeros de Justin, socios de ambas familias. Ese magno evento resultaba una lujosa y colosal burla. No podía existir algo más falso.

Después de que la mayoría de los invitados estuvieron dentro del salón, se realizó un discurso que dieron ambos miembros de la pareja, agradeciendo su presencia, su apoyo a lo largo de la relación, pero sobre todo: agradeciéndose el uno al otro por haberse permitido compartir ese año juntos. Discurso que terminó en un apasionado beso, casi exigido por la multitud que se reunió en la mansión.

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