Infligir una herida lo suficiente grande para debilitar a Dazai, en tanto la deidad perdía la cordura, permitiría al excedente de poder someter la voluntad del sacrificio, lo doblegaría y dispondría a ser consumido.
De acuerdo a las predicciones de la menor de los Akutagawa, la sangre mezclada confundiría a la deidad consiguiendo que, por encima de la locura, dominara la perturbación de la ingesta involuntaria, dirigiendo a la bestia al sacrificio pendiente, ignorando su proceder directo de los Dazai. Y haría que, o colapsara y quedara enterrado en la montaña, hasta sellarlo; o lo aplacaría, señal de que el pacto habría sido traspasado a los Mori.
Ryunosuke desconocía el complejo entramado detrás del acto a ejecutar. Irrelevante.
Sujetó el chokuto formado por el demonio al que se hallaba ligado, generador de la fuerza de la que su cuerpo, débil de nacimiento, carecía.
Los dedos apretados entorno al mango del arma, cuya hoja desviaba la sutil iluminación del templo, avanzó entre gruñidos reverberando en el templo, desprendiendo polvo de las vigas, estremeciendo el suelo. Su andar prescindía del sigilo, deslizándose en el escándalo de la locura desatada.
Lo vería, lo confrontaría y lo destruiría. Era su plan personal para el heredero. Vería en sus ojos el terror de estar indefenso. La doble amenaza de un ente sobrenatural y uno humano. Sí, previo a su fin lo haría reconocerlo; si bien no como un humano digno de cariño, al menos sí peligroso, más que un objeto de placer.
En la zona principal, saturada de alaridos, observó una devastadora escena.
Bajó el chokuto, atorándose en el tiempo, y cayó de rodillas.
Cruzando el techo de madera, humano y deidad desaparecieron omitiendo su presencia.
Su demonio se deshizo en hilos tejiéndose en su ropa, regalándole la privacidad requerida por su dolor, el de un amor no correspondido, obligado a admitir que nunca tuvo una oportunidad, que se entregó al hambre de un monstruo disfrazado de humano por una esperanza vana.
El sufrimiento se vertió por sus mejillas, su pena libre ahí, donde nadie lo escuchó, donde nadie supo de su existencia, donde no encaró a Osamu abrazando a un enloquecido ser, forzando un beso que era ruego y confesión de amor, un sentimiento puro y lleno de determinación que jamás le pertenecería.
En un beso que no era para él, entendió que el corazón anhelado estaba destinado a otro, y que ni su ira refrenaría el calvario de lo unilateral.
. . .
—Parece que ganaste.
Detrás de Mori la figura de su hijo se materializó, solitaria y gloriosa.
—Quizás.
Su heredero se ubicó a su izquierda, la vista en el primoroso patio adornado por la inclemencia del invierno, y un par de brotes de la prometida primavera. Renacimiento.
—¿Quizás? —pregunta por formalidad, no de interés real. La esperanza deshojándose despacio ante lo inexorable.
—Gin es en verdad poderosa —un rodeo propuesto en tregua.
—Lo es. También su hermano —la aceptación del vencido.
—Cierto. Ambos fueron herramientas que por años me preocuparon, y que intenté quitarte.
—Si hubiera sido menos cruel con Ryunosuke, lo habrías logrado —lo regañó, adoptando un tono paterno, como pocas veces hizo, sin medias tintas de política—. Él te habría seguido sin dudarlo colocando a Gin entre la espada y la pared.
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Pacto
Fanfiction-Humano -su voz resonó acompañada de eco sobrenatural, imbuida de magia dirigida al control de la frágil mente mortal-, ¿me darás tu sangre y vida por voluntad propia? Fandom: Bungo Stray Dogs / Shipp: Dazai x Atsushi