[ IV ]

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Sus ojos brillaban otra vez

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Sus ojos brillaban otra vez. Aunque le había costado mucho despedirse de la ropa interior de YoonGi, era algo que debía hacer por el bien de su relación, para que su Príncipe supiera que le pertenecía a él y a nadie más que él. Porque Hoseokie se sentía devoto a su amor, devoto a YoonGi, porque era su máxima razón de vivir.
Pero no importaba su pérdida, porque había podido obtener otro preciado objeto del amor de su vida, y esta vez era una camiseta del colegio que Min guardaba en su casillero.

Estaba pulcramente extendida sobre su cama, y aunque estuviera sucia, HoSeok con sus ojos de amor observaba esa prenda como lo más maravilloso, porque todo lo que tuviera que ver con Min YoonGi era maravilloso.
Aunque tuviera manchas de sudor amarillas en la parte de las asxilas, y manchones de lodo tal vez por haber caído al suelo mientras jugaba Football, o si olía terriblemente mal por no haber sido lavada en días. No importaba, porque todo lo de YoonGi era precioso, algo que ningún mortal debía tocar ni merecer excepto él; Jung HoSeok.
Porque ambos estaban destinados a estar juntos.

Incluso si tuvo que resistir la tortuosa espera por haberse encontrado a su padre ya en casa al llegar del colegio y haber compartido con él, su madre que desprendía de felicidad y su hermana en una cena abundante como lo hacían "Las familias felices" como decía su progenitora, al fin podía estar en la privacidad de su cuarto, lejos de ese enfermizo ambiente en el que se crió, junto con lo que le hacía felíz, dentro de sus cuatro paredes de felicidad en su mundo propio. Al fin podía estar frente a ese precioso objeto que le pertenecía al Rey de su mundo.

ㅡ Ah.. Min YoonGi.. Gracias por prestarme tu linda camiseta, eres un muy lindo novio. ㅡ Comenzó, tomando asiento en su cama a un lado de la camiseta, cuidando sus movimientos para no crear ninguna arruga en la tela. ㅡEres un lindo lindo novio al pensar en mí y dejar tu camiseta, para que HoSeokie no se sintiera solo lejos de ti. ㅡ El cálido sentimiento que le causaba eso le hacía sentir cosquillas y reír ciertas veces, observando con ojos llenos de amor, pero más que eso, un anhelo creciente en su pecho, un impulso que nuevamente le hacía salivar y sentir su corazón acelerado.

ㅡ Ahora HobiHobi podrá dormir bien una noche más lejos de ti, Sunbae, y más importante, probar mucho más de ti.. ㅡ Pasó saliva con dificultad al haber terminado de decir aquello, ya le estaba costando hablar y respirar por la anticipación que sentía y no podía contener, era un impulso que contrarrestaba su característica sutileza y delicadeza, porque Min YoonGi lo agitaba, causaba un desastre de él.

Así pues, con extremo cuidado, tomó con dos de sus dedos -Índice y pulgar- por los hombros esa camiseta, admirándola, sintiendo como se le hacía agua la boca y como muchas veces anteriores se le escurrían sin percatarse por la comisura de sus labios unas cuantas gotas.

ㅡ Ahora podré probar mucho más de mi lindo gatito. Fufu..ㅡ Su voz ahora era una mezcla de tono agudo y un susurro, que más bien se oía lejos de ser tierno -Como pretendía- bastante tétrico si alguien llegaba a oírlo.

Sin esperar demasiado -Porque no podía- relamió sus labios y atrajo esa prenda a su rostro, llenando sus fosas nasales del olor que desprendía esa prenda, que para él era el mejor aroma del mundo. HoSeok cerró sus ojos y inhaló y exhaló repetidas veces sintiéndose temblar, para ese entonces su "Yo" consiente se había ido a paseo, dejando una maraña de risillas y deseos que nunca antes había tenido. Y obedeciendo a esos últimos, llevó a su boca a esa camiseta por la parte de la axila derecha.

Primero besó la zona color amarillo pálido, luego al sentirla húmeda por su misma saliva no resistió el introducirla a su boca, y... Dios, la sensación le hizo cerrar sus ojos, un escalofrío le recorrió la columna vertebral, y en su mente se repetía el nombre de su lindo novio, y ahogó un quejido en la tela humedecida.

Si bien anteriormente cuando niño había probado el sabor del desodorante, no le había parecido tan exquisito como ahora mismo. La textura de la prenda junto a la del desodorante le daban una sensación de adormecimiento a su lengua, y le hacía salivar mucho más. El sabor amargo del perfume que traía el desodorante junto a lo salado del sudor le parecía la combinación más dulce. Nunca había probado algo igual y, se sentía afortunado, los sabores que se mesclaban en su boca eran algo indescriptible, y el pensamiento de "Todo esto es de mi hermoso Min YoonGi" y estaba seguro que sería algo que sí o sí tendría que escribir en su diario después.

Acabó tragando, sintiendo como todo aquello pasaba por su lengua y garganta, y era el mayor éxtasis que pudo experimentar. HoSeok sentía su cuerpo temblar al seguir moviendo su lengua por sobre la tela, y al tragar sentía como la tela de su propia ropa interior se humedecía. Jung hizo esto una y otra vez, hasta que al cabo de unos minutos ya no se sentía más sabor en ambas partes de la prenda y su cuerpo temblaba irremediablemente.

Al dara última succión, acabó por ahogar un gemido agudo rindiéndose ante los espasmos que se acumulaban en su zona genital que avisaban su orgasmo, acabando con su calzoncillo húmedo y caliente por sus fluidos, y su boca escurriendo saliva por la deliciosa sensación que acababa de tener.

HoSeok se acabó respetando rendido en su cama, con su pecho subiendo y bajando cubierto por la camiseta de YoonGi, mirando al techo con ojos entrecerrados, jadeante, satisfecho. Llevó su mano bajo su pantalón, sacándola goteante de su semilla, y sonrió al saber que nuevamente se había venido gracias a Min YoonGi.

ㅡ Pronto estaremos juntos querido, y podremos ambos sentirnos bien.. ㅡ Susurró bajito, sonriendo a sus anchas.

Pero su felicidad no duró demasiado, los golpeteos desenfrenados en su puerta le hicieron dar un respingo, y los gritos de su madre llamándole le quitaron de su ensoñación tensandolo, y la puerta de su cuarto no tardó en abrirse fuertemente, dañando su picaporte, dejando entrar a su furibunda madre quién gritaba cosas incomprensibles, y HoSeok había solo ido a hacerse pequeño en el rincón de su cama, utilizando sus brazos como defensa como si eso le salvara de los golpes con el cinturón de su querida madre.

Esa noche el jefe de su padre lo había llamado por una emergencia y debía viajar en ese mismo instante, y su madre, creyendo que era culpa de sus hijos por no estar reteniendo al señor Jung en la sala fue a enseñarles a ambos que no debían dejar que algo como eso se volviera a repetir.

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