Esta sentada en la orilla de la vereda de su casa.
No habla. No mira. No escucha.
Esta pérdida. Su única salvación era el que está sentado en el sillón, limpiándose los moquillos y las lagrimas.
Mira adentro, a su “casa”.
Siente un vacio enorme, ella deja de mirar.
Entonces lo ve. Ve a un chico, mirándola fijamente.
Su mirada esta en ella.
Pero ella solo lo ignora.
Se levanta de donde estaba y va a su cuarto, a prepararse para su trabajo.
“créeme en cuanto te digo, que a mí no me puedes engañar. Sé que me has visto e ignorado.”
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