Un lugar a salvo

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Los cabellos rojizos de Lourdes estaban manchados con sangre y un liquido color verdoso, sufría un ataque de pánico a medida que se apoyaba contra una pared a tomar aire. Todo el mundo había colapsado en menos de 36 horas, justo en el momento en que ella y su esposo se encontraban durmiendo, las noticias habían pedido de forma serena a los ciudadanos de toda la ciudad que por favor mantuvieran la calma y se quedaran en el interior de sus casas, pero las finas paredes construidas con todo el amor de Damian hacía su amada no fueron lo suficientemente fuertes como para mantenerlos a salvo en el momento en que esa nave se estaciono con total seguridad en la zona alta del parque sarmiento, se quedaron sin electricidad y sus relojes colapsaron totalmente, lograron salir corriendo por su patio a medio construir al ver seis ojos amarillos y del tamaño de una mano asomándose por la ventana principal de su casa. Estaban seguros que habían estado escapando hace más de seis horas a pesar de ni siquiera poder conseguir un aparato con la hora funcional, a lo largo de su trayecto pueden ver a gente correr y morir de forma agonizante en el pavimento, siendo devorados de forma violenta por seres que giraban la cabeza desesperados al verlos correr alejandose de la escena.

Escondidos, asustados y totalmente agitados terminan en un ascensor viejo y descompuesto de una de las tantas cocheras del centro de la ciudad, logran cerrar la puerta del mismo y trabarla con un especie de tubo de metal. Los ojos verdes y asustados de Lourdes se clavan en un charco de sangre que se encuentra debajo de su esposo, el cual al parecer no se había percatado del mismo, al notar la inseguridad en el ambiente Damian levanta la vista hacia el descompuesto foco de luz que los iluminaba cada pequeño tramo de segundos para encontrarse con una imagen que nunca en su vida podría olvidar, una especie de telaraña envolvía al un hombre que a pesar de que estaba visiblemente muerto y atado por al techo sus ojos parecían estar gritando por ayuda desesperada, su muerte había sido tan dolorosa como seguramente la tortura que lo llevo a la misma, sus órganos colgaban de su cuerpo y su piel visible estaba siendo quemada por los extraños hilos. Damian no tardo en reaccionar y sujeto con fuerza a su esposa abrazándola tratando de evitar que esta gritara al visualizar la escena, solo podía pensar en proteger a su amada, todo el ascensor tenía olor a putrefacto, las paredes estaban manchadas, la sangre del hombre caía en forma de gotas sobre el charco, la escena era digna de un escrito de Stephen King.

-¿En serio vamos a morir?- La voz de la joven hilaba palabras de desesperanza, ya totalmente abatida y sin saber que hacer recurre a los ojos de su marido, buscando una respuesta que tal vez y solo tal vez la ayudara a creer un poco más en la vida, en la esperanza de que mañana estarían bien y esto solo fuera una cruel pesadilla, solo recibió un suave beso en la frente como respuesta a su pregunta, estaba claro, ambos estaban rendidos.

 Los brazos de Damian envolvieron con miedo a su esposa haciendo que ambos se sentaran lo más alejados posible del cadáver, el pequeño lugar estaba en total silencio, solo algunos gritos desesperados viniendo de afuera y los novedosos sonidos que hacían los seres que venían con la clara intención de matar a cada una de las personas en la tierra interrumpían la mente de los jóvenes recién casados. Por primera vez luego de horas habían encontrado un lugar donde podían respirar, los dedos de él se paseaban por los rizos manchados de su novia, mientras que el sollozo continuo de ella se intensificaba a medida que las evidentes pesadillas se acumulaban en su cabeza, había estado intentando dormir desde hace dos horas pero siempre despertaba casi gritando porque tenía la horrible pesadilla de que algún ser le comía los órganos aun estando con vida, el joven la calmaba y la abrazaba contra su pecho buscando que esta vuelva a dormir aunque sabia de antemano que esto sería casi imposible. 

Cuando esta logra conciliar su sueño Damian la acomoda a un costado tapándola con su abrigo, debe salir y asomarse al exterior ya que la noche no puede ser eterna y necesitan comida y un lugar menos asqueroso que un ascensor con un cadáver sobre ellos mirándolos, para poder mantener protegida a Lourdes, saca el tubo de metal que traba la puerta y comienza a abrirla intentando evitar crear un gran alboroto que termine por avisarle a cualquier cosa que anduviera cerca que ellos estaban ahí y que para peor seguían con vida, el sol deslumbro sus ojos oscuros en el instante que abrió unos centímetros la puerta, una pequeña sonrisa después de horas de desesperación se asomo entre sus labios, dio la vuelta observando a su compañera dormir, sus ojos lagrimaron y se acerco únicamente para besarle las mejillas. Antes de salir reviso sus bolsillos en los cuales solo tenía una etiqueta de cigarrillos, una lapicera y un navaja mariposa la cual no era de mucha relevancia tomando en cuanto lo que sus visitantes podían hacer con el cuerpo de las personas. Antes de irse se acerco a su esposa y le escribió con mucho cuidado y con letras rápidas para no despertarla en el brazo "Encontrare un lugar a salvo, por favor no te muevas de aquí, te amo demasiado"

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