Albinos

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Ya pasaron siete semanas desde el incidente de los invasores, los únicos sobrevivientes que han quedado con vida se han refugiado en lugares cerrados, poco transitados, habitaciones en pisos altos y sótanos oscuros, lugares en donde creían estar seguros, se corrió la voz entre sobreviviente y sobreviviente de que si esos seres no te veían era más difícil para ellos que te encontraran y acto seguido te mataran como lo habían hecho con casi todo humano que encontraba con vida, en las calles desiertas de la ciudad de Córdoba algunas noches se solían escuchar de forma lejana disparos, y gritos, luego de eso silencio total como si todos los seres se escondieran como ratas por la noche. Los equipos de gendarmería se habían encargado de lo que parecía ser la mayor amenaza para la humanidad en cientos de años, parecía que habían podido frenar todo lo que pasa al menos en un tiempo.

Marcos y Julián estaban encerrados en una pequeña despensa en uno de los barrios más afectados de la ciudad se habían encontrado cuando quedaron encerrados en un mismo local, habían estado estas semanas internados ahí y tratando de sobrevivir en base a lo que había en ese lugar, comida envasada y cerrada en sus respectivas envolturas, pero la comida e insumos empezaban a agotarse, sin mencionar que los seres todas las noches clavaban sus enormes ojos entre las rejas de la tiendas, examinando y buscando lo que podía ser su próxima presa, los ojos largos de estos seres se metían entre los agujeros y se movían de forma circular rodeando todo el lugar, soltando sonidos de desesperación al ver que no había nada de su deseo dentro del pequeño almacén.

Ellos no eran los únicos que estaban quedándose sin comida, los seres se estaban cansando de no poder cazar a las personas y cada día se ponían más agresivos. Rompían estructuras y se manejaban en grupos, todas las noches parecía que los aliens golpeaban las paredes del pequeño refugio con el tan solo deseo de poder entrar ahí de una vez por todas, el amanecer del martes se hizo ver ante los ojos de Julián el cual había estado toda la noche acampando frente a las rejas que los resguardaban esperando ver el sol salir con Marcos recostado en sus piernas, el sonido de los pájaros cantar y los pequeños rayos solares se fueron metiendo por las rejas dejando ver que ya era el momento, era el momento de salir de ahí.

-Marcos, mira...el sol- El joven de cabello azul desteñido sacudió con delicadeza el hombro de su compañero despertándolo del sueño profundo en que este se encontraba, reacciono abriendo los ojos y clavándolos en el rostro del chico sentado debajo de él se había dormido en las piernas de su amigo cuando noto esto todo su rostro se ruborizo, paso seguido se levantó y se alejó de forma avergonzada.

-Si claro, debemos irnos...seguramente encontremos algo mejor que un super mercado en barrio general paz- Lo dijo de forma seria mientras se sacudía la remera negra que llevaba puesta, estaba llena de tierra y sangra que no se quitaría con una simple sacudida, pero debía intentar al menos verse algo presentable entre tanto caos, se acercó a la reja y la examino, estaba oxidada, manchada con sangre en casi todo lugar, debía hacer el menos sonido posible para no ser descubiertos.

Tiro de la cuerda la cual mantenía a la reja baja y empezó a subir la misma, haciendo un chillido intenso, apretó los dientes y su ceño se frunció, no podía parar de hacerlo, era su oportunidad de escapar, solo debía levantar unos centímetros más la reja así podía pasar por debajo de la misma, era sencillo, pan comido. Julián se encontraba llenando su mochila con alimentos envasados y bebida, había tomado otras cosas que podían llegar a ser de utilidad, cuchillos tramontina, tanza, alcohol y algodón. Cuando la oportunidad se hizo presente Marcos le hizo una seña con la cabeza a su compañero y tomo el impulso para empezar a agacharse por debajo, pero antes de que este pudiera poner la mitad de su cuerpo afuera sintió un tirón en su brazo, los ojos negros de su compañero estaban mirándolo con firmeza, parecía que tenía mil palabras en su garganta las cuales moría por decir.

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