VIII

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Sucumbir al sueño y despertar en un sombrío páramo que no conoces… Sentirte indefensa rodeada de negras montañas cual valle de la destrucción.

La noche se apodera de tu cuerpo y permaneces inmóvil, observando las sombras a tu alrededor.

La oscuridad desciende hacia ti como ríos de oscura luz, sientes que te envuelve y lentamente atraviesa tu alma como si de apabullantes alfileres se tratara.

Derrochas esfuerzos sobrehumanos lanzando gritos en silencio.

Sola… sin que nadie pueda oírte, tus reservas van menguando cuando una voz se adueña de tu mente.

En el fondo, sabes que esa susurrante voz no hace más que atormentarte con fracasos transformados en tristes apariencias que en tiempos ya vividos tú misma creaste.

Quisieras dejar de escuchar, poder sobrevolar las sombras que ya reptan por tu cuerpo…

Y tal vez, al despertar, todo quede en un mal sueño que a lo largo de tu triste día a día pretenderás olvidar.

Más no olvides que cada noche, cuando reposes sobre tu lecho y mandes a tu persona al descanso… volveré, y noche tras noche te seguiré torturando.

Tus remansos de paz han acabado, y en cada alegría que creas vivir, en tus ojos se verá reflejado el dolor de tu pasado, recordarás cada error cometido y no enmendado, te arrepentirás inútilmente y en cada minuto desearás no volver a conciliar el sueño para no escucharme nunca más.

Porque en tu interior sabes que mis verdades resonarán en tu cabeza hasta el día del juicio final.

Tal vez, un día descubras en mis ojos que yo soy esa oscuridad de la que jamás te podrás librar.

El día que ante todos reconozcas humildemente tus errores… ese día, desapareceré. 

Paranoias de una Mente PerturbadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora