Paranoias de una Mente Perturbada

XI

Mírales.

Mírales y dime qué ves. ¿Te has parado a observar cómo se miran? Que no existe más mundo que ellos mismos a su alrededor. Que las miradas acusadoras les pasan desapercibidas, que nunca dos seres han sido capaces de observar tan profundo a cualquier persona que tuvieran delante.

Porque simplemente no les importa.

Que estoy convencida de que sólo un 2% de la humanidad sería capaz de entenderse tan completamente, tan a la perfección... Que no necesitan de palabras para decirse que se aman.

Y aún siendo así, esa palabra que sólo con su mención ya te advierte de lo que conlleva, para ellos es incluso poco.

Que ellos están devastados por dentro, que van mucho más allá, que sus gestos denotan la inmensa importancia que tienen el uno en el otro.

Pero sigue... no dejes de observarles, amor. ¿Ves ese brillo apagado en sus ojos? ¿Esa sombra que los cubre? ¿Y qué puedes decirme de las marcadas ojeras que lucen? Que ambos son dos seres extremadamente perturbados, y que no me alcanza la comprensión para poder explicarme a mí misma por qué el resto de la gente no puede ir más allá y ver la sublime belleza que hay en ello.

Que ambos están rotos por dentro y lo demuestran físicamente, pero sólo entre ellos. Por eso las personas siempre les observarán del mismo modo: y es que la gente cierra los ojos ante la realidad que tiene delante.

Y todo esto es curioso, ¿sabes? Siendo que la naturaleza humana es tan propensa a meterse en vidas ajenas... ¿por qué no intentan indagar en el sentimiento que se profesan tan abiertamente, sin esconderse ni mentirse? ¿Por qué no van más allá y se dan cuenta de una puta vez de lo rematadamente hermoso que es?

Que la gente piense lo que quiera, que ellos están devastados, altamente perturbados y que parecen dos almas atormentadas. Que se ven desaliñados, apagados, pálidos y rotos, pero como ya insistí antes, nadie intenta comprenderlo abiertamente.

¿Y qué más dará que luzcan su apariencia decadente y triste? Que la gente no está puesta a pensar y mucho menos aceptar que la tristeza y la melancolía son dos estados terriblemente bellos en su totalidad.

Que todo el mundo siga pensándolo. Ellos saben que las cosas no son así, que se encontraron por causalidades de la vida, porque ambos han aceptado que las casualidades no existen, que el destino es caprichoso y que todo tiene su razón de ser.

Que aún después de tanto tiempo, se siguen sintiendo como la primera vez, que se siguen extrañando cada vez que se separan cinco minutos, que ambos saben que este vínculo es más que cualquier otro sentimiento.

Y que todos digan o piensen lo que quieran, que ellos se quedan con su melancolía en las horas muertas. Que ese aura de tristeza que los envuelve a altas horas de la noche es la cosa más bonita que han visto y sentido nunca. Que si están juntos no necesitan más felicidad que esa. Que ya han dejado de idealizarse porque su realidad ha superado todas las expectativas.

Que les gusta remarcarse siempre, a cada segundo, que así, rotos como están, son lo más bonito que han tenido, que la jodida suerte por fin se puso de su lado, y por supuesto que les encanta pensarse, soñarse, escribirse, leerse... y escucharse es la más hermosa sensación que pueden albergar.

Que lo suyo son las largas conversaciones a las cuatro de la mañana, en la cama, con la luna como único testigo, sus canciones siempre resonarán en sus mentes, y sus partituras desgastadas viven dentro de su ser.

Y por si lo dudabas todavía, que sí, mi vida, que sí. Que a ella le encanta descubrirse pensando que él es su Eric y ella su Shelley, que no hay dos almas más perfectas destinadas a estar juntas en este mundo, y más allá, entre las estrellas, se seguirán amando. Que adoran esa melancolía que les invade. Que le den al mundo entero, que todo esto es arte, es puro sentimiento que les lleva al límite, que no necesitan nada más que la adrenalina que les proporcionan todas sus emociones, todos sus secretos compartidos...

Que esa pareja tan oscura y destrozada, somo ambos. Y por supuesto que sí, amor, que ese 2% solamente podíamos ser tú y yo.