Carta 5. The Abbey

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Carta 5. The Abbey.

Querido remitente, quizás no sepas esto de mí, pero nunca he sido una persona que se considere con suerte. Por el contrario, pareciese que los problemas gravitasen a mi alrededor con un magnetismo especial, lo cual me lleva a un sinfín de situaciones desafortunadas, tal como la cena de anoche en «The Abbey».

Poco después de que terminé de escribir aquella carta, Margot Wallace me llamó. Quería pedirme que me encargue de los preparativos de una cena que se daría para celebrar la unión de cierto escritor inglés con la casa editorial de Boston, y tenía tres horas para asegurarme de que el celebre restaurante esté a la altura de la ocasión, lo que resultaba en una multitud de llamadas telefónicas por realizar.

"Y consíguete algo bonito para la cena, Lauren, quiero que des una buena imagen."

Antes de que te lo estés preguntando: si, estuve al borde del colapso nervioso, pero la cena resultó de maravilla. Al parecer, reservar una mesa para veinte personas en el exclusivo restaurante es bastante complicado si es a último momento, pero bastó con que mencione el nombre de William Davies para que "abran lugar en su apretada agenda", por lo que todo esto de tener contactos resultó ser más que beneficioso de lo que creía.

Eventualmente, tuve que pedirle un vestido a Jenna puesto que los míos son un poco más "informales" de lo que amerita la situación, así que me presenté con un vestido negro hasta la rodilla acompañado con un maquillaje sencillo de labios rojos y el cabello alisado, lo que me tomó más tiempo del que debería haber estado dispuesta a gastar, pero todo sea por dar una buena imagen... ¿no?

"Luces increíble, Lauren" me dijo George, quien estaba sentado a mi lado dándome una sonrisa de lo más encantadora.

Reí nerviosamente, no sabiendo qué responderle más que un tonto "tú también" antes de que la mesa se suma en un silencio sepulcral, puesto que Margot Wallace acababa de entrar al restaurante del brazo del galante escritor que, para mi pesar, se sentó en el otro extremo de la mesa, exactamente frente a mí.

Quería negarlo, pero no tenía caso. Will Davies lucía más que atractivo en aquel traje gris oscuro, aunque eso no lo suficiente para pasar por alto la actitud tan egocéntrica y pedante de aquel que mira a los demás como si fuese menos. Incluyéndome a mí, desde luego.

La cena transcurrió de lo más tranquila, con más de tres tiempos de comidas extravagantes, sólo la mitad de las cuales me gustaron, para ser justa. Es decir, puede que el caviar sea elegante, pero es espantoso.

La conversación se dirigió a mi dirección pocas veces, ya que la mayoría de ellas hablaban de gente que no conocía o autores que no me eran familiares, así que me dedicaba a comer, intercambiar un par de palabras con George y apenas si intervenir en la charla en general.

Hasta que Will Davies se dirigió a mí, específicamente a mí.

"Tengo entendido que estás familiarizada con mis escritos" acotó en medio de una conversación, mirándome directamente a los ojos, lo cual honestamente me tomó de sorpresa. Es probable que esta fuese la primera vez que se dirige a mí a voluntad.

"Creo que todos los que presentes en esta mesa lo estamos, Mr. Davies" repliqué, sin temor de hablarle como a un igual.

Todos guardaron silencio.

"¿Qué opinas sobre mi último trabajo?" inquirió él, estrechando los ojos en mi dirección.

"Honestamente, creo que «El faro de Winchester» fue el más débil de todos sus escritos" expresé, y todos en la mesa me observaron como si hubiese dicho una barbaridad total. "La trama es demasiado sencilla y predecible, y el desarrollo de los personajes no compensa esta carencia. Si, creo que el suicidio de Lydia fue un gran elemento al incorporar el factor de sorpresa, pero toda la construcción que se realiza hasta ese punto parece perder sentido después de eso."

A pesar de que todos parecen atónitos ante mi irrupción, y que esperaba que Davies me tratase como una chiquilla insolente o algo por el estilo por tratar de hablar mal sobre su trabajo, el joven simplemente me sonrió y asintió con la cabeza.

"«El faro» fue una novela que Red Castle me presionó para publicar antes de tiempo, y es básicamente la razón por la cual abandoné la editorial" le explicó Will a Margot, quien me observaba con un renovado interés ahora, sin una pizca de enojo en su rostro. "Me alegro que New Heaven tenga gente que no tema decir lo que piensa, aunque eso me pudiese haber molestado."

Honestamente, eso salió mejor de lo que me esperaba.

George, a mi lado, pasó su brazo por el respaldar de mi silla y procedió a decirme que he hecho una observación realmente inteligente, sonando casi sorprendido al respecto. La cercanía con él me hizo poner instantáneamente nerviosa, puesto que estaba prácticamente hablando a mí oído debido a que el murmullo general de la mesa evitaba que hablásemos a un volumen normal, y sentía su aliento cálido chocar contra mi piel.

"No puedo esperar a que sea viernes" me dijo de pronto, y yo lo observé con sorpresa. He de admitir que me encontraba algo escéptica a su reciente interés hacia mí, puesto que llevaba más de seis meses trabajando para la Editorial y apenas si me había notado en ese tiempo, pero envié ese pensamiento al fondo de mi cabeza debido a que en ese momento George pasó su mano en mi mejilla, dejándome sin aliento.

"Davies no ha dejado de mirarte en toda la noche" me susurró, y yo fruncí el ceño.

Sin preocuparme por lucir obvia, giré mi cabeza para encontrarme con que, en efecto, el escritor inglés tenía sus ojos puestos en nosotros dos en ese preciso momento. Y nuestras miradas se cruzaron, porque él no se apartó. Y me resultó difícil descifrar lo que sus ojos avellana me decían, al igual que el resto de su rostro: era como si sus pensamientos estuviesen fuera de mi alcance, convirtiéndolo en un enorme enigma que me causaba la más grande de las curiosidades.

Entonces, como si me hubiese olvidado al respecto, recordé lo que George me comentó aquella vez. La razón por la cual ellos están en malos términos desde hace años en Red Castle, ese desprecio mutuo tácito que es visible cuando están juntos en la misma habitación.

He ahí el reciente interés de Davies hacia mi persona.

En ese caso, no puedo esperar a la cita del viernes próximo con George Whitemore.

Con amor,

Lauren Woods.

Buscando Al Sr. Darcy (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora