Carta 6. Red Castle.
Ha pasado más una semana desde la última vez que escribí, y por eso me disculpo. Los últimos días se han transformado en una completa locura, en los que no he hecho más que correr de aquí para allá por cuestiones meramente competentes a la editorial, y no han ocurrido cosas demasiado interesantes por las que valga la pena escribir.
No obstante, escribo ahora, a las dos y media de la mañana, porque quiero que todo sea lo más fresco posible. Verás, querido remitente, esta noche fue mi cita con George Whittemore... y no sé como sentirme al respecto.
Lo primero que puedo decir al respecto es que esta noche ha estado frío y distante, actitud para nada similar a la forma de comportarse hacia mi persona las últimas semanas, lo que sin dudas me parece curioso y extraño. Fue casi como si, al primer momento en que quedamos solos, él hubiese perdido el interés por mí completamente.
Porque claro que Lauren Woods no es capaz de encontrar a alguien que le guste y que esa persona le corresponda, porque esa es mi suerte.
"Un martini, por favor" le dijo al chico encargado de atender el bar, y ni siquiera me preguntó qué era lo que yo quería beber.
"Lo mismo" acoté.
Nunca en mi vida probé un martini, pero es lo suficientemente elegante para que James Bond lo beba, así que creí que sería interesante probarlo. A los minutos, ambas bebidas estaban servidas frente a nosotros con una aceituna dentro, y el bartender había proseguido a atender a otra pareja que estaba a unos metros a nuestra izquierda.
"Por New Heaven."
Elevé mi delicada copa y sonreí al escucharlo, mientras el ligero tintineo del choque de ambas llegaba a mis oídos.
Nunca fui una persona que disfrutara de beber, pero decidí rápidamente aunque el martini fuese lo más elegante del mundo, no me gustaba para nada, por lo que me lo terminé con mucho esfuerzo mientras que mi compañero repitió la bebida varias veces a lo largo de la noche.
A medida que pasaba el tiempo, la voz de George comenzaba a elevarse varias octavas mientras no dejaba de hablar ni un segundo sobre sí mismo. Y también de Will Davies, para ser honesta.
"Quizás el problema sea ese. Él es gay" pensé, la quinta vez en diez minutos que trajo a colación el nombre del escritor.
O quizás simplemente no le intereso, realisticamente.
"Comencé a trabajar en Red Castle a los veintiún años, lo cual es bastante impresionante, si me permites decirlo" rió George, mientras yo descansaba mi mentón sobre la palma de mi mano, sintiendo de pronto todo el cansancio de un largo día de trabajo, provocando que mis ojos se cierren contra mi voluntad.
"Impresionante" acoté, pero él ni me escuchó.
"Al principio era ayudante del corrector principal, y me daba trabajos mínimos pero de suma importancia. Eventualmente, fui ascendiendo dentro de la compañía..." y así continuó por aproximadamente media hora, sin exagerar.
Incluso llegó a hablar de dos ex novias que tuvo en esa editorial y el tiempo que duró con ellas... ¿¡Qué!? ¿Quién hace eso? Es auto-sabotaje.
"Y ahí fue cuando conocí a Davies, en realidad" expresó, lo cual captó mi atención de inmediato. Me enderecé en mi lugar, y me acerqué un poco a él mientras le pedía que me hable un poco más respecto a sus épocas en Red Castle junto al escritor.
"Siéndote completamente honesto, comenzamos siendo amigos. Buenos amigos, en realidad. Tanto así, que compartíamos prácticamente todo: William acababa de presentar un manuscrito que le estaba costando trabajo continuar, y allí fue cuando le comenté mi interés por escribir Elizabeth. Tenía la idea en mi cabeza desde hacía meses, pero nunca tuve talento real para escribir, así que le permití que se quedara con la idea, porque él era mi amigo y no me pareció que fuese algo malo. Jamás me imaginé que tuviese éxito con ella. Pero lo hizo."
"¿Y te dio créditos?" pregunté, bebiendo mi agua con soda mientras él se bajaba un vaso más de martini sin ningún esfuerzo.
"Claro que no, Lauren. El orgullo es algo muy importante para él, y ni siquiera se dignó en mencionar que aquella novela en realidad fue una creación mía. Se llevó todo el crédito."
No podía creer lo que estaba oyendo.
Si William no me agradaba antes, enterarme de esto me hizo pensar que es un cobarde y un manipulador, dos características que no le sientan bien a nadie. ¡Y con razón George aún le guarda rencor! ¡No les haces esas cosas a tus amigos!
"¿No consideraste llevarlo a juicio?"
"No tendría caso, él tiene mucho más dinero que yo, y el dinero compra mejores abogados. Estoy seguro de que terminaría perdiendo el juicio, y un montón de dinero en consecuencia" me respondió, y yo me sentí genuinamente mal por él. Apoyé mi mano encima de la suya, tratando de darle un poco de apoyo moral, y él me sonrió de esa forma encantadora que suelo ver todos los días pero que esa noche parecía no estar presente, hasta ese momento.
"Eso es una mierda" gruñí, a pesar de que raramente insulto de esa forma.
"Lo sé, Lauren, pero mientras tú sepas la verdad de quién es realmente William Davies... está bien para mí."
Y yo lo sé. Vaya que lo sé.
William F. Davies es un patético, orgulloso y triste hombrecito inglés que está tan acostumbrado a que la gente bese el piso que camina que no concibe a que alguien como yo, de la plebe, se disponga a cuestionarlo
Pues no pienso quedarme de brazos cruzados mientras el mundo lo alaba, y sin dudas que yo no tengo la menor intensión de hacer lo mismo. Si en algún momento siquiera consideré cambiar mi opinión, pensando que quizás no es una mala persona después de todo, me equivoqué.
"Vaya, se está haciendo tarde. ¿Qué dices si continuamos esto en mi departamento? O en el tuyo, si prefieres" dijo con voz seductora George, sacándome de mis pensamientos.
"Quizás en otro momento" aventuré, apresurándome a pedir la cuenta antes de que él vuelva a insistirlo.
Es decir, el chico es sin dudas atractivo, pero esta noche ha sido esclarecedora en muchos sentidos: Will Davies no es lo que todo el mundo cree, y George Whittemore no es quien yo creía.
La noche terminó con él besándome de sorpresa mientras yo esperaba el taxi, y creo que fue uno de los besos más extraños e incómodos que tuve en toda mi vida.
Bueno, querido remitente, dice por ahí que no todo lo que brilla es oro. Después de esta inolvidable cita, creo que probablemente sea cierto.
Con amor,
Lauren Woods.
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Buscando Al Sr. Darcy (COMPLETA)
Short Story¿Nunca pensaste en lo maravilloso que sería poder sacar a uno de tus amores literarios de uno de esos libros? Para Lauren Woods, su ideal del hombre perfecto está concentrado en un personaje de "Orgullo y Prejuicio" de Jane Austen, el afamado Fitzwi...