Carta 9: Mi prejuicio.
Aún no termino de procesar del todo lo que ocurrió ayer en el aeropuerto con Will Davies, mientras que mi mente trata de buscar pistas en las últimas semanas que indiquen que el escritor pudiese haber estado remotamente interesado en mi persona, pero no encuentro nada concreto.
Por un momento pensé que quizás estaba jugando conmigo, haciendo una especie de broma retorcida y de mal gusto, pero dentro de mí sé que él no es del tipo de hombre capaz de jugar con algo así... o eso quiero pensar. De cualquier manera, me digo a mi misma que no me interesa Davies. Aún no me olvido de las cosas que es capaz: si bien ya no tengo relación con George Whittemore más que un cordial respeto mutuo de compañeros, no concibo que William haya permitido que su orgullo se interponga en el camino de lo que es correcto, y que se haya comportado de esa manera con quien era su amigo.
Sin importar las cosas que me dijo el día anterior, para mis ojos sigue siendo el mismo hombre arrogante, orgulloso y pedante de aquel primer día.
Me siento una tonta.
Me siento una pequeña niña con la que han jugado, riéndose en su cara ante su obvia ingenuidad. No puedo creer que George haya sido capaz de hacer eso.
Escribo esto profundamente conmovida, lamentando cada palabra que alguna vez dije, escribí o pensé en contra de William Davies, sintiéndome como una tonta por no haber visto la verdad tal cual es.
Quizás no comprendas del todo, querido remitente, pero la carta de hoy ha tomado un rumbo inesperado después de una charla esclarecedora, y no me puedo arrepentir más de las palabras que escribí en las líneas de arriba.
Verás, lo que sucedió fue que Margot Wallace me llamó a su oficina mientras redactaba el fragmento que leíste más arriba. La mujer dijo haberme visto muy afectada después de volver del aeropuerto el día de ayer, y notaba que aún no podía sacudir esa sensación fuera mi sistema, por lo que me sentó en un sillón frente a ella y me hizo hablarle al respecto.
"¿Ocurrió algo con William?" inquirió, elevando las cejas de manera interrogatorio. Yo froté mis manos por encima de mi regazo con nerviosismo, pensando que estas son cosas que probablemente no deba contarle a mi jefa... ¿cierto?
"Él me ha dicho que está enamorado de mí" respondí en un hilo de voz, pensando que es probable que Margot ni siquiera me ha escuchado, cuando la veo sonreír. Sonreír en serio, de manera genuina, lo que me hizo elevar la mirada hacia su rostro.
"Vaya, vaya. El pequeño Will" dijo entre risas, de manera risueña, mientras que yo la observaba con real confusión en el rostro. "¿Y cómo te tomaste la noticia, Lauren?"
"No lo sé, quizás no sea cierto y esté simplemente jugando conmigo."
"Oh, no. Él no juega con las personas" intervino ella, haciéndome elevar las cejas ahora a mí. Si, claro.
"Claro, porque él no jugó con George Whittemore en Red Castle" dije, carcajeándome de manera seca y cortante, pero Margot se acercó a mí con una mueca en el rostro.
"¿George te dijo eso?" me preguntó, y yo asentí con la cabeza. "¿Y qué te dijo, específicamente?"
Y en esos momentos comencé a explicarle a grandes rasgos todo lo que George me contó, sobre ellos siendo grandes amigos hasta que William robó la idea de «Elizabeth» para quedarse con todo el crédito... y entonces Margot me contó la verdad.
Toda la verdad.
"Lo primero que debes saber con respecto a eso, es que William y George eran realmente muy cercanos. George fue quien le consiguió la conexión con Red Castle a William, con quien posteriormente él publicaría su primer gran novela... pero eso fue después de que ocurriera aquello que terminó por inspirar «Elizabeth». Dime, Lauren, ¿leíste esa novela? ¿Sabes de qué trata?"
"Claro que la leí, y de hecho me gusta mucho. Trata de una joven de diecisiete años que queda embarazada de alguien mayor a ella, y es rechazada por su familia." Expliqué a groso modo, no comprendiendo del todo qué tenía que ver eso.
"¿Y cómo termina la novela?"
"Elizabeth pierde a su bebé" respondí, con un nudo en la garganta. Esas últimas líneas del libro son capaces de sacarme lágrimas cada vez que la leo, debido a la maestría con la que está escrita y la crueldad que refleja.
"Verás, Lauren... Elizabeth es la hermana de William" me confesó.
Mi corazón cayó literalmente al suelo, y mi rostro se transformó de inmediato en sorpresa absoluta. La tristeza invadió mi pecho, como si una sensación de angustia se extendiese de pies a cabeza por mi cuerpo.
"¿A qué te refieres, Margot?" susurré.
"Elizabeth quedó embarazada del mejor amigo de su hermano, George Whittemore, quien es seis años mayor a ella. Y él, al enterarse, intentó persuadir a la chica de realizar un aborto" es como si, palabra a palabra, mi cabeza se fuese esclareciendo más y más, mientras que me horrorizaba segundo a segundo. "Ella se negó a hacerlo, y él desapareció. La familia Davies no quiso que su hija regresara a casa, prácticamente cortando lazos con ella, y William fue quien se hizo cargo: dejó de escribir para trabajar doble turno en un restaurante y un casino, y acogió su hermana en su departamento en New York."
"¿Cómo fue que George conoció a Elizabeth?" pregunté, sin saber muy bien qué responder.
"Ella había venido a Estados Unidos a visitar a su hermano durante las vacaciones, y supongo que ellos simplemente se enamoraron o algo por el estilo. Eventualmente, Elizabeth perdió a su bebé a los seis meses de embarazo" dijo Margot Wallace, con los ojos completamente aguados mientras que un nudo se iba formando en mi garganta. "George acusó a William de usar su imagen sin su permiso, aunque él hubiese cambiado su nombre y alterado la historia para la ficción. Con el dinero del primer libro —que fue un rotundo éxito, como sabrás—, William le compró una casa a su hermana en Inglaterra."
"¿Y George?"
"Eventualmente fue despedido de Red Castle. La única razón por la cual está trabajando con nosotros fue porque William me pidió como un favor que lo tome, solamente en solidaridad y porque, a pesar de todo, Elizabeth aún se preocupa por él."
Es increíble que alguien tan despreciable como George Whittemore haya sido capaz de alterar mi percepción de la realidad, haciéndome ver solamente lo que él quería, cegándome por completo.
No solamente William Davies no es lo que yo creía, sino que es una persona remarcable y con una bondad infinita. Me siento una tonta, utilizada como una marioneta en un perverso juego del que no era consciente, y me parece increíble lo mucho que mi manera de percibir a Will cambió.
Lo difícil que fue para mí vislumbrar más allá de lo que creía que era correcto, y cómo mi prejuicio me nubló los sentimientos y pensamientos.
Quizás William Davies es, después de todo, un hombre digno de admirar. Y ahora, sabiendo la verdad y sabiendo lo que él siente por mí, me pregunto si esto cambia mis sentimientos hacia con él. O si es que tengo sentimientos en lo más profundo de mi ser, los cuales me negaba a ver.
De cualquier manera, saber la verdad lo cambia todo.
Con amor,
Lauren Woods.
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Buscando Al Sr. Darcy (COMPLETA)
Short Story¿Nunca pensaste en lo maravilloso que sería poder sacar a uno de tus amores literarios de uno de esos libros? Para Lauren Woods, su ideal del hombre perfecto está concentrado en un personaje de "Orgullo y Prejuicio" de Jane Austen, el afamado Fitzwi...