Capítulo V

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Sonó mi alarma, esto era fastidioso ya que interrumpe esos hermosos sueños con ese chico misterioso, aveces me pregunto, ¿quién estará detrás de esa máscara?, ¿qué persona tan maravillosa tiene tan excelente léxico, y tono de voz?, La alarma es algo repugnante, luego de estarme cuestionando en mis pensamientos, me levanté y me dirigí a darme una ducha para ir a la escuela, era mi primer día, no podía llegar tarde, de igual manera Alsan pasará a recogerme dentro de poco. Salí de la ducha y opté por shorts de nuevo, ya que no puedo ponerme pantalón, también opté por una blusa negra y Vans.

Baje las escaleras para tomar el desayuno, pero ver a mi mamá no me agradaba tanto, realmente desconozco la razón por la cual lo hago.

-Hola cariño-dijo mamá

-Buen día- respondí secamente

-¿Cómo te encuentras pequeña?- sirvió mi desayuno.

-Ya un poco mejor, gracias- tome mi desayuno y me fuí hacía la sala, en serio no quería estar en su presencia.

-¿Pasa algo, pequeña?- dijo algo entristecida.

-No, no, solamente quiero tomar el desayuno en la sala.

-Te noto rara, no eres la misma.

-Tengo amnesia mamá, poco a poco recordaré el “cariño que te tengo”- dije secamente.

Sonó el claxon de Alsan afuera de mí casa.

-Me voy, vuelvo luego de clases.

-Esta bien, le he pedido a Mallark que te traiga a casa- sonrió y me dió una bolsa con comida.

-No necesito que él me traiga, tengo a Alsan que es mucho mejor. Nos vemos- salí dando un portazo.

Sonó el claxon de Alsan de nuevo.

-¡Apúrate tortuga!- gritó en los adentros del auto.

-Ya voy gruñona- me costaba trabajo caminar con muletas. Me quedé atónita al ver que el chico nuevo del vecindario me estaba observando, cuando se dió cuenta que lo note, se puso cabizbajo, tomo su bicicleta, su mochila y se marchó.

-Qué, ya quieres pillarte al nuevo del vecindario- dijo en tono de burla Alsan.

-Claro que no, vámonos.

Llegamos a la escuela, me encontraba nerviosa, ¿quién no se pone nerviosa el primer día de clases?, Subí con ayuda de Alsan, cuando llegamos arriba ella se llevó mi mochila y me ordenó que me fuera en el ascensor para que no me costará trabajo. Ella se marchó a hacer unas cosas pendientes y quedé sola en los pasillos de la escuela, «gracias Alsan», pensé en mis adentros.

De pronto se venía acercando alguien hacia mí, era una chica un poco baja de estatura, pelo rubio y pues era simpática.

-Pero miren a quién tenemos por acá, a Carrie- se refería a mí, ¿Pero qué coños dice está gilipollas?.

-¿Disculpa?- bufé.

-Ay cariño, pero si es verdad, has tenido amnesia, la pequeña bruja a tenido amnesia señores- seguía burlándose, juro que si no tuviera la pierna fracturada le hubiese dado una golpiza.

-Oye, tranquilizarte, no te estoy haciendo nada, ni si quiera te conozco niñata- seguí caminado hacia el ascensor, a medida que iba caminando todos gritaban cosas como:

-¡Vamos brujita, incendia la escuela!

-¡No molesten a Carri que los matará!

-¡A ver brujita, mueve las cosas con la mente!

No sabía de qué estaban hablando, así que apresure más el paso y tome el ascensor, cuando de pronto el chico nuevo del vecindario venía gritando:

-¡Oye, oye!, Detén el ascensor- detuve el ascensor.

-Gracias- dijo con una hermosa sonrisa, si, «Joder su sonrisa es hermosa». Él tenía el cabello negro, su cabellera era espesa, sus ojos eran azules como los cerúleos, su tono de voz se me hacía muy parecida, pero había algo que escondían sus ojos ojizarcos, unas gafas de pasta gruesa, que combinaban muy bien con su rostro.

-Por nada- sonreí, y me puse cabizbaja, no sabía el por qué me trataban así los chicos de la escuela.

Los dos bajamos en el mismo piso.

-¿Puedo ayudarte?- sonrió, y es que, ¡JODER!, Su sonrisa es como el sol que alumbra mi mañana, es como un manantial de emociones en mí.

-Esta bien, muchas gracias- sonreí.

-¿En qué puedo ayudarte? - se acercó a mí.- ¿Si quieres puedo llevarme tu libto, o te cargo hasta el salón de anatomía?- ¡Qué!, Él está loco.

-No, no es necesario, toma mi libro, con eso será suficiente- sonreí

Caminamos hasta entrar al salón de anatomía, todos me veían como un bicho raro, me acerqué a mí escritorio, y me encontré con la sorpresa que alguien había escrito:
Bienvenida bruja...

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