🐈Parte dos:

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—No bebé, así se agarra... —dijo suavemente y tomando la manita de Jimin para afirmar el aferre en la cuchara. —Después te llevas el vegetal con cuidado a la boca.

—Mm... —gruñó bajito e hizo lo que Jin le dijo. Esta era la octava vez enseñándole a comer con cubiertos. —E-esto es difícil...

Sonriendo, acarició la mejilla regordeta y aterciopelada del menor.

—Si Suga pudo hacerlo, tú también cariño. ¡No te desanimes!

—Él es él. —dejó el cubierto sobre la servilleta rosada, cruzando los brazos.

—¿Te molesta? —inquirió extrañado el mayor. Había pasado más de un mes con aquellos jóvenes híbridos, sacándole poco a poco de su pasado, llevándose la sorpresa de que no eran los únicos en el mundo, si no que había más: pero ocultos. —Si él está demasiado enfurruñado contigo, le dejó de complacer con atún.

—¿Qué? ¡No Jinnie! —se apresuró a negar y menear las manos al aire. —Suga está bien, lo que me no me gusta es que me ignore. Cuando no le hecho nada. —puchereó.

—Es eso... —murmuró, tomando las manitos de Jimin entre las suyas. —Porque no te acercas con un vaso de lechita tibia y le preguntas; ¿Qué pasa?

Alzó el rostro, arrugando su nariz abotonada y soltando un suspiro, así como sus orejas felpudas hicieron movimientos en su cabello rubio.

—¿Cree que no me mandé a volar? —musitó.

—Haré lo mismo con él si pasa. —respondió sutilmente Jin.

—Aww, ha sido el mejor dueño que hemos tenido. —se acercó a abrazarlo, ronroneando en el acto cariñoso.

Kim Seokjin sonrió como nunca, amaba a sus gatitos y aumentó con esto que se habían vuelto personas. Eran como tener a dos hijos adolescentes, aunque debía saber más del pasado de ambos, porque ya se había dado cuenta de los celos del híbrido de tez pálida cada vez que le daba abrazos o besos en la mejilla a Mochi.

¡Mis gatitos! ☪ y,minDonde viven las historias. Descúbrelo ahora