Capítulo 4

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(Escena DDLG)

Neromia aún dormía. El cielo estaba cubierto por una oscura y densa capa, y decorado por un manto de infinitas estrellas que tintineaban rítmicamente. El único sonido existente en el entorno era producido por numerosos grillos que cantaban a la luna.

Poco a poco aquel paisaje se fue tornando anaranjado, y la brillante luna dio paso al resplandeciente sol. Era la hora de despertar para numerosos jornaleros y guardias, los cuales perezosamente abandonaban sus cálidos lechos para saludar al nuevo día.

Todos... excepto la vaga de Elesis.

Su habitación se encontraba completamente a oscuras. Solo un par de rendijas de la persiana, mal cerradas, permitían el acceso de luz matinal proveniente del exterior. Sobre el escritorio, la pantalla de un ordenador estaba completamente encendida, e iluminaba en el acto el rostro de una adormilada Elesis. En la noche anterior se encontraba tan cansada que ni siquiera se acordó de apagar la pantalla, ni de cerrar sesión en aquel juego que estaba iniciado. Éste mostraba un escenario que contenía varios personajes, pero su usuario se encontraba en un estado de suspensión, como indicaban las constantes "Z" que aparecían sobre su cabeza. Era un juego en línea.

El único sonido audible en la estancia era la rítmica respiración de la princesa, la cual yacía acurrucada bajo su rosada colcha. Su color y estampado eran algo infantiles, pero lo cierto es que a ella le fascinaban los tonos pasteles. Cuando su reloj despertador marcó las 6:30 de la mañana, éste emitió un molesto pitido que interrumpió aquel silencio y, por ende, el pacífico sueño de la pequeña. Ella, sin poder evitar soltar un gruñido, alzó la mano por debajo de la colcha para tratar de detener los irritantes pitidos. Después de varios tanteos con torpeza consiguió su objetivo y acomodó de nuevo la cabeza sobre la almohada, permitiéndose cerrar los ojos para tratar de volver a conciliar el sueño.

La princesa era consciente de que no necesitaba poseer un reloj despertador cuando ya tenía uno más que eficiente, el cual no tardaría en llegar al no percibir mas que silencio en la habitación. Mentalmente hizo una cuenta atrás.

Tres, dos, uno...

Tal y como lo suponía, la puerta del aposento fue abierta con brusquedad, tanto que incluso un adormilado guardia que pasaba por ahí no pudo evitar dar un salto. La joven, por otro lado, se dio la vuelta para darle la espalda a la puerta recientemente abierta y a la luz que penetraba del exterior que, sin pudor, chocaba directamente con su rostro. Pudo escuchar con facilidad aquel familiar chirrido que emitían las botas del nuevo integrante al caminar. Estaba acostumbrada a escucharlos todas las mañanas, y lo cierto es que le encantaba. Había veces en las cuales el sonido de tacones sustituían a los chirridos, y eso hacía que se espabilara al saber que aquella persona no era su protector.

La princesa, a sabiendas de lo que ocurriría, permaneció en la cama pacientemente mientras esperaba con los ojos cerrados a que esta persona le rociase un vaso de agua fría a la cara, como era costumbre, o que simplemente levantase el colchón haciéndola aterrizar en el suelo. En cambio, aquella persona no hizo nada semejante a lo que ella intuía. Su única acción fue abrir las persianas y dejar entrar un molesto halo de luz a la habitación.

La joven gruñó somnolienta y escondió la cabeza bajo la colcha. Tenía tanto sueño que solo deseaba que se fuera. Movimientos mecanizados recorrían la habitación mientras Elesis se ocultaba aún mas entre las mantas.

— Elesis, no te hagas la dormida y levántate ya.

Descubrí un poco mi ojo para poder observar a Ashton. Éste tenía los brazos sobre sus caderas, mientras que su rostro se mantenía ligeramente serio. Estoy acostumbrada a escuchar sus quejas diarias acerca de que rompa la planificación establecida con mis "cinco minutos mas", los cuales aprovecho y acabo permaneciendo media hora mas en la cama mientras que él prepara variadas cosas como la bañera o mi ropa.

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