Antes de que la princesa llegase, gran parte de la familia real se encontraba serenamente acomodada en el comedor familiar. Al principio el ambiente era un tanto hostil, como era de costumbre al inicio de cada velada, pero con un par de temas de conversación se logró calmar el ambiente y las risas no tardaron en inundar la sala. Sin prisa, todos los presentes engullían la maravillosa cena servida por la cocinera real, interrumpiendo de vez en cuando el para nada incómodo silencio para alabar la sabrosa elección de platillo y sus ingredientes.
La reina dejó escapar un suave y silencioso suspiro. No era nada extraño que siempre faltasen los mismos integrantes a la mesa, se acabó acostumbrando, pero eso no significaba que no le llegase a molestar. Le desagradaba pensar que aquellos asientos nunca llegaban a estar completamente ocupados a la vez. Como de costumbre, la silla que se encontraba a la cabeza de la mesa se encontraba vacía, al igual que el asiento que solía ocupar su única hija. Les tenía cariño a todos los hijos del rey, todos ellos fruto de las relaciones mantenidas por su marido con sus consortes, pero desearía que la situación hubiese sido diferente. Ella quería cenar en familia, con su verdadera familia. Con la tozuda de su pequeña Elesis y su tan ocupado marido. No le hacía falta nadie más que ellos dos.
Casualmente, los únicos que faltaban en aquella mesa eran ellos dos.
Observó con discreción al mayor de los hijos de su esposo. Ryuzaki comía serenamente al lado de Michael, el favorito de su pequeña, y se encontraba ubicado a la derecha del asiento del Rey. Nadie sería capaz de imaginar cuánto tiempo ansió Thalia que su hijo primogénito comiese a la derecha de su padre, su amado esposo. El simple hecho de sentarse a la derecha del Rey era un motivo de gran orgullo. Eso quería decir que, quien se ubicase en aquel lugar en absolutamente todas las ceremonias públicas, era el elegido por el monarca para que tomase el trono cuando él se retirase.
Desgraciadamente el primogénito de la reina nació niña. En aquel país como Neromia todos los sucesores a la línea del trono han sido únicamente varones. Nunca jamás hubo siquiera una excepción. Todas las reinas del país han gobernado a raíz de matrimonios de conveniencia con varones del reino. Todas ellas obligatoriamente han tenido que tomar asiento al lado izquierdo del Rey. El lado derecho estaba reservado únicamente para su hijo varón. Se suponía que Ryu era un sucesor temporal hasta que el hijo de la reina oficial naciese. Pero, por el momento, Thalia no sabe si su esposo elegirá a su hija oficial, o a ese simple bastardo.
La puerta principal del comedor fue abierta inesperadamente, lo cual fue un motivo de sorpresa para todos los presentes. La reina deslizó esperanzada la mirada por entre aquellos portones de madera, buscando la imponente figura de su esposo, pero sus esperanzas fueron vanas. La persona que se introdujo a la habitación no fue nada mas y nada menos que la princesa Elesis, su hija. Thalia solo pudo cerrar los ojos y negar con la cabeza. Nunca nadie rompió la regla de llegar tarde a las comidas reales. Solo eran dos comidas obligatorias las que se celebraban en aquel comedor, desayuno y cena, y su hija se limitaba a hacer lo que deseaba en todo momento. Solo esperaba que su hija tuviese una excusa aceptable, aunque no estaba de mas reprenderla solo un poco.
Tras hacerme paso entre los guardias, los cuales se encontraban apostados junto a las puertas, y abrir por mi cuenta aquellos portones sin la ayuda de ninguno, una ola de silencio me golpeó e invadió repentinamente la estancia. Desde fuera se escuchaban risas, pero con mi llegada todo lo que escucho son varios cubiertos aterrizando sobre la blanca vajilla y seguidamente un silencio sepulcral que me da escalofríos. Es como si todos se hubiesen puesto de acuerdo para mantener aquella frialdad hacia mi persona, tipo: cuando aparezca Elesis vamos a callarnos todos y a mirarla mal. Nadie emite ni una sola palabra o realiza siquiera un movimiento mientras me desplazo hacia mi usual sitio en la mesa, lo único que hacen es seguirme y analizarme con la mirada.
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Proyecto princesa
Fantasy-¿Confías en tus sentidos? -sujeta mis manos con las suyas. Asiento con la cabeza, sin ser consciente de su expresión al tener mis ojos cerrados-. Pues no deberías, querida -es lo último que escucho antes de perder el conocimiento. Tras aquella expe...