"Una exquisita montura"
Hace cinco minutos que habíamos dejado el paradero, y mi calentura no pasaba, con la mano derecha me iba mªsturbando yo, y con la izquierda a Dave.
No podía resistirme más, me puse de rodillas sobre el asiento, y le saqué complemente la verga. Quedé sorprendida, no se la había visto, al menos medía unos 23 centímetros, y era muy gruesa, eso me calentó aún más, y comencé a chupársela, no me cabía toda en la boca, pero me tragaba lo que más podía, a ratos solo le chupaba la cabeza, o la agarraba con ambas manos, y mientras lo masturbaba le pasaba la lengua por el glande.
Estaba demasiado caliente, quería que me cogiera.
Él empezó a desconcentrarse, a ratos me tocaba las tetas, pero ya no podíamos más, le dije que en el primer lugar oscuro detuviera el automóvil.
Así lo hizo, yo seguía chupándosela, pero cuando paramos, el me sacó de ahí, movió al máximo el asiento para atrás, y lo reclinó lo más que pudo.
Bajó su pantalón, no saben que calentura tenía, y con esa enorme y exquisita verga, daban más ganas de que me cogiera brutalmente.
Cómo pude me monté, le agarré la verga con ambas manos, y la empecé a introducir en mi caliente entrepierna.
Empecé inmediatamente a darle desesperados sentones, gemía muy fuerte, como nunca antes lo había hecho.
Era una indescriptible mezcla de dolor y placer, sentía que su verga me llegaba hasta lo más profundo de mi ardiente cuerpo, no sabía cómo una verga tan grande, podía caber en mí, pero era algo que me encantaba, era una rica sensación,
Seguía dándole brutales sentones, en un momento Dave se enderezó, y comenzó a chuparme las tetas, sus grandes manos recorrían todo mi cuerpo, tocaba mis pezones, y yo no paraba de moverme, por cada sentón que le daba, el me daba una exquisita y profunda embestida, y yo soltaba un gemido.
-Como me calientas- Me decía.
-No sabes cómo me pones de dura la verga con tus excitantes gemidos-
Yo seguía saltando sobre él, y él no paraba con sus embestidas, sentía que me rompía por dentro, yo cada vez más desesperada, quería tenerla toda dentro de mí, esa monumental verga, me estaba rompiendo entera, pero yo tenía que saber darle cada vez sentones más fuertes, estaba en la maldita gloria.
Qué rico como me chupaba las tetas, yo saltaba sin parar, la calentura estaba al máximo, los vidrios empañados. Quería acabar de manera soberana, seguía saltando, ya sentía como me venía, empecé a moverme aún más rápido, y Dave, me amasaba y chupaba las tetas con desesperación, eso me encantaba, sabía que sería un orgasmo múltiple.
El bajó sus manos hasta mi delgada cintura, y entre cada brutal sentón mío, y embestida de él, me sostenía firme, para que yo no me escapara un centímetro, me dolía mucho, pero era un dolor placentero, así habremos estado unos cinco minutos más, pero ya no resistía, hasta se de la nada, se vino el primer orgasmo, pero yo no me detuve, me empecé a mover a todo lo que daba, no había pasado nada de tiempo, y se vino el segundo, luego con la sensación de su lengua en uno de mis pezones, más el constante y profundo movimiento, logré venirme por tercera vez, justo al momento que soltaba un gemido completamente placentero.
Me quedé agotada por unos segundos, jadeaba sin parar, pero Dave aun no se venía, y seguía chupando mis tetas, y dándome una tras otra embestida.
No podía dejarlo así, tenía que venirse el también, le pregunté como quería acabar, y me respondió; "Mátame el pito a sentones"
Lo miré, y tras una pícara sonrisa, empecé a moverme una vez más.
Nunca había sentido tanto placer, seguí moviéndome, cabalgando con total desenfreno, era una exquisita montura.
Él comenzó a embestirme más fuerte, y yo como una loca no paraba de darle salvajes sentones, me tenía afirmada otra vez por la cintura, no dejaba de chuparme las tetas, hasta que otra vez sentí que acabaría, esa rica verga había hecho en mí, lo que ninguna otra logró en toda mi vida.
Estaba empezando a venirme por cuarta vez, cuando sentí en una última embestida, cómo él derramaba toda su esencia dentro de mí, ese solo hecho, hizo que acabara casi junto con él.
Ambos caímos rendidos, nos besamos unos minutos, luego me salí, me fui a mi asiento, el ajusto el suyo, nos vestimos, y nos dirigimos a mi departamento.
Y mientras iba relajándome, quise acariciar esa exquisita verga que tanto placer me dio, se la tome y en todo el camino a casa, se la fui acariciando.Continuará...
Autor: David Véliz Laroze.
Libro: "Perversiones" (Próximo lanzamiento)
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