Capítulo diez "Doble placer"

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"Doble placer"

Entraba y salía de mí con total desenfreno, yo moviendo el trasero hacia atrás para tener aun más adentro mío ese enorme falo.
¡Me encantaba como cogía este cabrón¡
En tan solo un fin de semana, me ha cogido mejor que todos los novios que he tenido.
seguíamos besándonos, él no paraba de tocar mis pechos ardientes, ahora estaba a dos manos con aquella maravillosa tarea de complacer mis senos, seguía moviéndose, entrado, saliendo, duro, fuerte, profundo. A ratos yo llevaba mi mano izquierda a mí clítoris, y mientras él me penetraba, yo me masturbaba.
¡Doble placer!
Comenzó a besar mi cuello, mi espalda, con la yema de sus dedos daba suaves apretones a mis hinchados pezones, a ratos era él quien bajaba su mano hasta mi clítoris y comenzaba a estimularlo.
Yo jadeando, gimiendo, caliente a más no poder, pero necesitaba ser yo la que llevara las riendas de la situación, así que sin siquiera avisarle, me salí, en un movimiento casi imperceptible para Dave, ya lo tenía de espaldas sobre la cama, y yo chupando ese rico falo. Una vez más lo masturbaba con ambas manos, lo chupaba con desesperación, mientras él jugaba con mis tetas, pero no podía más. Como la puta insaciable en la que me había convertido, lo quería todo dentro de mí. Así que lo monté sin soltar su verga, y empecé a pasar su glande por mis labios superiores, a ratos por el monte de Venus, o con el mismo, estimulaba mi clítoris, esta vez fue Dave quién no se resistía, así que mientras yo jugueteaba, me afirmó fuerte por la cintura, y me sentó brutalmente sobre él, a tiempo que me embestía profundamente, dejando en mi sexo, entre una mezcla de ardor y placer, y no solo eso, sino también todo ese enorme pito hasta lo más profundo de mis entrañas.
Lancé un fuerte gemido, y comencé a cabalgar en esa exquisita montura, rápido, cómo desesperada, ardiente, caliente a más no poder, él inmediatamente se incorporó y se sentó, comenzó a lamer mi cuello, nos besábamos, bajaba con su lengua hasta mis tetas, las amasaba, clavaba sus dientes en mis duros pezones.
Yo seguía moviéndome cómo desesperada, la sensación de un enorme pito dentro de mí, era las más exquisita experiencia que había tenido, pero no era suficiente, necesitaba que me destruyera por dentro.
Sí, puedo sonar a puta, pero les aseguro que harían lo mismo si estuvieran en mi situación.
La excitación ya comenzaba a llegar al clímax, yo estaba por acabar, así que mis movimientos se hicieron más rápidos, más brutales. También los de Dave, que me afirmaba por la cintura para clavarme más su verga, seguía lamiendo mis ardientes pechos, amasándolos, como loco, como si fuera su plato preferido.
Ya me estaba viniendo, mis jadeos eran más rápidos, cortados, constantes, entre la temperatura ambiental, el calor de nuestros sudados cuerpos, y la máxima excitación, mi agitación era desproporcionada, hasta que en un último y brutal sentón, y una salvaje de sus embestidas, lancé el gemido final, había por fin acabado, pero no todo terminó ahí, Dave en un abrir y cerrar de ojos, me tenía debajo de su cuerpo, y su enorme verga, ya traspasaba en una clavada delirante, el umbral de mi vagina.
Solo atiné a arquear mi espalda, contraer mi sexo y los músculos de mis piernas, levantar un poco mi pelvis, inclinar hacia atrás mi cabeza y poner en blanco mis ojos.
¡Dios!
Casi sin darme cuenta, y en una sola y monumental embestida, había tenido un segundo orgasmo. Mientras él, comenzaba con sus últimas penetraciones, para terminar derramando toda su exquisita leche dentro de mí.
Inmediatamente se salió y se recostó a mi lado, esperó unos minutos para que a ambos se nos pasara el cansancio y el calor, luego volteó para abrazarme y besarme.
Y así nos quedamos dormidos por al menos tres horas.
Esa noche nos devolvimos a nuestras casas, el camino estaba despejado, así que demoramos no más de dos horas en llegar, pasé a dejarlo a su departamento, antes de que él bajara del automóvil nos dimos un gran y apasionado beso de despedida, no quería bajarse del carro, y yo tampoco quería que lo hiciera, es como si ya no quisiéramos separarnos más.
Pero él tenía que hacer sus cosas, y yo ir a trabajar al otro día. Además habíamos quedado de juntarnos cuando yo saliera de mi trabajo al día siguiente.
Fue el mejor fin de semana de mi vida,
y las ganas de que ese fin de semana se extendiera para siempre, ya estaba tomando forma dentro de mí romántica cabecita.
Por fin bajó del automóvil, mientras se perdía en la entrada del edificio, yo me dirigí a mi departamento, a pesar de la felicidad que sentía, una amargura se apoderó de mí. ¿Y si no lo volviera a ver?
Apenas entré a mi departamento llamé a Esperanza, platicamos por más de una hora mientras le contaba con lujo de detalles todo lo ocurrido. - ¡Tremenda puta! - me decía.
Mientras reíamos.

Luego de cortar la llamada, me fui a dormir, había sido un fin de semana agotador, de ensueño, pero agotador al fin y al cabo.

Al otro día me levanté, bañé y me fui a trabajar, no había mirado para nada mi teléfono, solo al momento de apagar la bendita alarma.
Ese mañana hubo bastante trabajo en el la oficina, estaba tan atareada que ni tiempo para revisar si tenía algún mensaje.
Era ya como la una de la tarde cuando recién pude mirarlo, y para mi gran sorpresa, tenía dos llamadas perdidas y un mensaje en WhatsApp de Dave.
Qué maravilloso, se acordó de mí, realmente pensé que quizás ya no lo volvería a ver.
Me había escrito cerca de las 10 de la mañana, ya habían pasado casi tres horas, el mensaje decía: - Buen día, princesa. ¿Todo bien? - Y agregaba tres emojis de esos de besito con el corazón.
¡Que romántico!
Inmediatamente le respondí, y quedamos que pasaría por mí a la oficina.

Y así pasaron dos semanas, nos veíamos a diario. Por cómo se están dando las cosas, creo que será para una relación de larga duración.
Eso espero, y a decir verdad, creo que es lo que ambos queremos.

Fin.

Autor: David Véliz Laroze.
Libro: "Perversiones" (Próximo lanzamiento)
© Derechos reservados, 2018.

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