Capítulo 5: "La serendipia de conocer a Min YoonGi"

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—¿Qué tanto te arreglas, JiMin? Tan solo vas a tu taller —dijo mi madre mientras trataba de encontrar el peinado adecuado, sin éxito.

—¡Mamá! —exclamé sintiéndome avergonzado y cerré la puerta del baño para que no me viese— Déjame, tan solo estoy peinándome.

—JiMin, ven y explícame ahora. Antes descuidabas tanto tu apariencia e ibas tan tranquilo por la vida junto con TaeHyung-ah. Ni siquiera cuando te gustaba esa compañera tuya te arreglabas tanto, ¿cómo era que se llamaba? ¿Soo-young?

—¡Mamá! Me avergüenzas, deja de recordarme eso —respondí mientras acomodaba mi cabello para el otro lado, sorprendiéndome por lo bien que se veía de esa manera, ¿por qué nunca me había peinado así?

Salí del baño y ella estaba afuera de brazos cruzados.

—¿Me vas a decir quién es la afortunada? —preguntó mirándome fijamente.

—Tal vez algún otro día te cuente quién es, mamá. ¿Qué hora es? —dije sacando mi celular y al ver la hora, sabía que llegaría un poco tarde si no me apresuraba— Se hace tarde, ya debo irme —agregué, dándole un par de besos en sus abultadas mejillas para que dejara de estar levemente molesta por la curiosidad que no le aclaraba— Ya me voy.

—Cuídate mucho, JiMin-ah. Espero que a esa chica le guste tu nuevo peinado —dijo sonriendo y después de pellizcarme las mejillas, me dejó ir.

Fue rápidamente a esperar el transporte público y tuve la suerte de que llegó bastante pronto. Sentía mi pecho latir rápido por la emoción de ver nuevamente a sunbae. Cuando llegué a mi destino, corrí rápidamente hasta entrar al salón. Él aún no llegaba, suspiré aliviado por ello y me senté frente al piano para tocar una corta parte de una canción que me había estado aprendiendo desde hace años, pero que nunca había tenido una razón para mostrársela a alguien.

Mis dedos se movían torpemente por las teclas del piano, equivocándose más de una vez, provocando que comenzara de cero con algo de frustración. ¿Cómo es que antes me equivocaba menos? ¡Por qué mis dedos no llegan a ciertas teclas! Qué frustrante.

—No lo haces nada mal, JiMin-ssi. No sabía que tocabas el piano —dijo YoonGi sorprendiéndome, haciendo que tocará con sobresalto las teclas del piano, al igual que hace seis meses— Vaya, cambiaste tu peinado, ¿vienes de ver a una chica? —preguntó sentándose junto a mí, haciendo que me fuese imposible apartar mis ojos de su rostro.

—Yo... —murmuré embobado, sin saber muy bien qué decir, sin haber entendido muy bien lo que me había dicho antes— ...esta es la única canción que sé tocar, pero no puedo tocarla sin equivocarme por más que intento. Mis dedos no llegan adecuadamente a las teclas, son muy pequeños —dije ocultando mis manos en mi regazo, desviando cualquier tipo de tema relacionado con el cambio de peinado.

—¿Qué canción tocabas? Solo escuché un poco del final, ¿podrías tocarla para mí? Por favor —pidió amablemente mientras no despegaba su mirada de mí, me hacía sentir nervioso y tímido.

—Pero no me saldrá bien, no alcanzo todas las teclas —musité mirando la gastada madera del piano— No quiero que me escuche tocar mal, sunbae.

—Solo es cosa de practica, no te preocupes —dijo mientras se paraba de mi lado para darme espacio— Si me la muestras, podría ayudarte a practicarla —Hizo una pequeña pausa y se inclinó un poco para estar cerca mío— Cuando era niño, mis dedos eran un poco más pequeños que los tuyos, eran algo así —añadió, mientras dibujaba una pequeña línea con su yema sobre mi índice derecho— No es excusa para no tocar el piano —Sonrió e inclinó levemente la cabeza con una mirada que reflejaba cierta diversión— Vaya, tus manos son muy pequeñas —Al escuchar su leve risa me fue imposible no sentir el calor apoderarse de mis mejillas y aparté la mano avergonzado.

—¡No se burle, sunbae! —exclamé haciendo un puchero involuntario que siempre hacía al sentirme frustrado— Mis dedos son así, ya no crecen.

—Son adorables —respondió provocando que lo mirara a los ojos, los de él eran tan filosos y fríos, me recordaban a una daga metálica, lista para cortar lo que sea. Además, eran más oscuros que una helada noche de invierno. Pero aun así encantan— Ya, nos estamos desviando del tema —dijo parándose rectamente, desviando su vista al piano— Quiero escuchar la canción.

—Sí —contesté tratando de concentrarme en las teclas, había tantas, todas iguales, ¿cómo empezaba la canción?

Mis dedos titubeaban sobre aquellos rectángulos blancos, sin saber muy bien cuál tocar. Me sentía nervioso y al sentir el tacto de sus manos sobre mis hombros, relajé lo tensado que tenía mi ser, soltando el aire que tenía contenido y finalmente fue como si una de las teclas resaltara del resto, haciendo que mi ser entendiese que ella era la que debía tocar primero.

La toqué con suavidad y toqué la siguiente que se iluminó tan solo para mí, comenzando a formar la melodía que me traía muchos recuerdos de mi niñez. Tocando una por una, como si fueran lo más especial del mundo, obligando a mis dedos alcanzar todas las teclas en el momento preciso, sintiendo como el calor de sus manos traspasaba mis ropas cada vez más, para llegar a la piel de mis hombros, recorriendo el interior de mi cuerpo hasta llegar al estómago, formando, creando mariposas que daban vueltas y revoloteaban como locas de un lado a otro.

El calor en mis mejillas se fue apaciguando y el sudor en mis manos por los nervios comenzó a desaparecer. Ignoraba los leves errores cometidos por mis dedos para disfrutar al máximo aquel mínimo momento que yo sabría que pronto terminaría. Sentía como a medida que llegaba al final de la canción, las mariposas dentro de mí amenazaban con salir de mi interior, con una euforia que nunca había sentido, con la emoción del momento, con los recuerdos que se aproximaban a mi cabeza con cada nota tocada, con las lágrimas que pareciese que caerían de mis lagrimales en cualquier momento, con la exaltación de la música que invadía mis tímpanos, con la serendipia de haber encontrado a Min YoonGi en una sala cualquiera, en el momento justo, en el instante ideal.

Terminé la canción liberando todas aquellas mariposas de mi estómago, aferrándome por instinto a sus manos que yacían sobre mis hombros, sollozando, dejando que mis lágrimas fluyesen como nunca antes lo habían hecho, dejando salir todo aquello que se estaba acumulando sobre mí, dejando ir todo aquello que me hacía más pesado de lo que era, sintiendo como ahora era mucho más liviano que antes.

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La historia continua con un porcentaje de 100% a favor de que siguiese, gracias. ❤🐣

La melodía de un viejo piano [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora