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Capítulo 4.

Me las pagará, y muy caro. Aún estoy varada en medio del club de la piscina, con el enojo nublando mi mente. Allyson mira detrás de su espalda, y se encuentra con mis ojos inyectados en sangre. Así que rápidamente se pone de pie para acercarse a mí y socorrerme de estos pecaminosos pensamientos de asesinar a Marcel.

— ¿Qué sucede?— Preocupada, pone los brazos en mi hombro. No contesto, así qué insiste.— ¡¿Qué sucede?!

— Eso me pasa por buscar a niñas inexpertas.— Recito exactamente las últimas palabras que dijo Marcel.— ¡Eso es lo que sucede! ¡Lo odio!— Continuo gritando.

— Calma...— Susurra pasando las manos por mis hombros.— Vámonos de aquí. Tomaremos un baño en el jacuzzi, para relajarnos.— Me hala para que camine, y avanzamos hacia la villa.

...

Mis ojos se encuentran cerrados mientras siento las burbujas susurrando en mi piel. El agua caliente evapora todo signo de tensión en mi cuerpo. El vapor cubre todo el baño. La voz de Allyson entona una canción, con su dulce voz y me relaja a tal efecto, que siento como si estuviera recostada en una nube.

Me pongo de pie, saliendo del jacuzzi para envolverme en el albornoz blanco y esponjoso. — Ally— llamo interrumpiendo su calmado canto.— Miro el reloj en lo alto de la pared.— Es madrugada.— Abre sus párpados y resignada se levanta haciendo lo mismo que yo. Posiciono una mano en su hombro, otra en su cintura y nos dirigimos hacia mi recámara.

Llegamos e inmediatamente nos arrojamos a la cama matrimonial. Ally cierra sus párpados adormilada; mientras que yo me quedo observado el techo.

Un plan parpadea como un bombillo en mi subconsciente, luego susurro: — Ally— Llamo recibiendo un "ummmm" de su parte— Tengo un plan para fastidiar a Marcel.

— ¿Cuál?— Cuestiona aún con sus párpados cerrados.

— Haré que me desee muchísimo.— Sonrío astuta.— Lo provocaré hasta que no lo soporte... Al fin y al cabo... Todos los hombres son iguales... Caen hasta con la más mínima provocación.— Culmino cerrando los ojos.

...

Al otro día despierto lo suficientemente motivada, y reconocedora como para saber cuáles son mis viles armas para provocar a un hombre.

Así que me ducho, para luego cubrir mi cuerpo con mi mejor crema corporal. Me coloco mi más sensual ropa interior.

Unos toques en la puerta detienen mi hazaña. Rápidamente me coloco el albornoz y abro la puerta topándome con Dave.

— Buenos días, señorita Charlotte. Vengo a informarle que el señor Marcel se quedará todo el día en la villa por motivo a que tiene trabajo que hacer. Por eso, absolutamente nadie puede estar en la villa. Así que se le ordena que salga todo el día.

— Muchas gracias Dave. Y... Dime ¿Ni siquiera tú puedes estar aquí?— Miro suspicaz a Dave.

— Si, señorita. Ni siquiera yo puedo quedarme. Eso fue lo que ordenó el señor. Su hora de salir es a las nueve y quince minutos. Y su desayuno se encuentra en el refrigerador. — se da vuelta, yéndose.

Sonrío maliciosa, tirándome a la cama sacudiendo a una muy dormida Allyson, para despertarla, luego procedo a contarle mi plan.

...

Allyson se encargó de distraer a Abigail, para que no se diera cuenta de que yo estoy en la villa. Así que me despojo de toda tela que cubre mi cuerpo, exceptuando las bragas negras con encaje.

— Está en la sala— Comunica Allyson cuando descuelgo mi móvil.

— ¡Gracias, hermana!—Vocifero agradecida colgando. Abro la puerta cruzando el pasillo. Sacudo mi cabello dándome un aspecto salvaje y llego a la sala. Encontrándome con Marcel desayunando en el comedor. Cuando me ve se atraganta con lo que sea que tenía en su boca. Golpea su pecho para tomar el vaso con jugo de naranja y tomárselo.

Cruzo a la cocina como si nada a buscar mi desayuno. Y vuelvo al comedor, ésta vez, a sentarme.

Traga fuerte, hace lo posible para resistirse y no mirar mis medianos, respingones y voluptuosos pechos.

— Buenos días, señor Marcel.

Traga el nudo de su garganta.— Dije claramente que no quería a nadie merodeando por la villa, ¿Qué haces aquí?— Cuestiona incapaz de mirarme. Se queda observado el plato pero levanta la vista cuando no he contestado.

Es ahí cuando contesto: — Pero... Usted no es nadie para decirme que hacer señor... Marcel.— Me burlo comiendo un trozo de manzana.

Estrella su puño contra la mesa, provocándome una mueca de diversión.

— Vete— Su mandíbula de tensa— ¡Vete!— Su grito me sobresalta un poco.

— No me iré— Me levanto de la silla. Su mirada baja a mi ropa interior, todo índice de furia de evapora de su rostro. Me acerco lentamente. — ¿Qué sucede, señor Marcel? ¿Por qué no me quiere cerca?— Finjo tristeza. Sentándome en la mesa de frente a él.

Mira mis pechos y luego mis labios.

— Sabes perfectamente porqué es. No quieres ser mi sumisa, así que...— Se aclara la garganta.— Por eso te quiero lejos.

— ¿Y si me retractara?— Cuestiono enredando un mechón de cabello entre mis dedos.

— No lo sé. Estoy enojado contigo.— Reprocha fulminándome con esos hermosos orbes.

— No se enoje conmigo.— Suplico acercándome a sus labios lentamente.— Por favor...

— Charlotte...— Advierte acercándose también.

— Por favor...— Gimo cuando se pega como sanguijuela a mis labios. Me hala haciendo que caiga en su regazo notando su excitación punzante debajo de mi entrepierna húmeda. Hundo mis manos en su cabello despeinándolo y atrayéndolo más a mí; haciendo que gruña y muerda mi labio inferior. Gimo más fuerte restregándome contra él. Baja sus grandes manos hacia mis nalgas para estrujarlas, pegando mi entrepierna a su erección que crece más y más.

Sube una de sus manos a mi cabello, haciendo una coleta para halarla con fiereza. Mi cuello queda al descubierto y abandona mis labios para pegarse ahí. Chupa dejando una marca y luego muerde. Abandona, bajando hacia mis pechos erguidos pegándose como un bebé. Toma mi pezón izquierdo, chupando con ansias, luego lo muerde haciendo que lance un jadeo. Halo fuertemente su cabello provocando que gruña y se pegue más a mí, como si fuera posible.

Mi plan se ha ido por el desagüe. Pensaba en provocarlo para hacer que caiga redondo hacia mí. Pero terminamos cayendo los dos. Y la verdad no me importa. Sus besos salvajes hacen que pierda hasta el más mísero pensamiento.

Toma el otro pezón chupando cómo si quisiera extraer algo de ellos. Gimo más fuerte cuando escucho su ronco ronroneo, ¡Demonios! Creo que me correré con sólo escucharlo.

Vuelve a subir hasta mis labios profundizando más el beso. Hunde su lengua saboreando todo a su paso mientras mueve sus caderas insinuando que me penetra profundamente, mojando más mi vagina. Enredamos nuestras lenguas con avaricia.

Gemimos al mismo tiempo, despegando nuestros labios. Y odiando ser humanos que necesitan respirar. Pegamos nuestras frentes con la respiración pesada.

Inhalo profundamente para luego bajar de su regazo y salir despavorida de ahí. Dejándolo excitado, vulnerable. Con su adolorida erección palpitando debajo de su bóxer. Con los labios hinchados, los ojos nublados y la frustración sexual contenida en su delicioso glande.

Subo las escaleras sintiendo mis pechos rebotar. Mi vagina goteando mis bragas y la satisfacción mezclada con hambruna sexual corriendo por todo mi ser. Abro la puerta de mi recámara, luego la cierro poniendo el seguro. Y me arrojo a la cama cayendo boca arriba.

Abro mis piernas hundiendo mi mano derecha acariciando mi inundada vagina. Y correrme pensando en mi fascinante amo...

«La Tentación De Marcel» #1 COMPLETA EN DREAME. LIBRO DE PAGA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora