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Capítulo 5.

Me despierto sobresalta, con el sudor perlando mi cuerpo y la excitación cubriendo mi sistema. Sintiendo las sábanas más suaves, cómo si fueran de seda, envolviendo mis muñecas. Las levanto con intenciones de moverlas pero las sábanas enredadas no lo permiten.

Escucho un zumbido que molesta mi tranquilidad. E intento nuevamente mover mis manos aún con los párpados cerrados, para averiguar qué es ese zumbido. Pero sucede lo mismo, y es demasiado extraño, porque se supone que con el segundo intento las sábanas iban deshacerse de mis muñecas.

El zumbido se vuelve más nítido, haciendo que perciba como el sonido sube por mi piel.

Abro las retinas, apesadumbrada sintiendo mi clítoris erecto y mis pliegues chorrear. Miro mi alrededor notando que este no es la habitación donde me hospedo e inmediatamente me aterrorizo.

- ¿Dónde estoy?- Susurro tratando de moverme. Pero me doy cuenta que no son las sábanas que están enredadas en mis muñecas sino esposas forradas de una tela algodonada. Respingo cuando una voz ronca contesta:

- En mi habitación.- Susurra. En medio de la penumbra que rodea la habitación, percibo algo en su mano, lo cual emite el zumbido que hace momentos me molestaba.- ¿Qué?... ¿Creías que después de calentarme así, te ibas a ir sin bajar está carpa que hay entre mis piernas?- Se acerca apretando mi glúteo.- Y... Encima escuchar como gemías mi nombre, mientras te tocabas- Chasquea su lengua- Eso no se hace, fierecilla.

Mis ojos son como órbitas cuando percibo que lo que provoca en zumbido es un maldito vibrador. Un... Maldito... Vibrador.

De sorpresa, pega el vibrador en su máxima potencia entre mis pliegues. Haciendo que chorree mucho mas, gimiendo.

Echo la cabeza hacia atrás, posicionándola entre mi brazo derecho, mientras me retuerzo de placer.

- ¡Suélteme!- Tartamudeo entre gemidos.

- Cuando termine, te soltaré... Y falta mucho para que eso suceda.- Susurra moviendo el vibrador de arriba hacia abajo con mucha furia provocando gemidos incontrolables en mí.- Me cobraré todo lo que hiciste. Has sido muy traviesa, fierecilla.

- ¡Por favor ¡Ah!- Lanzo un alarido de placer cuando sube la potencia del vibrador, cómo si eso fuera más posible.

- Me encanta escucharte decir entre gemidos que te suelte, cuando ambos sabemos que te encanta y no quieres que pare.- Susurra excitado con esa voz tan ronca y profunda, que provoca sensaciones inexplicables en mí.

Cada vez más siento la sensación de pesadez dentro de mi vagina. Y una nube oscura en mi cabeza, que sólo se enfoca en la ansiedad de correrme.

Siento que estoy llegando a la cúspide del orgasmo cuando de repente Marcel quita el pedazo de plástico eléctrico que casi me llevaba al orgasmo. Resoplo consternada y frustrada por la incesante ganas de correrme. Abro la boca para protestar pero lo que sucede me deja sin palabras.

Echo la cabeza hacia atrás posicionándola en mi hombro, mientras abro la boca para gemir como nunca lo había hecho.

La lengua de Marcel es fantástica.

Levanto mis caderas acercándolas más a su boca para buscar fricción. Atrapada mi clítoris entre sus dientes y lo succiona con una fuerza arrasadoramente satisfactoria. Levanto la cabeza y bajo la mirada hasta ver a Marcel con su cabeza entre mis piernas, lo cual es mil veces más excitante que todo lo que he visto en mi jodida vida.

Mi amo al parecer siente mi vista puesta en él, porque sube la mirada hasta chocarla con mis ojos nublados de placer. La forma en la que me mira, sus orbes oscurecidas hasta el punto de parecer negras y su lengua habilidosa perdida entre mis labios vaginales, es lo suficientemente caliente como para hacerme correr de una forma en la que ni yo misma pude hacer, por más que lo intentara.

Mi cuerpo y mente no dan crédito a todo ese placer liberado, mis labios abiertos, las palabras incomprensibles que salen de ellos, mi cabeza escondida en mi hombro, y las hormonas estallando por todo mi sistema, son la clara evidencia del orgasmo arrasador que estoy experimentando.

Abro y cierro mis manos mientras trato de encoger mi cuerpo pero las fuertes manos de Marcel en mi cadera me retienen, y éste continua succionando a más no poder. El orgasmo se hace más grande destruyendo todo de mí, siento como el familiar fluido vaginal sale de mí, cayendo en los deliciosos labios de mi atractivo amo y señor. Mientras éste lo saborea como el más rico de los manjares.

Caigo rendida en la cama con todos mis músculos relajados. Sintiendo las retinas pesadas.

Siento como quita todo lo que me retiene y acaricia mis muñecas y tobillos entumecidos. Lo último que escucho de Marcel es su risita burlona después de susurrar:

- Hay que trabajar con tu resistencia, pequeña.

Luego de eso caigo profundamente dormida.

«La Tentación De Marcel» #1 COMPLETA EN DREAME. LIBRO DE PAGA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora