¿Vengarse? ¿O caer rendido a la pasión?
Esas eran las preguntas que rondaban en la cabeza de Marcel.
Quería vengar lo que unas vez le habían hecho.
Pero se dio cuenta, muy tarde, de que ella también era una víctima más.
Una historia llena de erotism...
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Capítulo 1.
- ¿Qué es?- Cuestiono con la curiosidad carcomiéndome por dentro. Sonríe victorioso, porque me tiene en la palma de su mano. Y eso le satisface, cosa que me jode interiormente.
- ¿Quieres saber?- Cuestiona- Vine a proponerte que seas mi sumisa.- Mis orbes están a punto salirse.
- ¿Tu sumisa?- Tartamudeo por su demente proposición. El bochorno tinta mi rostro y cuello. Solo un necesitado de un psiquiátrico acosa a una chica de veinte años y encima le propone ser su sumisa, acorralándola en la barra de un club.- ¿A caso estás loco? ¿Cómo es posible que me propongas eso en un club, estando consciente de que somos unos completos desconocidos.
Niega al mismo tiempo que chasquea la lengua.- Si, fierecilla estoy loco, pero por tenerte – Sonríe malicioso- ¿No tienes curiosidad? Presiento que sí, eres tremendamente curiosa.
- No sé de qué me hablas.
- ¿Crees que no lo sé? Sé todo de ti, mi fierecilla.
El sonrojo cubre en tonalidad mi cuerpo al darme cuenta de todo lo que Marcel puede saber- ¿Todo?
– Todo– exclama, sin referirse a qué se refiere con "todo". – ¿Me darás una respuesta?
- No.– respondo indecisa– No te conozco, no haré eso.
Él niega, sabiendo de mi indecisión– No, no pienses que esto es un tipo de acoso por parte de un enfermo, porque no es eso.– aclara– Es solo qué te he visto varías veces en éste club, pero nunca se presentó la oportunidad de hablar contigo– confiesa– Imagínate que tendrás un cita conmigo, que nos estamos conociendo– negocia conmigo.
– Lo pensaré– acceso, algo que no haría si estuviera en mis plenas facultades, y no con alcohol en mis venas.
- Te doy un plazo de siete días, luego de eso, me llamas.- Susurra en mi oído. Para después dar un casto beso, dislocando mis terminaciones nerviosas. Me pasa una tarjeta blanca, con su nombre escrito, y lo que al parecer, es el nombre de su empresa. Y así sin más, da media vuelta, yéndose elegantemente.
- Ay, ay.- Vocifera Allyson apareciendo de la nada.- Estaba viendo espiándolos y pude presenciar todo lo que pasó. Tienes que contarme.- Suplica hipando. Se nota que está al borde de un coma etílico.
- Mañana te digo, ya es hora de marcharnos.- Digo halándola hacia la salida. Recibiendo refunfuños. Haciendo una llamada a la parada de taxis, planeando dejar el auto allí, para recogerlo otro día, lo que no me asusta, ya que lo hemos dejado varias veces en éste lugar.
...
Han pasado tres días, tres martirizantes y difíciles días, donde la propuesta de Marcel es el producto de tal preocupación. Pensé que había accedido a pensarlo porque estaba un poco alcoholizada, pero no.
