Capítulo 3

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Cuando Riley se despertó, con el estómago gruñendo debido a que se había saltado la cena, vio que alguien le había subido sus cosas del coche. Todo su cuerpo le dolía placenteramente cuando rodó hacia un lado. Una ola de calor la recorrió. Por Dios, ¿qué había hecho? De una cosa estaba segura. Había sido extraordinario.

Alegremente, se sentó y abrazó las sábanas a su pecho. Una ducha caliente era lo que necesitaba y cuando se hubiera zampado un buen desayuno, haría algo para los chicos, también.

-Hey, Riley — Harry la llamó al pasar por delante de su puerta camino a las escaleras. — Nos vamos al trabajo. Usa el teléfono para hablar con tu banco y arreglar tus asuntos. Si necesitas algo, ven al garaje, si no, estaremos de vuelta sobre las cinco.

-De... de acuerdo — contestó ella.

-Siéntete en tu casa — añadió con una sonrisa. Cerró la puerta y se marchó antes de que ella pudiera contestar. Unos minutos más tarde, ella oyó a los otros pasar.

Rápidamente, buscó su neceser y ropa en su maleta y fue en busca del aseo ya que no había uno en su habitación.

Resultó ser la habitación de al lado de la suya. Gimiendo, dejó que el agua cayera en cascada por encima de ella y le suavizará los pequeños dolores que tenía de la noche anterior. Su coño estaba sensible por los excesos y, con una sonrisa pilla, se preguntó cómo estaría en una semana. Bien usado y necesitando más, decidió. Antes de aquella noche, había estado ocho meses sin tocar a un hombre. ¿Cuánto tiempo pasaría después de los excesos de los siguientes días?

Con una risita, se recordó que tenía más quehaceres aparte de disfrutar del sexo mientras estaba allí. Planeando cómo organizar el día, se dirigió a su habitación y se quedó helada cuando vio un hombre al lado de su cama, la sábana pegada a su cara. Llevaba tejanos y una camisa blanca abotonada. Era un poco menos corpulento que Harry, Zayn y Louis, y su pelo estaba cortado en un estilo más clásico, menos despeinado.

Incluso de espalda a ella, sabía quién era.

-Niall — dijo en un grito sofocado.

Su espalda se puso rígida y se inmovilizó. Entonces soltó la sábana de entre sus dedos. Puso las manos en los bolsillos pero no se giró.

-Pensé que te habías marchado con ellos— dijo tranquilamente.

-No. De hecho, yo pensé que tú te habías marchado con ellos.

-Sólo voy a trabajar en los libros unos pocos días a la semana.

Ella dejó su ropa sucia y su neceser en una silla que estaba cercana a su equipaje. Niall, aún no se había movido. Su frente se arrugó mientras miraba fijamente su tiesa espalda.

-¿No vas a mirarme? Él meneó la cabeza. — Es mejor si no lo hago.

-Por favor, quiero ver tu cara y saber quién me tiene los nervios de punta.

Niall suspiró, sintiendo el peso de su mirada en él. Ella le odiaría, pero cómo podía negarse. Ella le vería en algún momento de la siguiente semana, en cualquier caso. Mejor ahora que más tarde cuando ella estuviera horrorizada de que le hubiera dejado follársela en la oscuridad.

Lentamente, se giró, mostrando su lado bueno primero. Vigilandola, siguió girándose. Su brusca inhalación le sentó como una puñalada, así como la forma en que sus dientes se clavaron en su labio inferior, pero había esperado repulsión y pena.

En lugar de eso, ella cruzó rápidamente la habitación hasta llegar a donde estaba él y le envolvió con sus brazos. Le estrechó tan fuerte, que él pensó que quizá no iba a soltarlo nunca, pero entonces sus manos se deslizaron por sus brazos. Él se encogió ligeramente cuando ella le tocó la cara.

Les Pertenece a Ellos  - Daly way 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora