Capítulo 0: Ten cuidado con lo que deseas

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Jongdae siempre se había sentido un incomprendido; por lo general, nadie lo tomaba en serio cuando expresaba esa opinión pero existía una cosa, una sola cosa, la cual Jongdae no podía dejarle pasar a nadie que viniera a decirle que exageraba. Y eso era su pereza. Podría parecer irrisorio pero era la verdad.

Jongdae había sido bendecido con una madre cariñosa y consentidora, una cara envidiada hasta por los modelos de la Seúl Fashion Week y una voz que el tal Chen de EXO solo tendría si volvía nacer. Y eso, sin mencionar su cuerpo atlético que más de uno quisiera probar y su habilidad fantástica para los números. En resumen, estaba más bueno que el pan de la panadería de la familia de Minseok o al menos eso pensaba Dae.

Pero al parecer, los Dioses le tenían más envidia que a Hércules y no pudieron tolerar tal perfección. Así que lo dotaron de un defecto. Un pequeño e insignificante defecto que no debería opacarlo pero era el karma de su vida y la excusa ideal que su madre, Minseok, sus profesores, su ex y hasta el Papa usaban para echarle en cara: su pereza.

No importaba cuánto les explicara que no lo hacía a propósito, que él también quisiera ser más productivo y preparar sus clases con anticipación o no dejar para último minuto sus trabajos prácticos o dormir menos y aprovechar más horas del día. Pero no podía; estaba cansado y con cansancio era incapaz de hacer algo. Cansancio + estrés + tarea por hacer= recuperar energía para poder cumplir y ¿cómo se recupera energía? Si fuera un smartphone, un auto eléctrico o Robocop, se enchufaría al 220 pero era un humano y su única opción era dormir. ¿Era un pecado dormir siestas de tres horas? Pues, mejor que allá abajo estuvieran guardándole un lugar porque se lo había ganado con duro trabajo y hasta horas extras.

Pero al parecer el gran Kim Jongdae se había vuelto un poco susceptible y se le estaban hinchando las pelotas de escuchar los reclamos de siempre. Esa semana lo estaba poniendo a prueba e iba reprobando con menos cien puntos sin opción de recuperatorio; una total mierda. Su madre quería que fuera más aplicado con los estudios, Minseok quería más tiempo para sus tardes de póker y las maratones de “Hágalo usted misma” en el canal de manualidades, y sus profesores querían que subiera su promedio porque “Diablos Kim, tal vez seas un genio con los números pero tus proyectos de inversión son un asco; puedes darnos más que eso”. Harto. Todos podían irse a la mierda, enviarle una postal y etiquetarlo en Instagram para que conociera el dichoso lugar al que lo mandaban seguido.

Siguiendo el consejo de su aplicación “Conocimiento es poder” que le enviaba consejos día a día para ser una persona más iluminada, iría a caminar para despejar su mente porque “Dale a tu cuerpo alegría, Macarena”. Y aunque la porquería no registró bien su ID, era un buena recomendación.

Para su buena suerte, el parque cercano a su Universidad estaba teniendo una feria ese día. O al menos eso decía el panfleto que el chico pingüino le entregó en la esquina. Él solo lo aceptó de lástima, ya que la gente no valoraba a los volanteros, pero encontró algo bueno a cambio. El intercambio equivalente hacía los suyo; Edward Elric estaría orgulloso de él.

No estaba muy seguro de qué iba la cosa. Desde el nombre “Mandala Fest” hasta los muñecos vudú que adornaban las esquinas del papel, todo era raro. Pero nunca había que juzgar un libro por su portada o al menos eso aprendió a los quince cuando finalmente abrió ese libro de portada horrenda con el título de “Kamasutra: el libro del amor”; y él pensando que era una novela romántica, ¡Maldito tiempo perdido!

No había mucho que pudiera interesarle; el aroma a incienso lo hacía lagrimear, los sahumerios lo ponían a estornudar y la planta que le querían vender definitivamente no era un helecho. No necesitaba una piedra concentradora de energía, un anillo potenciador del deseo para el pene o una carcasa de IPhone que reflejara el color de su aura.

La dichosa feria lo estaba poniendo de peor humor. Era mejor si se marchaba antes de comprar alguna idiotez como ese queso sabroso de la muestra hecho de leche de ovejas en meditación y… Maldito vendedor Yixing; casi le compra cuatro.

Haciéndose camino entre el montón de personas chocó sin querer a una anciana bajita. Como el joven bien portado que su mamá crió, Jongdae se disculpó y ayudó a la vendedora a levantar su mercancía.

-Gracias, joven. Los chicos apuestos no suelen ser amables.

-De nada. Por suerte, soy ambos -río ligeramente-.

-Lástima que pareces agotado. Un gran cansancio se apoya en tus hombros.

-Ni que lo diga. Es la historia de mi vida.

-Toma -le extendió un llavero de un perezoso dormido en un árbol-, es el amuleto del Dios Kai. Todos lo despreciaban por estar dormido siempre y no participar de las reuniones de Dioses. Sin embargo, cuando los humanos hicieron una fiesta para los Dioses que duró cinco días y cinco noches, todos volvieron agotados sin saber que los enemigos planeaban una emboscada. Los Dioses iban perdiendo, ninguno tenía fuerza alguna pero de repente, el perezoso Kai, que durmió esos cinco días con sus noches, luchó sin descanso en los cinco días siguientes y venció al enemigo. Desde ese día, los Dioses lo respetaron. No tiene nada de malo agotarse antes que los demás. Lo importante es en qué usaras la energía luego -volvió a agitar el llavero-; si le pides al Dios Kai que te ayude a enfocar tu fuerza, podrás usar tu debilidad como poder.

Jongdae miró el regalo. La historia estaba linda, seguro impresionaría a su yo de ocho años o a Minseok. Pero no iba a ser descortés con la anciana, por lo que recibió el objeto con humildad y regresó a su hogar.

La noche no terminó bien. Su madre se enteró que faltó a clases por quedarse dormido, su profesor le envió un mail diciendo que no aceptaría el informe hasta que no pareciera hecho por alguien con sus capacidades y su jefe del trabajo de medio tiempo en el supermercado lo regañó por bostezar con su bocota abierta delante de los clientes.

Jongdae arrojó su mochila contra la pared y se echó boca abajo mientras miraba al perezoso Kai colgado en la esquina de su cama.
-Dios Kai, tienes suerte. Tal vez en tu mundo celestial ser un perezoso te sirva para salvar el día pero aquí, solo tendrías problemas. Desearía tener cualquier defecto, el que fuera; estoy seguro de podría manejarlo. Pero no puedes cambiar eso, ¿cierto? Un Dios con límites. ¡Qué desperdicio de Dios!

Jongdae se preparó para dormir dándole la espalda al amuleto. Sin embargo, no era consciente de la mirada del perezoso. Tal vez era tiempo de aprender que había que ser cuidadoso con lo que se pide. O al menos, Kai creyó era una gran idea.

El Dios perezoso (Chenmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora