Capítulo 4: El pez, por la boca, muere

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Ese mediodía, al despertar, Jongdae no cargaba con un bulto pesado entre sus piernas, así que suponía que el Dios Kai lo estaba maldiciendo con otro pecado o en el mejor de los casos, finalmente, lo habría perdonado. Aunque tendría que atravesar el resto del día para saberlo.

Le tocaba turno en el supermercado por la tarde y a pesar que todo estaba medio raro luego de la detención de Seohyun, más allá de un “Jongdae, eres imbécil” por parte del Señor Do, al enterarse de la estafa sufrida, no hubo otras reprimendas.

Por otra parte, su mamá le había vuelto a hablar y ya no parecía tan enojada sino que lo miraba con cara de “¡Me tocó un hijo sin sesos y con las bolas alopécicas!” o al menos eso interpretaba Jongdae. Tal vez Minseok tenía razón y necesitaba hacer terapia para superar el trauma de no tener pelo, después de todo su amigo opinaba que era interesante manosearlas así y ¡vaya que se las había toqueteado!

Pensaba en estas cosas mientras hacía su camino hacia el baño y no pudo evitar quedarse unos minutos para controlar su apariencia. No es que como si alguna vez le hubiera interesado un poco pero tenía que admitir para sí mismo que era atractivo. Bueno, más que atractivo, estaba bien bueno; su reflejo no le mentía y podía entender por qué Junmyeon le tenía ganas o por qué a Minseok lo ponía tan caliente que se lo follara mientras lo miraba fijamente.

-Jongdae, Jongdae -se decía mientras se secaba el rostro-, es una lástima que quieras ser contador, de seguro serías el idol más sexy de Corea o el actor porno más cotizado del mundo. ¡Qué gran pérdida para el mundo!

Sin embargo, belleza o no, estaba atrasado para llegar al trabajo y si no quería perder el presentismo sería mejor que fuera moviendo sus piernitas y se saltara el desayuno.

...

¡¿Qué le pasaba a la gente hoy?! Él podía ser lo suficientemente honesto como para reconocer que intentaría coquetear con el cajero si fuese tan apuesto como él pero esto era el colmo. Había visto la mirada de los clientes y estaba seguro que esa señora de noventa años tenía fantasías sexuales que incluían ser poseída por él. Y el mastodonte, dueño de la lavandería de enfrente, quería comerle el pene; él lo sabía, no podía equivocarse. Además, tampoco podía culparlos, eran mortales que podían apreciar lo que realmente valía. Pero él no estaba interesado. Demasiado morbo para un ser inocente como él.

-Jongdae, yo creo que ya te estás yendo al carajo. ¿En serio crees que esas personas querían seducirte? Yo estuve ahí y la pobre Sra. Wang solo te preguntó si no había más Choguipatitas de pollo; y el Sr. Yoo vino para buscar cervezas y beber a escondidas de SU ESPOSA -estaba razonando Tao, su compañero-.

-Solo estás celoso porque los clientes me aman y a ti ni te da la hora ese falso chino que compra la Kokobop para hombres todos los meses.

-¿Celoso de ti? Ya quisieras. Si fuera a tener celos, los tendría de alguien tan genial como tu amigo Junmyeon  -Jongdae lo miró con mal semblante-. Para que te sea más fácil entender, si fueras un producto de esta tienda, serías parte del sector de descuento por proximidad de vencimiento; el mismo lugar donde está la Chogisopa de repollo con col.
Ahora, volveré a mi trabajo y espero que termines con tu delirio de alfa macho pecho peludo porque te recuerdo que usamos el mismo vestidor y te falta el pelo en las bolas.

-Me sentiría ofendido pero es obvio que te gustó lo que viste. Lo siento, Tao pero tus manos son muy ásperas y me gusta que me las toquen con cariño.

-¡Vete a la mierda, idiota!

...

La tarde pasó sin más sobresaltos, a menos que casi ser golpeado por un marido celoso fuera un problema. Jongdae se defendía diciendo que él no sabía que la clienta era casada y que no le vio nada de malo a coquetear con una bella mujer que lo miraba con ojos ardientes de deseo pero Tao no apoyaba su versión de los hechos, especialmente porque la mujer se había acercado a Jongdae, quien reponía los productos, para preguntarle si no había más Choguitampones y por alguna razón, su compañero decidió que lo estaba invitando a clavar la sombrilla en la arena.

El Dios perezoso (Chenmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora