Especial 2: Limando asperezas (Taoris)

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La mirada de la secretaria era una mezcla entre asesina y preocupada, sin embargo, no se atrevía a decirle nada. Estaba bien que se suponía que el dispensador de agua estaba en la sala de espera para que los pacientes se hidrataran pero Tao iba camino a terminar con el botellón gigante que proveía de líquido. Pero quién podría culparlo si estaba a punto de vomitar el desayuno de los nervios. Finalmente, el gran día había llegado; hoy sería su primer cita médica con Yi Fan y tal vez el comienzo glorioso de su futuro al lado del pseudo chino.

-¡Señor Huang! -una voz chillona reclamó su atención- El doctor Wu lo está esperando, no lo haga esperar -agregó con mala gana-.

No había que ser un genio para suponer que Tao ya la tenía entre ceja y ceja -depiladas, obvio- pero ya la haría tragarse su mala actitud cuando viera cómo se convertía en la luz de los ojos del dermatólogo.

Sin tardar más, recogió su abrigo Gucci y se dirigió al consultorio. Aunque ansiaba ver al hombre, tenía que admitir que deshacerse de sus manos ásperas era un buen aliciente también. No quería ni pensar en la cara de trauma de Yi Fan si llegara a masturbarlo con sus lijas. ¡Ningún hombre quiere sentir que el pene se le despedaza! Así que esto era un win-win para ambos; Tao se enlazaba al amor de su vida y el doctor disfrutaba de manos suaves en todos los lugares por los que pidiera.

-Tao -las manos de Yi Fan se posaron sobre sus hombros-, ¿estás bien, hombre? Entra de una vez.

¡Santísima Choguisopa de pollo! Ver al chino en su bata de doctor en vivo era mejor que todos sus sueños húmedos. ¡Y mierda que tenía una cantidad importante de ellos! Pero debía reprimir sus ganas de presentarle su culo para una revisión profunda, a menos que se inventara una paspadura. Ok, no. Normalidad ante todo.

-Lo siento, solo estoy cansado. Ya sabes -sacudió su flequillo con una mano-, muchas horas extras y demasiados proyectos en la universidad.

-Toma asiento -él hizo lo mismo-. ¿Qué estudias?

-Periodismo. Algún día trabajaré para Vogue y seré una perra china al mejor estilo Meryl Streep –“Eres imbécil, compórtate”-. Perdón, me dejé llevar.

-Descuida, es un lindo contraste. Puedes ser un tierno cajero que malacostumbra a un cliente y un estudiante de periodismo asertivo. Me pregunto qué otras cosas puedes ser -dijo divertido-.

“Por ti, baby, sería Batman” Definitivamente tenía que dejar de mirar Shrek por las noches.

-Bien -continuó el doctor-, dime desde hace cuánto tus manos son así.

-Mmm -puso pose de pensador sensual-, creo que empezó en mi último año de secundaria. Al principio no parecía nada grave pero con el paso de los años, empeoró -se avergonzó un poco-.

-Aparte de las manos, hay algún otro lugar reseco.

“Tao, no seas sucio. No digas nada turbio. Además la resequedad de atrás se cura con otros fluidos.”

-No, el resto de mi cuerpo es muy suave.

-Bien -dijo un poco descolocado el dermatólogo-. ¿Te has hecho un chequeo este año? Muchas veces, la resequedad de manos excesiva es indicador de otras enfermedades como diabetes o problemas de tiroides.

-Fui a mi revisión hace tres meses y no había problemas. Soy un hombre sano, Dr. Wu –“Oh, sí… quiero llamarlo así en la cama.”-.

El Dios perezoso (Chenmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora