Séptima Parte: Cuando Estoy A Solas.

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No han pasado ni veinticuatro horas, y ya echo de menos a

Lisa. Vendería a nuestro hijo primogénito -un

pequeñín al que supongo que daremos un nombre irónico,

como Faust- para que volviera y me soltara uno de sus

puñetazos.

Ni siquiera me he cambiado de ropa al levantarme, pues la

camiseta lleva la impresión de su puño. Tampoco pienso

contarlo a los amigos. He tratado de distraerme haciendo

unos dibujos del Guardián del Sol. Es curioso que haya sido

una distracción tan importante para Lisa que haya

tenido que irse a Nueva Orleáns para poder continuar con su

trabajo.

Nunca hago las cosas bien.

No me conviene tener esta clase de pensamientos. Ese

psicólogo repelente, el doctor Slattery, me recomendó hablar

con alguien -con los amigos, con un desconocido en el

metro, con quien fuera- cada vez que me sintiera solo e

infeliz: una recomendación obvia, para la que no hacía falta

pagar la pasta gansa que le pagamos. Salgo a buscar a

Jimin, pues en casa no hay nadie con quien conversar.

Tampoco me pondría a darle a la lengua con mamá o con

Baek, la verdad. Telefoneo a Jimin; no me responde.

En la calle, Haeechul el Flacucho está jugando con una pelota de

béisbol. Me deja jugar con él, lo que es estupendo porque me

distrae con su charla sobre la «masturbación aplazada», que

consiste en guardar para después el enlace a una página

porno, si en ese momento no te apetece mucho ponerte a

limpiar el resultado inevitable. Pero al cabo de poco rato deja

de jugar, pues va a comprobar si la colada ya está lista en la

lavandería. Me quedo a solas con la pelotita.

-Más vale que no la pierdas -indica-. O te juro que os

castraré, a ti y a tus futuros hijos.

(Lo siento, Faust.)

Veinte días.

Tan solo tengo que sobrevivir veinte días más sin ella.

-Hola, soy Tae.

-Ya me he dado cuenta, larguirucho. ¿Cómo va todo?

-Nada nuevo, lo que es un problema. Tendría que hace algo en lugar de quedarme aquí sentado echando a

Lisa de menos. ¿Estás libre para quedar?

-Ahora mismo ando un poco ocupado. ¿Tienes algún plan

para mañana por la mañana?

-Pues no. A no ser que me propongas hacer alguna

estupidez; en tal caso, sí que tengo algún plan, el de salvar el

mundo, o lo que sea.

-Bueno, si al final no vas a salvar el mundo antes de la hora

de comer, propongo ir al cine.

-Supongo que la humanidad podrá valerse por sí sola

durante un par de horas. ¿Y qué estás haciendo ahora mismo?

-Nada -responde.

Lo dice en tono un tanto avergonzado y elusivo, como les

pasa a todos (menos a Haeechul el Flacucho) cuando les

preguntas si miran páginas porno o no y se sienten

incómodos, por mucho que la respuesta esté más que clara.

Pero lo dejo correr y hago que me hable de tonterías, como

que me diga el superpoder que le gustaría tener, por ejemplo,

y que resulta ser la invencibilidad, que Haeechul el Flacucho

siempre confunde con la invisibilidad.

Es mejor que jugar a solas con una pelota de béisbol, por lo

menos.

Recuerda Aquella Vez. [VK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora