Todo estaba oscuro, la luna ya se encontraba a su mayor esplendor. Zack, sin poder dormir, contemplaba la noche por la ventana de su cuarto sin saber que hacer. Pensó en buscar a Ray pero no quería molestarla a tales horas, de seguro estaba durmiendo plácidamente, o al menos eso pensaba.
Al cabo de unos segundos se escuchó el toque de la puerta y, un tanto confundido, abrió.
-¿Ray? ¿Qué haces despierta? Es muy tarde.
-Perdón, ¿te desperté?
-No, de seguro tú tampoco puedes dormir, ¿verdad? -ella asintió- ven aquí.
Él la tomó de su mano y la atrajo para que entrara. Ray, sorprendida, bajo la mirada con un leve sonrojo en sus mejillas, no esperaba para nada eso de Zack, pensó que la iba a mandar a su cuarto por molestarlo a esa altura de la noche.
-Puedes dormir conmigo, claro, si quieres. -sonrió mientras se recostaba dándole un espacio.
-Gracias, Zack.
Y con una sensación extraña pero agradable, se acostó a su lado abrazandolo tiernamente. Zack al ver esto se avergonzó pero correspondió tratando de parecer lo más natural posible.
-Desde ahora me gustaría dormir contigo, Zack.
-Con gusto, Ray. -respondió y ambos cayeron profundamente dormidos.
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