AMAIA:
Ha sido un día agotador, Mimi se ha ido, tengo las emociones a flor de piel y estoy muy cansada. Sin embargo, no puedo dormirme. Debería. Pero no puedo. Unas imágenes se difuminan y otras se vuelven nítidas.
Recuerdo aferrarme a su cabeza mientras Alfred lamía la parte más íntima de mí. La tercera puerta del cuarto pasillo: una sala que ahora se utilizaba como almacén. Estamos desnudos entre botellas de licor ordenadas en antiguas torres con bandejas de cruasanes. A mi mente vino la suposición de que antes de ser un bar de Jazz, habría sido una panadería. Dos dedos largos en mi interior me sacaron de mis pensamientos.
A continuación solo lo recuerdo duro, bombeando dentro y fuera de mí.
Salvaje.
Rápido.
Liberador.
Y después... sólo caliente y espeso en mi interior.
Sus labios y mis labios. Nuestros alientos se entrelazaron. Nuestras respiraciones se acompasaron. Salimos de allí.
A pesar de ser mediados de Octubre no hacía frío. Puede que nosotros fuéramos muy calientes, quizás. Volvimos andando al hotel. Yo no tenía sueño y él decía no tenerlo.
Nos conocimos más. Él me explicó sus sueños y parte de su vida. Me explicó cómo la música se había introducido en él desde bien pequeño y cómo había ido creciendo conforme él lo hacía. Alfred. Era tan diferente a todo lo que me era conocido... Me pidió que le contara algo que no supiera nadie. No se me ocurría nada. Todo aquello que me preocupaba lo sabía mi hermana. Si ella no lo sabía, lo sabían mis amigos y sino es que no era tan relevante en mi vida como para hablar de ello.
A día de hoy, tapada con la sábana blanca de la academia, aún me sonrojo al recordarlo. "Me atraes muchísimo". Eso era lo único que nadie sabía de mí y que le podía contar a él. Su frente se pegó a la mía antes de responder muy bajito. "Eso ya lo sabía antes, me lo has dejado claro entre bandejas de cruasanes". "No hablo de algo físico Alfred..."
Esa fue la última vez que probé sus labios.
De normal, cuando quemas la tensión sexual con alguien a quien acabas de conocer, solo quedan las cenizas de lo quemado. Pero todo lo relacionado con Alfred no es demasiado normal. En su caso, no había sido así.
Lo sé por los ratos que pasamos los cuatro juntos: él, yo, mi guitarra y la música. Lo sé por cómo me hace sentir cuando lo oigo cantar. Lo sé por los ratos que pasamos mirándonos a oscuras desde nuestras camas: no lo puedo ver y sé que no puede verme a oscuras, pero nos sentimos.
A día de hoy, después de llevar casi tres semanas encerrada con él y catorce personas más; sé que nuestra conexión no se disolvió poco a poco al follar en aquel bar, porque lo nuestro no era algo físico; sino algo espiritual.
Me doy la vuelta, el fresco de las sábanas me reconforta y tardo poco en llegar al punto justo en el que, antes de dormirme por completo, mi cabeza empieza a darle vueltas a todo, sin que yo pueda hacer nada.
Recuerdo la cara que puso Miriam al verme aparecer a las cinco de la mañana, después de perderme por las calles de Terrassa con él. Y sobre todo imagino la cara que debí de ponerle yo cuando me despertó una hora después porque teníamos que coger el bus hasta el lugar donde sería el casting final. Las pruebas individuales nos esperaban. El último escalón.
Ella me hizo sentarme a su lado y contárselo todo, sobre todo en vista al favor que le pedí. Necesitaba encontrar una farmacia urgentemente.
Era la primera vez que tenía que hacer esto. También era la primera vez que me había valido la pena hacerlo sin protección antes que parar... Por ello, cuándo la tuve en mis manos, no me la tomé, sino que esperé a haberme leído las instrucciones. Recorté el plástico gris que envolvía la pastillita y dejé el mínimo posible para que no se viese qué tipo de pastilla era. Menuda vergüenza si alguien entra a la habitación y pregunta, pensé.
Así que le recorté los bordes y la dejé en el la repisa del somier de la habitación que compartía con Miriam, para que no se me olvidara tomármela al salir del baño, y si así era, ella la vería y se daría cuenta.
Lo que ahora no sé y no descubriré hasta después de la gala tres, es que al lado de mi pastilla, ella había dejado un paracetamol de quinientos, pequeñito y redondo, casi idéntico a mí medicamento, pues le dolía la cabeza de la juerga que Thalía y Nerea habían montado la noche anterior.
Miriam salió del baño y tomó una de las pastillas. Y al salir yo, con las prisas, tomé la que quedaba: el Paracetamol.
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Hola. Espero que os haya gustado y que no os haya liado mucho la percepción de los tiempos. Si lo ha hecho os aclaro brevemente: Amaia está en la academia, es la noche de la gala 2, mañana les darán CoS y Amaia recuerda qué pasó el día después de irse con Alfred.
Muchisimas gracias por la acogida de la historia.
No os merezco.
Me haceis muy feliz.
Un beso.
Emma.

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Flor de Lirio
FanfictionCuando dos personas como Alfred y Amaia se unen, amor y música se complementan y nace la pureza más absoluta. Universo Alternativo. Puede que Flor de Lirio tenga un significado distinto?