Estático. Él se quedó estático, sin moverse, con los labios de Amaia a pocos centímetros de los suyos.
"Embarazada. Está embarazada" pensó él.
Y de repente... frío. Una corriente helada le recorrió el cuerpo. Sus músculos se tensaron.
Septiembre. Aquella era una cálida noche de finales de Septiembre. Estaban en Noviembre. Noviembre. Y si... Alfred se negó a pensarlo.
¿Podría ser que...? No lo pienses. ¿Podría ser que no fuera...? Que no lo pienses. Joder. Alfred. Por Dios.
La imagen de Amaia sonriendo inundó la mente del chico. La imagen de Amaia sonriendo entre otros brazos que no eran los suyos. Paseando de la mano de alguien que no era él.
¡Para de pensarlo! ¡¡Alfred!! ¡Qué pares de pensarlo!
Alfred cerró los ojos, intentando respirar hondo. Su ceño se contrajo. Sus ojos se apretaron más. Alfred notó el contacto de su pulgar acariciándole la mejilla, borrando la lágrima que había escapado de sus ojos cerrados.
Amaia cogió la mano de Alfred, y la puso sobre su incipiente barriguita. Su cuerpo no había sufrido cambios muy notables. A primera vista no se apreciaban, a no ser que lo conocieras muy bien. Y Alfred puede que no recordara algunas cosas. Puede que no recordara qué había comido antes de ayer, o cual fue la última película que vio en el cine. Sin embargo, de ella, lo recordaba todo. Recordaba el lunar que le adornaba su pecho derecho, recordaba como sabían sus labios, recordaba el tacto de su piel bajo las yemas de sus dedos. Las caricias de ella haciéndolo gemir...
Alfred inspiró, fuerte. Miró su mano, ahora sobre la tripa de ella. Extendió los dedos, acariciándola. La barriga de Amaia no estaba blanda. En su interior crecía una parte de ella; una parte de él mismo también.
Y entonces...
Calor.
Un calor que no quemaba.
Un calor reconfortante.
Un calor que derretía el frío de sus huesos.
Un calor que borraba las dudas.
Alfred abrió los ojos, encontrándose con los de ella. Los ojos de Amaia lo miraban, atentos al más mínimo detalle, a la más mínima expresión de su cara que le dejara adivinar qué era lo que Alfred estaba pensando.
Sin embargo, él sólo la miraba... descubriendo que su mayor miedo había sido infundado: allí estaba. No había desaparecido. La magia, su magia, estaba allí. Su magia... y también algo más. La sensación era inexplicable, parecida quizás a cuando te enamoras de un personaje de libro que sabes que no es real pero conectas con él. En este caso, Alfred sabía que sí era real. Pero nunca le había pasado eso de querer a alguien, o al menos quererle tanto, sin conocerle siquiera.
Amaia tenía vida en su interior.
Vida de los dos.
Los ojos de Alfred, apagados por unos instantes, sin purpurina, sin estrellas que iluminaran a quien mirase... ahora volvían a brillar.
Amaia puso su otra mano en su barriga, y sonrió. Alfred estaba emocionado. Ella también lo estaba.
No eran lágrimas amargas. Eran lágrimas de sorpresa, lágrimas de emoción y también de expectación. Y sobre todo... de alivio, alivio por parte de ella. Los miedos compartidos pesan la mitad, las dudas dichas pierden su poder.
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Flor de Lirio
Fiksi PenggemarCuando dos personas como Alfred y Amaia se unen, amor y música se complementan y nace la pureza más absoluta. Universo Alternativo. Puede que Flor de Lirio tenga un significado distinto?