13 de diciembre de 2017
Para Alfred los segundos se alargan, el tiempo parece pasar mucho más lento de lo que transcurre y su corazón se acelera.
"Pum pum"
Rápido.
Muy Rápido.
Amaia restriega las manos contra el terciopelo del sofá en el que están sentados y suspira, intentando tranquilizarse.
Doce. Doce semanas ya desde que dos corazones laten en ella...
Pero... ¿en qué momento el tiempo había pasado tan rápido?
Sólo cinco desde que sabían de la existencia de gambita. Cinco semanas en las que cada día resultaba un poco más difícil pasar las pastillas del ácido fólico por vitaminas para la anemia leve que padecía.
Cinco semanas en las que los días habían pasado como si de un soplo de viento se tratara. En un principio había sido muy fácil de ocultar el embarazo de Amaia; sólo Aitana lo sabía. Poco a poco los profesores fueron dando muestras de que también lo sabían.
Un guiño de ojos por aquí, una caricia disimulada en la barriga, un apretón de manos más fuerte de lo normal...
Ocultarlo esta última semana había sido mucho más complicado. La pequeña gambita que había aparecido en el monitor hacía más de un mes atrás, ya no era tan pequeña. De hecho era la culpable de que Amaia hubiera adquirido la etiqueta de friolera.
La sudadera gris de Alfred, que disimulaba por completo a la gambita, la acompañaba durante las clases de Magalí y a algunas de yoga y baile. La otra prenda escogida por excelencia era un jersey rosa, calentito y sobre todo lo más importante: Grande.
A principio de concurso Amaia odiaba tener que microfonarse, no por el hecho de que se escuchase lo que decía, sino por tener que llevar siempre encima la puñetera petaca. Quien iba a decirle a ella que ahora sería lo único que le permitía llevar vestidos justados: ponerse la petaca con el cinturón por dentro de la ropa, disimulando la barriguita que empezaba a asomar.
Mantener el secreto se complicaba con los días. Suerte que Aitana les cubría las espaldas de vez en cuando. Así y todo resultaba difícil para Amaia inventar excusas para no ponerse el pijama delante de sus compañeros, o no compartir ducha con alguna de ellas.
Además, Amaia tenía que lidiar con las náuseas mañaneras contra las cuales Alfred no podía hacer nada.
El chico se sintió culpable la semana en la que éstas aumentaron y Noemí y el doctor decidieron hacerlas pasar por una diarrea. Alfred intentaba cuidar a Amaia y hacerle el embarazo más llevadero y su frustración por no poder hacer nada era casi casi... palpable. Sin embargo el chico había cogido por costumbre cederle la mitad de su ración de lasaña, así como guardarle chocolate o croissants cuando tenía oportunidad y para qué negarlo... Amaia estaba encantada.
La verdad es que el miedo que Amaia había sentido con respecto a la reacción de Alfred al enterarse... había sido totalmente infundado. Ahora: cinco semanas después, no podía evitar la sonrisa que se le formaba en la cara al recordar las caricias nocturnas de Alfred sobre su barriga.
Caricias que, como ahora, la tranquilizaban dándole paz, haciéndola sentir segura, en casa.
Cuando Amaia se despertó esta mañana, abrazada a Alfred y calentita por su calor corporal, no se imaginó que el día fuera a ser tan intenso.
Si a las clases de todos los días le añadías el nerviosismo que le daba visitar al médico, sumado a las ansias de ver a la cosita que crecía en su interior, originaba un día intenso.
Si a todo eso le añadías que tanto ella como Alfred iban a tener que contarles a sus padres por Skype qué era lo que estaba pasando... el día terminaba siendo emocionalmente agotador.
—Va a salir bien, Titi.
Alfred besa su frente y mete una mano bajo el jersey de Amaia, acariciando su tripita. Amaia suspira... tiene miedo.
Verdadero miedo a lo que sus padres le puedan decir.
Miedo a enfadarlos.
Miedo a decepcionar.
Miedo a que no se sientan orgullosos.
Los labios de Alfred la ayudan a evadirse tan solo un momento. Noemí aparece tras ellos. La pantalla del portátil se enciende.
"Conectando..."
"Conectando..."
Amaia no había pensado mucho al respecto, pero cuando ella y Alfred decidieron ocultar el embarazo hasta pasar las doce semanas, por temor a lo que pudiera pasar, a que algo no fuera bien... En ese momento, Diciembre les pareció un mes lejano.
Nada más lejos de la realidad: el día había llegado y el momento era ya: ahora o nunca.
La pantalla del portátil se vuelve azul y de repente las caras de Javiera y Ángel aparecen ante ellos, ocupando sólo media pantalla.
Unos segundos pasan hasta que Alfredo y María Jesús ocupan el resto.

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Flor de Lirio
FanfictionCuando dos personas como Alfred y Amaia se unen, amor y música se complementan y nace la pureza más absoluta. Universo Alternativo. Puede que Flor de Lirio tenga un significado distinto?