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La castaña lista ya, subía las escaleras del avión para tomar asiento, y comenzar con sus vacaciones a un lado de sus padres que hacía bastante tiempo no veía salvo en videollamadas, claramente no era lo mismo que verlos en vivo, podría abrazarlos.

Mientras, James estaba llegando recientemente al aeropuerto muy apurado con ayuda de un uber conocido.
Del vuelo logró conseguir un asiento en primera clase y por suerte era en pasillo, solo. Estaría solo y relajado todo el vuelo hasta Grecia.

Altaïr mientras se sentaba igualmente en primera clase, pero en un asiento doble el cuál compartiría con algún desconocido. Eso no le disgustaba.

— Les pedimos de favor que se coloquen sus cinturones de seguridad y lo no retiren hasta nuevo aviso. Cualquier cosa que necesiten están nuestras azafatas que les atenderán con mucho gusto. Espero se sientan cómodos en este largo viaje. —.

El capitán charlaba con cada clase del gran avión que viajaria, algún tipo de relajación en vaso de que existiera alguna persona con fobia a volar.

Para el resto del viaje, Altaïr sólo se colocó sus audifonos y cerró los ojos, para nada se retiró el cinturón más que para ir al baño. En seguida volvía a ponerselo.
Por otro lado James, a dos asientos detras de la castaña miraba por la ventanilla, las nubes debajo del avión pero sin prestar atención a ellas. Estaba más que nada perdido en sus pensamientos.

— ¿En qué momento mi familia se fue al carajo? ¿Qué fue lo que hice mal? Me esforce por darles lo mejor, por darle a ella lo mejor. ¿Fue el salir tanto tiempo de casa en las giras? Según yo... Ella y yo nos complementábamos a la perfección. —.

James se cubrió los ojos con una mano, presionaba con fuerza la mandíbula para evitar llorar. No podría ponerse así justo en ese momento, justo en el avión.
Si soportó dos días desde lo ocurrido sin llorar, ¿por qué hacerlo ahora?
Suspiró y se acomodó en el asiento para poder dormitar. El vuelo iba a la mitad de su camino.

Altaïr dormía, como el resto de los pasajeros del avión. James sólo dormitaba, no lograba consiliar el sueño como era costumbre al volar.
Se puso de pie para ir al WC, lentamente para no despertar a las personas con sus pasos.
Orinaba cuando sintió un ligero movimiento en el avión el cuál le hizo fruncir el cejo. La turbulencia continuaba aún cuando el iba saliendo del pequeño cubículo de baño. La gente estaba asustada tanto como las azafatas que luchaban por mantener la calma.

— Señor, le pido de favor que tome asiento y se coloque su cinturón de seguridad. —. Una azafata se dirigió a James. Este la miró en lugar de caminar a su asiento.

— ¿Qué sucede? —.

— Tranquilo, sólo tenemos unas pequeñas turbulencias por... —. fue interrumpida por el mayor.

— ¿Pequeñas? ¡Se siente horrible! —.

— Pase a su asiento por favor, señor. —.

Un joven que servía junto a las azafatas hizo a James tomar asiento y colocarse el cinturón. La turbulencia no dejaba de senturse.

Altaïr estaba tan asuatada como el joven que estaba a su costado sentado. Uno de sus miedos estaba llegando a ella, motivo por el que odiaba volar.

En un minuto estaban bien, en otro, gritaban, asustados. El avión caía a una gran velocidad provocando que ahora todo fuese negro para todos los pasajeros del avión.

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