Capítulo 2

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POV Calle

Me quedé pensando un buen rato hasta que Sebas había vuelto con mi pedido, colocándolo con una pequeña reverencia.

-Tu siempre tan formal.- Le dije sonriéndole felizmente. Me encantaba volverlo a ver.

-¿Contigo cómo no serlo?- Guiñó con su típica confianza.

Aproveché mi tiempo a solas para organizarme mentalmente con lo que iba a hacer. Aunque hoy era día libre, era mejor adelantar ciertas cosas que tenía pendientes.

Entre esas estaba salir un rato con Sebastián. Quería aprovechar que nos habíamos visto y hablar de idioteces como lo hacíamos desde pequeños. Él siempre fue muy guapo, y además de eso, era un caballero. Sebas era perfecto, cualquiera que lo conociera diría lo mismo.

Y esa sonrisa... Dios, podría matar a cualquiera. Siempre había sabido que él me gustaba al menos un poco desde hace meses, e incluso me atrevería a decir que años. ¿Y cómo no hacerlo? Era un príncipe azul. Mi único problema era que él me veía como su hermanita, y no se le pasaría nunca por la cabeza invitarme a salir.

Cuando terminé de comer decidí ir a la caja para pagar mi desayuno. -Sebas, ¿Cuánto sería el total de la comida?- Aunque mi orden era siempre lo mismo, nunca recordaba cuánto debía de pagar.

-Oh no te preocupes Dani, esta vez va por la casa.- Y ahí estaba su sonrisa matadora otra vez. No entendía como alguien podía ser tan atento.

-Ay Sebas, ¿Cómo podría pagártelo?- Le dije. Quería recompensarlo de algún modo, pues me parecía un poco injusto que me invitara a el desayuno sin darle algo a cambio.

-Pues, me podrías acompañar a la fiesta que hará Pau en la noche como mi cita, si te parece claro.- ... ¿Quería salir conmigo? ¿Qué clase de broma era ésta?

-Claro, me encantaría acompañarte. Me vendría bien despejarme un poco del mundo.- Le comenté con una risa nerviosa. No podía creer que esto estuviera pasando.

-¡Genial! Paso a recogerte a las 7. Te espero lista y bella como siempre.- Dijo y me dio un beso en la mejilla. Pude jurar que parecía un tomate en ese instante.

Con una libreta en la mano, se fue para seguir con los pedidos, dejándome sola y un poco tonta. Bueno pues eso era un avance. Con un movimiento de mano y ojos coquetos, me despedí de Sebastián. Necesitaba llamar a  Alejo para contarle todo. Sabía que se iba a emocionar mucho, su amor por los chismes no se lo quitaba nadie.

Al salir del establecimiento, el frío volvió a meterse en mi piel dándome escalofríos por toda la espalda, necesitaba comprar un buso más caliente si no quería morir de frío. Mientras caminaba al mercado para comprar algunas cosas que me hacían falta, decidí llamarlo.

-¡Alejo! A que no adivinas lo que acaba de pasar.-

-¿Decidiste agarrar tu celular y llamarme?-

-Eres un idiota.- Dije entre risas.-Sebas me acaba de invitar a una fiesta.- Pasaron varios segundos sin respuesta. -Alejo, ¿Sigues ahí?- Y de la nada había terminado la llamada.

Miré extrañada mi teléfono, cuando momentos después su nombre apareció en la pantalla.

-¿Hola?-

-DANIELA CALLE SOTO ME ESTÁS JODIENDO. ¿¡EN QUE MOMENTO PASÓ!? TIENES QUE CONTÁRMELO TODO CON LUJO DE DETALLE.- Había gritado tan fuerte que me obligó a despegarme del celular.

Le conté todo lo sucedido. El cómo nos encontramos casualmente, el cómo me sentí al verlo después de tanto tiempo y cómo mis sentimientos por él no habían cambiado.

-Calle, estoy tan feliz que por fin tienes a alguien que te corresponda.- Dijo en un tono alegre pero serio. -Tomaré esta linda cita como un "ya superé a Poché."-

De repente paré en seco. ¿De verdad la había superado?

-Alejo tengo irme. Debo comprar algunas cosas, te llamo luego.- Colgué un poco confundida. No sabía si el hecho de que hubiera aceptado esta cita significaba que ella ya no estaba en mi mente.

Gracias a Alejo, el tema me rondaba la cabeza y no podía parar de pensar en ello. No sabía si esto era un indicio de que ella no era más la dueña de mis pensamientos. aquella chica no me correspondía, y tenía que entenderlo de una vez. Cuando terminé de comprar las cosas que me hacían falta, miré la hora en mi celular y me di cuenta de que era un poco tarde. Necesitaba tiempo para poder arreglarme, pues quería impresionar a Sebas.

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Cuando las puertas del ascensor se abrieron, pude sentir una mirada fijada en mí. Al levantar mi rostro me topé con esos ojos verdosos que tanto me acechaban. Maria José parecía examinándome, como si me encontrara un animal exótico el cual nunca antes había visto. Al darse cuenta de que le devolvía la mirada, se ruborizó un poco y rápidamente entró a su departamento. Decidí no ponerle atención a su comportamiento tan extraño, y mas bien opté por enfocarme en verme perfecta para la noche de hoy.

Ya había pasado un buen tiempo, decidí revisar la hora para ver que eran las 6:59. Al escuchar mi teléfono, lo cogí para ver quien llamaba, y sonreí al ver su nombre. Puntual como siempre.

-Hola preciosa, así que ¿Ya estás lista para la mejor noche de tu vida?- Dijo Sebastián a través de la llamada, él sabía como hacer reír a una chica.

-Claro que sí, y más si la voy a pasar con un galán.- Esperaba con emoción la gran fiesta. Necesitaba esto para despejarme.

-Bueno pues, su carroza espera afuera señorita.- Con un rápido "nos vemos" colgó la llamada.

Bajé nerviosa pero a la vez entusiasmada, pocas veces asistía a fiestas. A las que más concurría eran a las de Maria José.

Maria José....

No, hoy era una noche para despejarme de todos mis problemas y eso la incluía a ella. Simplemente la pasaría bien y sin preocupaciones. A lo lejos observé el coche de Sebas, el cual al verme sonrió, y cortésmente abrió la puerta del copiloto.

-Daniela, te ves divina esta noche.- Me dijo. Por alguna extraña razón, en nuestras conversaciones siempre terminaba ruborizándome.

-Pues gracias, tu también te ves muy guapo hoy.- Él había escogido un look informal. Vestía una camisa blanca, jeans rotos con zapatos converse y una chaqueta de cuero que lo hacía lucir muy bien.

-¿Nos vamos princesa?-

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Al llegar, Sebas bajó para abrirme la puerta y me ofreció la mano, la cual yo gratamente cogí. La música era fuerte y sentía como retumbaba en mi interior. Había gente por todas partes, bebiendo, jugando, y no podían faltar los hormonales que parecían que se les correría la cara. De pronto, una chica muy alegre nos recibió.

-¡Sebas, si viniste!- Dijo muy entusiasmada la desconocida.

-Claro, ¿cómo no iba a venir? y mira, traje a Calle.- ¿Acaso la conocía y no me acordaba?

-Así que tu eres la famosa Daniela Calle. Mucho gusto, me llamo Paula pero puedes decirme Pau.- Me dijo sonriente. Se notaba que era de esas personas que irradiaban felicidad y confianza. Me agradaba esta chica.

-Pues mucho gusto Pau, encantada de conocerte.- Le dije.

-Calle, ¿Quieres que traiga algo para beber?- Dijo Sebas, a lo cual yo asentí. Mi garganta se empezaba a sentir seca.

-Bueno Dani te dejo, tengo que recibir a la gente y verificar que nadie termine vomitando en lugares no deseados.- Me guiñó el ojo y se alejó.

Mientras esperaba a Sebastián y mi bebida, un movimiento captó mi atención. Pude fijarme en la distancia que ahí estaba Maria José bailando como si nada le importara. Maldita sea, justo vengo para quitarme a problemas como ella de mi cabeza, pero el destino planeaba molestarme un poco hoy.

Diablos, esta sería una larga noche.

Miradas ProhibidasWhere stories live. Discover now