Capítulo 3

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POV Poché

Para mí el tiempo no era algo importante ya; y los sucesos se repetían una y otra vez en mi mente. No se me pasaba por la cabeza salir siquiera por comida. Durante tres meses había sobrevivido a base de domicilios. Sentía que todo a mi alrededor daba vueltas, y pensamientos iban y venían.

Varios amigos me habían visitado en mi ahora cueva. Muchos habían intentado sacarme de mi departamento a salir un rato, pero ninguno había tenido éxito. No entendía el porqué no me dejaban en paz, necesitaba mi espacio para reflexionar acerca de lo sucedido. Esto era de todo menos fácil de afrontar. Con pesadez, decidí levantarme de mi cómoda cama para darme una ducha rápida, era muy urgente pues el olor que desprendía mi cuerpo en estos momentos no era el más agradable.

Mientras el agua caía por mi cuerpo, no podía evitar el que por mi mente se cruzara esa mirada. Lo extrañaba. Sentía todo otra vez y mis saladas lágrimas empezaban a caer. Sabía que lo mejor que podía hacer era sobrellevarlo y simplemente seguir con mi vida, pero me era imposible. Estaba hecha un revoltijo de sentimientos.

Cuando salí de la ducha me puse ropa cómoda, pues lo último en mis planes era salir a algún lado. Me dirigí hacia el refrigerador por un poco de helado de vainilla, al menos eso no era algo que debía cocinar.

Para mí, comer helado era como se ahogaban las penas y tenía muchas en estos momentos. Lentamente me senté en el sofá y decidí encender la televisión para distraerme un poco de mis pensamientos. Pasaba de canal y no encontraba nada que me llamara la atención, así que lo deje en uno aleatorio en donde estaban dando una película romántica. Perfecto. Rodé mis ojos ante la ironía de la situación y agarré el celular para ver qué estaba pasando en las redes sociales.

De repente escuché a alguien tocar la puerta del departamento, decidí ignorarlo y seguir en mi celular. Varios segundos después seguían tocando la puerta cada vez con más insistencia, y ya estaba empezando a molestarme. De la nada, la puerta se abrió revelando a una muy enojada Paula dirigiéndose a mí a paso rápido. Si las miradas tuvieran poder, estoy segura de que yo estaría diez metros por debajo del suelo.

-Maldita Maria José, ¿Porque no me abrías la puerta?- Estaba muy enojada y empezaba a darme un poco de miedo. Tenerla molesta no era algo que me agradara mucho.

-Pau relájate, ¿Me podrías decir como diablos hiciste para entrar a mi departamento?-

-Sé que tienes la llave de repuesto debajo de tu alfombra, idiota.- Vaya que se sabía todos mis trucos.

-¿Porqué estás tan molesta? ¿Estás en tus días, verdad?-

-Ay por dios, te odio- Dijo lanzándome uno de los cojines.

-Está bien calma, calma. ¿Me puedes decir qué haces irrumpiendo en mi departamento como una loca?-

- Poché, sabes que te amo pero ya estoy harta de que te la pases encerrada cual ermitaño, así que irás a la fiesta que estoy planeando hacer hoy por la noche.- ¿Fiesta? Definitivamente estaba alucinando si pensaba que iría.

-Pau, yo no iré a ninguna fiesta. Sabes que no estoy de ánimos.- rápidamente se acercó más a mí y me propinó una cachetada. -¡¿Qué putas Paula?!-

-Poché, necesito que reacciones. La vida sigue adelante, y sea como sea te voy a sacar de esta cueva.- Dicho esto, me agarró y me echó a su hombro como si fuera un costal de papas.

-¡Déjame bajar! ¡¿Porqué quieres que vaya igualmente?!-

-Porque pienso sacarte de la miseria tan horrible en la que estás. Vamos Poché alégrate un poco, hoy la pasarás muy bien. Piensa en toda la comida que habrá.- Dijo mientras a sus espaldas cerraba la puerta de mi departamento.

-¿Qué te hace pensar que me puedes chantajear con comida?-

-Vamos, sé que quieres comer algo más que pizza a domicilio.-

-...Pues sí, pero no vale la pena ir por comida que no sea pre calentada.- En serio que no tenía ganas de ir.

- Bueno quieras o no, igual ya estamos cerca del auto.-

-¡Esta bien! Iré, pero déjame en el suelo antes de que te devuelva la cachetada.-

Dicho esto, asintió con una sonrisa en la cara y me dejó bajar de su hombro. Con un suspiro, abrí la puerta del copiloto para entrar mientras Pau hacía lo mismo del otro lado. Paula Galindo siempre sabía como obtener lo que quería.

-¿Lista Poché?- Dijo mientras salía del conjunto.

- ¿La verdad? Ni sé que hago aquí metida.

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Al entrar en su casa, me senté con pesadez en el sofá. Siempre me había parecido de lo más cómodo. Encendí la televisión para distraerme un poco.

Después de dos horas, vi como Pau bajaba a la sala ya lista y deslumbrante. Vestía con un suéter gris manga larga con cuello negro. Traía puesto su collar largo triangular preferido que le llegaba hasta el ombligo. Su falda negra no llegaba más allá de las rodillas y tenía puestas unas medias veladas que hacían una excelente combinación con sus botas militares. Cualquier cosa se le veía bien.

-Ahora es tu turno.- Y sin darme tiempo a reaccionar, agarró mi mano para arrastrarme a su cuarto.

-¿Qué se supone que me pondré?-

-Tranquila, ya lo tengo arreglado todo.- 

1 hora después ya estaba lista para la fiesta. Pau había escogido para mí un jean negro roto en la rodilla que  se pegaba a mi cuerpo, una camisa amarilla mostaza holgada y unos zapatos blancos. 

Ya estando listas, ayudé a Pau a organizar toda la casa antes de que las personas llegaran. Se le veía muy emocionada, le encantaban demasiado las fiestas y aún más cuando era ella la anfitriona de todo. Ya teniendo todo listo, vimos como empezaba a llegar todo el mundo y lentamente toda la casa se llenó de música, risas, y una buena vibra.

Con unos cuantos tragos encima, pude ver a lo lejos una figura que de inmediato captó mi atención, traía puesto un chal de flores que la hacía ver muy bien, con un crop top negro que dejaba a la vista su esbelto abdomen y unos shorts que revelaban sus largas piernas. Toda su figura era para morirse.

No podía dejar de mirarla, era como si mis ojos estuvieran pegados a su cuerpo. Detrás de ella pude ver como la acompañaba un hombre que aparentaba ser su cita, no pude evitar sentir que algo se removía en mi interior. Lentamente vi como le susurraba algo al oído y se alejaba de ella. Necesitaba despejar a tremenda mujer de mi mente.

Con trago en mano decidí dirigirme hacia la pista de baile, pues necesitaba no pensar más en ella. Me atraía como un imán y no tenía muy claro el porqué. Quería hablarle, pero sabía que la pena y mi idiotez no ayudarían mucho.

Diablos, esta sería un larga noche. 



Miradas ProhibidasWhere stories live. Discover now