Capítulo 2

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Con manos temblorosas y torpes busco en el bolsillo del pantalón, saco el misterioso sobre para ver si la tarjeta tiene remitente; pero alguien interrumpe mis pensamientos, me sobresalto y el sobre cae lentamente al suelo.

Con cara de decepción bajo la mirada al piso y lo levanto, lo sostengo en mis inquietas manos.

-Hola Srta Branning ¿Cómo está?

-Hola. Bien... Gracias. ¿En qué le puedo ayudar? -le contesto sin expresión en mi rostro.

-Bien... bien. Necesito su aprobación... Se... ño... rita... ¿Se encuentra... bien?

-Sí, es sólo que... ¡Am! No, nada. Estoy bien. ¿Qué me decías?

-¡Oh sí! Sí. Necesito su aprobación para realizarle una transacción al señor Jimmy Blanch. -su mirada es de confusión.

-Claro, en seguida voy. Veo con ojos de desesperación el sobre, lo coloco de nuevo en mi bolsillo y le sigo hasta su cubículo.

Llevo la mano dentro del bolsillo del pantalón, mientras acaricio con ansias el sobre. Más que tentada a sacarlo de una vez por todas y leerlo...

Pero al ver que aún no tengo ni el tiempo, ni la libertad de leer mi preciada tarjeta como se debe, decido indignada devolver el sobre donde estaba, para dirigirme al área de cajas y así empezar un movido día más laboral.

Mi cerebro piensa sin que pueda controlarlo: ¡Rayos! Esto parece una broma. Veo paranoica delicadamente hacia los lados para buscar las cámaras escondidas.

¡Por Dios! Mila. ¿En qué rayos estás pensando?

Mi yo interior lloriquea como nena de cinco años; lo que pasa es que de verdad no lo puedo creer. ¿Por qué carajos no me dejan leer el sobre? Así podría aplacar mi zozobra -uno de mis más grandes defectos: ¡La Impaciencia! Esa sí que es mi mayor enemiga.

Termino con ansias el urgente trámite, -el cual para ser muy honesta se me hizo eterno- pero por supuesto, toda esta angustia es a causa de las benditas flores y la incógnita de su -hasta ahora- misterioso remitente.

Camino hacia el otro extremo de la sucursal donde se encuentra mi escritorio, trato de hacerlo lento, debo comportarme lo más serena posible, no quiero que se den cuenta de mis ansias.
Y entonces es como una escena de película de terror -sale una carcajada burlona- el camino es realmente largo. Al fin logro llegar, con tranquilidad, bastante "atípica" en mí.

Tomo el tiempo necesario. Con aparente calma y tratando de controlar mi respiración, decidida a averiguar de una vez por todas quién es la persona que se tomó la molestia, y sacó de su valioso tiempo para darme este bello detalle, tomo de nuevo el pequeño sobre, lo abro y leo:

"Gracias por alegrar mis visitas al banco.

Espero que estas flores alegren tu día"

Saludos.

Alessandro Farré.

¡Oh por Dios! Y cito literalmente: Caigo sentada en mi silla. Sí, la verdad es que si de algo estoy segura es que Él ni siquiera se imagina lo "Feliz que me hizo al recibir tan hermoso detalle". Este es uno de mis días favoritos en los últimos años. Pero... ¿Cómo es que sabe que estas son mis flores favoritas?

Ha cambiado por completo mi semblante -mi triste cara, la que he arrastrado en los últimos meses, sin haberlo notado se fue- la gran alegría que siento en estos momentos, la sonrisa que no se borra de mi cara, es casi imposible de creer.

Leo una y otra vez esa diminuta tarjeta. Nunca lo habría esperado. ¿Será que alguien está interesado en mí?

Mi corazón se acelera y salta de la felicidad, de emoción. De repente, algo me frena, me saca del estado de algarabía y frenesí, lo que de inmediato hace que se borre mi esplendorosa sonrisa, mi mente trabaja sin control.

Mis Alas al Viento...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora