Capítulo 12

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Una luz cálida ingresa por la ventana, es aún de día; pero, no parece ser temprano. Estoy en una cama grande, poco a poco logro abrir bien los ojos, al ver que no estoy en la misma habitación de esta tarde, me reincorporo rápidamente.

Me duele mucho la cabeza, la tomo con ambas manos, pero al tocarla siento algo en la frente cerca de la ceja, parece una venda.

Quito la confortable cobija para levantarme... ¡Rayos! No tengo la ropa puesta...

Sólo... la ropa interior... Me levanto -un poco incómoda- para buscar mi ropa, pero no la veo, exploro la habitación, veo un walk in closet muy amplio -wao.

Busco entre los cajones y en uno de ellos hay camisetas, todas son de hombre, veo una celeste, pero en realidad en estos momentos no me importa, así que me la pongo, gracias al cielo me queda larga lo suficiente para cubrir mis glúteos y verme decente -bueno, aunque sea un poco- Necesito salir del cuarto y buscarlo.

Bajo al primer nivel y busco, pero no lo encuentro. Lo busco en la sala, la cocina... busco y busco, pero no está en ningún aposento de la casa, hay muchas habitaciones, no conozco ninguna, y al parecer tampoco hay nadie más aquí.

Subo al segundo piso de nuevo... me parece raro no verlo, me dirijo de nuevo a la habitación en donde estaba dormida -que no sé de quién es por cierto- en el fondo escucho un ruido cerca del walk in closet, veo para los lados; pero no veo a nadie... la curiosidad me mata, camino lentamente para ver de qué se trata...

Me acerco más a la puerta, está entre abierta, estiro mi mano para empujarla y ver qué es lo que suena adentro; pero no alcanzo a tocarla porque se abre lentamente, parece que la fresca brisa que corre por la habitación, la empuja y se abre, me fijo y... -pego un brinco del susto- es él, está ahí... de pie... justo frente a mí... ¡Dios! Recién se duchó.

Está desnudo -bueno casi- tiene puesta sólo con una toalla en la cadera, su cabello está húmedo y desordenado. Por Dios; pero ¡Qué es lo que ven mis ojos! Su cuerpo es perfecto. ¡Uf! Ese debe ser el ejercicio que hace todas las mañanas -en realidad tiene mérito su dedicación.

Su abdomen es perfecto, está... bien definido y marcado. Mi cara no puede ser más estúpida en este momento, no puedo dejar de mirarlo boquiabierta. Me ve y su cara tiene una sonrisa sincera y tierna -me encanta el hoyuelo que se le marca en la mejilla cuando lo hace-. Sin disimulo me examina de arriba abajo... al fin rompe el silencio.

-¿Qué haces levantada señorita? -se acerca y me abraza sexymente.

¡Maldita sea! ¿Por qué me hace esto? Así como está... casi desnudo... es como un castigo para mí, tenerlo pegado a mi cuerpo, sin poder... hacerle... Reacciono:

-Yo... -aclaro mi garganta- Sólo desperté y quise buscarte; bajé y no te encontré, cuando subí de nuevo a la habitación, escuché un ruido... Por eso entré... Disc... -debo aclarar nuevamente la garganta- Discúl... pame... de verdad no quise... molestar... te... -hablo torpemente sin dejar de verlo con admiración.

-¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo? ¿Cómo está tu cabeza? -parece divertido al mirarme.

Me acuerdo de la venda que tengo cerca de la ceja, pero levanto rápidamente la mano y la toco de forma brusca, inconscientemente arrugo la frente por el dolor que siento al hacerlo.

-Yo... am... sólo un poco, pero... pero, estoy bien. -sonrrío ingenuamente- Esta habitación... -miro alrededor- ¿Es... tu... ya? -trato de cambiar de tema- Me refiero a... o sea, sé que la Cabaña es toda tuya... bueno... -callo.

-Sí... ¿De verdad... te sientes bien? -pregunta con ojos expresivos y desconfiados.

-Sss... Siii... -no me ve convencido- Es... en serio. Estoy más que bien. Creo que... en realidad no había descansado tanto en los últimos años como lo he hecho hoy. -le sonrío animada.

Mis Alas al Viento...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora