Capítulo 3

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Está justo frente a mí, se dirige al auto -lo único que nos separa es el grande y blindado ventanal del edificio.
Siento un escalofrío que pasa por todo mi cuerpo, al verlo de pronto frente a mí. Camina galanteándose muy lentamente, con su fino traje azul oscuro y de corte único.

Su cara es inexpresiva, no entiendo su mirada, pero sus ojos están llenos de enojo y decepción. Mientras mantiene sus ojos en mí, los segundos son agonizantes. Ahora dirige de inmediato su vista a las flores... y de nuevo me ve.

¡Oh por Dios, las flores! No logro comprender, ¿Qué significa? Me lanza una fulminante mirada, sus ojos parecen examinar algo, pero; no entiendo ¿Qué? ¿Qué es lo que me reclama con su fría y arrogante mirada?

No creo haber hecho nada malo, aunque su cara indica que está molesto e incómodo. !Rayos! No puedo evitar que me intimide su malestar. Me siento culpable, sin saber qué fue lo que hice mal. Estoy realmente confundida. ¡Maldita sea!

Estoy estupefacta. ¿Por qué ve así? ¿Acaso hice algo? O peor aún ¿Qué fue lo que no hice? Me pregunto, sin respuestas. Mis mejillas están ruborizadas... arden. Termina la escena frente a mí, lo veo montarse al lujoso coche, pero no antes de advertirme que aún no termima. Se va...

Reacciono y trato de pensar y analizar lo sucedido... ¡Claro! Eso de be ser... Debo averiguar si pasó algo en la oficina, con algún trámite o transacción suya. Para lo molesto que se ve, algo grave tuvo que pasar. ¡Pero, cómo no me enteré de lo sucedido!

Estoy en mi hora de almuerzo, aún y con uno de mis platos favoritos, especialmente preparado por mi madre, remuevo y remuevo el tenedor en el plato, no logro concentrarme, no pruebo bocado, no dejo de pensar en lo que pasó hace un momento.

Mis ojos están fijos en el horizonte, no puedo dejar de pensar en ese lindo detalle, -el que me alegró tanto el día... precisamente hoy- pero la alegría personal, se ve opacada con el desplante recibido, por un cliente; pero no de un cliente cualquiera... Sino por uno de los clientes más importantes del banco... Es extraño; él siempre ha sido muy respetuoso, gentil -muy callado- pero amable.

Sigo distraída y sin probar bocado alguno... Salgo de mi laguna mental... Y noto la ausencia de la alegre y hablantina Danna. ¿En dónde estará?

-Hola Mila. -escucho a kilómetros de distancia.

-¿Mila? -repite la voz sonriente- ¿Estás bien? -insiste.

-¿Estuvo agitada tu mañana, eh? -escucho muy a lo lejos la voz que insiste en hablar.

-¿Disculpa? -le contesto distraída, saliendo de mis pensamientos.

-Nada, sólo quería hacerte conversación, te veo un poco distraída. ¿Te preocupa algo? -me dice sonriendo.

-¿Eh? Perdón, pues no, bueno sí, estuvo un poco movida -como siempre- pero hoy inició muy diferente, es sólo eso, no me pasa nada. -continúo- ¿Cómo va todo contigo? -trato de seguirle la conversación.

-Bien, gracias a Dios. ¡Hey Mila! Te cuento que ahora me dio por correr, estoy entrenando para una de las carreras estatales. -me dice atento.

No consigo ponerle atención a lo que me dice.

-Ah... ¿Sí? Y ¿De qué se trata esa carrera? -le pregunto, sinceramente pensando en otra cosa.

-Es la carrera a beneficio de las Asociaciones para la Protección hacia las mujeres. -dice muy emocionado.

-¡Hey, que bueno! -logra captar mi atención- Me gustan todos ese tipo de eventos que son de beneficencia. -le digo cambiando el disco y tratando de poner toda mi atención en su tema de conversación.

Mis Alas al Viento...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora