Maya Ivanov abrió los ojos lentamente apenas el espantoso sonido de su alarma comenzó a escucharse en su habitación. Lo primero que sintió fueron los rayos del sol iluminando intensamente el lugar, otra vez se había olvidado de cerrar las cortinas cuando finalmente el sueño la había comenzado a vencer.
Se puso de pie lentamente y arrastrando los pies avanzó hasta el cuarto de baño para tratar que el agua fría de la regadera la ayudase a terminar de despertar. Realmente odiaba la idea de tener que ir de nueva cuenta a la universidad. En verdad la odiaba.
Siempre la había odiado pero ahora más que nuca pues todo el mundo parecía estar realmente triste por el terrible accidente que Joel Pimentel -un chico que ni siquiera pertenecía a ese instituto- había sufrido. No es que ella fuese una mala persona o que en efecto se alegrara de ello porque ese no era el caso pero tampoco era como que lo sintiese mucho.
Después de todo, él siempre había sido la persona más cruel, ruin y despiadada con ella. ¿Entonces por qué tenía que compadecerse de lo que le había pasado? Pero todos en la universidad pensaban de otra manera. El mundo parecía haberse vuelto color gris y para colmo de sus males todos actuaban como sí el chico en cuestión ya se hubiese muerto cuando en realidad no era así.
Según los rumores de pasillo que había escuchado estaba en una especie de coma inducido del que podía o no despertar, producido por el aparatoso choque que había sufrido cuando manejaba en estado de ebriedad y su automóvil último modelo se había estrellado contra un puente.
Maya había sufrido un poco cuando se enteró de lo que pasó con él. En el fondo aunque ella estuviese reacia en aceptarlo el amor que sentía por Joel seguía estando presente aunque muy en el fondo de su alma.
Pero entonces algo pasó.
Se detuvo de golpe frente al espejo y soltó un grito ahogado.
—Ya era hora de que despertaras...—se quejó nada más y nada menos que Joel Pimentel.—No grites, por Dios. Si haces que tus padre suban a ver qué te pasa y me ven aquí seguro pensarán que están locos...aunque en realidad no sé si ellos también pueden verme o sólo tú puedes hacerlo, no me lo dijeron así que...—se quedó en silencio cuando una pantufla de Maya se estampó contra el espejo.—No hagas eso, si lo rompes dicen que tienes mil quinientos años de mala suerte...—agregó cruzándose de brazos.
—Estoy demente—decidió la chica girándose sobre sus talones para darle la espalda.
—No lo estás...me estás mirando pero aun así no quieres aceptarlo...ella dijo que esto pasaría así que date la vuelta para poder explicarte que es lo que pasa—pidió Joel en voz baja.
—Estás muerto...—susurró Maya girándose lentamente con el rostro cubierto por sus manos.
—No, no lo estoy...
—Sólo...esto es una alucinación...no estás aquí, no lo estás...sólo creo que estás aquí pero en realidad es porque estaba pensando que casi mueres y entonces...no estás aquí...es producto de mi imaginación...—sentenció la chica.
—¿Estás pensando en mí?—cuestionó Joel y ella apartó las manos de su rostro para fulminarlo con la mirada.
—No. ¿Por qué tendría que pensar en un cretino idiota como tú?—preguntó ella y el entrecejo del muchacho se frunció de inmediato.
—Habla conmigo ¿sí?
—¿Para qué? Eres un fantasma y dudo mucho que vayas a hacer cualquier otra cosa que seguir burlándote de mí...te dedicaste a hacerme la vida imposible cuando estabas vivo y ahora que estás muerto también lo haces... déjame en paz, fantasma, aparición, espectro o lo que seas...déjame en paz.—exigió la muchacha.
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Un Fantasma En El Espejo|J.P.|Completa
Historia CortaSiempre con una sonrisa arrogante, mirada determinada y pasos confiados. Un bully en potencia. Hasta que murió quedándose atrapado en una especie de limbo mientras su cuerpo lucha por sobrevivir conectado a un millón de aparatos médicos. Ahora tien...