Cuatro Sentidos ✧ NamJin #1 ✔️

» Capítulo 5

» Capítulo 5 ↬ Sonrisas.

↬ SeokJin

Doblé la esquina de la calle que me estaba acostumbrando a ver. Ya era mi segundo día por aquí, hasta andaba con más decisión, el miedo a todo lo desconocido y nuevo iba disminuyendo.

A lo lejos percibí al chico que quería ver una vez más. Al chico y concretamente a sus gestos. Ahí estaba moviendo todo su cuerpo, aunque no bailaba, movía sus manos rápidamente e incluso cerraba sus ojos. Espera... quizás sea rapero.

En serio, no os hacéis una idea de lo expresivo que es cuando canta. No se qué tiene que me embobo viéndole hacer algo que jamás pensaba que estaría haciendo yo; pararme a "escuchar música".

Eso es lo que la gente de alrededor si me viera allí parado frente a él se creerían que hago, pero todos se equivocan. Se equivoca hasta él. Hasta el chico al que he visitado dos veces seguidas no lo sabe; no sabe que no oigo nada, que no puedo oírle cantar, no puedo oír su música.

Lo observé desde lejos, supongo que pasaría un buen rato, si mis cálculos no fallan me habría tirado unos veinte minutos viéndole sin que se diera cuenta.

Anduve unos pasos acercándome silenciosamente tal y como es mi mundo siempre. El rubio no me percibió, así que se me ocurrió dejarle una propina por el día de ayer y el de hoy. Una pequeña compensación.

Tras sacar el billete de mi cartera, lo dejé caer en la maleta pequeña abierta para las propinas. Cuando terminó de cantar me miró. Por lo que pude leer de sus labios me dijo "gracias." No esperaba que me dirigiese la palabra, así que ni le hablé, pero si que le miré y nuestro contacto visual era... o así lo sentí, intenso.

Mientras me miraba, sonrió. Ese gesto hizo que de repente mi cuerpo se encendiera. Parecía una remolacha andante, nunca había sentido algo igual. Una simple sonrisa ruborizándome... encima era su sonrisa. No entendía nada, pero ahí estaba yo rojo como un tomate.

No sabía qué hacer, pero quería hacerle ver y entender que quería ver otra vez sus gestos. ¿Cómo iba a hacer aquello? Se me ocurrió girar mi dedo y mi mano trescientos sesenta grados. Le estaba diciendo con un simple gesto que cantase otra canción más.

El chico sonrió y apretó su maquinita, supongo que haría algún sonido. Le contemplé durante todo el tiempo que cantó. Él no quiso mirarme durante los tres minutos veinticinco segundos que duró la canción, según mi reloj.

Sus gestos eran lo que yo buscaba en el día de hoy. Era como la recompensa de no oír absolutamente nada. Lo que me transmitía no se podría ni explicar. Es que ni yo mismo sé explicarlo.

Terminó la canción y volvió a posar sus ojos en mí. Después de unos largos cinco segundos de contacto sentí mi cuerpo calentarse levemente. Estaba ruborizándome, nuevamente, su mirada se hizo más intensa, como si estuviera viendo a un ángel.

El rubio sonrió de una manera que quería romper a reír. Lo percibí, ya que el poder leer los gestos de la gente mejor que una persona normal era una ventaja para mí, aunque pienso que se contuvo.

No quería crear una situación incómoda intentando hablar con él sin poder, pero las ganas no me faltaban de intentar decirle alguna palabra o algún que otro gesto más.

Por lo que mi cobardía se hizo presente dándome la vuelta, yéndome sin más, pero esta era la primera vez que me preocupaba por algo más.

¿Y si se llega a enfadar por mi actitud?

¿Y si quiere hablarme y nunca le voy a dejar?

¿Y si por mi culpa pasa algo que no quiero que pase?

"Y si..."

Esos pensamientos invadieron mi mente hasta que se pintaron las estrellas en el cielo.