—¿Por qué se demora tanto? —Se preguntó Black Hat, mientras buscaba un sitio donde pararse. El escritorio y su cómoda silla estaban, en la basura hay que decirlo, rotas por su propia furia. Y esa duda de Black Hat era en verdad acertada. Demencia casi nunca ignoraba a Black Hat, cada orden o misión lo obedecía casi de inmediato con mucha celeridad y profesionalismo (¡Sí! ¡Me atreví a decir profesionalismo!). Pero era raro ver que se demorara tanto, y es más, se podría decir que lo estaba desobedeciendo, ella siempre escucha cada grito de Black Hat, es raro también que no lo haya escuchado. Y es en estos tiempos vacíos, donde no hay ruido ni cosa que hacer, en los que Black Hat piensa, pero ¿En qué podría pensar? Varias respuestas ya se habían dado, y la verdad sí lo seguimos tratando serían muy redundantes.
—¿Por qué Demencia? —Se dijo en su mente, y con apariencia gallarda y elegante se paró para ver la calle desde su ventana. La ciudad estaba dormida, aunque en algunas casas y edificios las luces aún estaban prendidas como su oficina. — ¿Qué hay dentro de ti que me atrae? Pensó y pensó e imaginó su sonrisa; Demencia siempre le sonreía de forma boba y coqueta, con una especie de brillo en sus ojos chiflados. —Y siendo sincero —pensó— Me gustan —se imaginó, por un momento, que los tenía en frente y los veía con cierto amor. De tanto pensar en Demencia se le olvidó que su dedo lo ataba a su destino.
Luego pensó en sus rosados labios, éstos no eran gruesos ni delgados sino lo suficiente como para desear besarlos, como para beber de su juventud y de su belleza, y morderlos con suavidad y malicia. Pensó, también, en su esbelto y menudo cuerpo. —Debe de ser muy ligera —pensó por un momento, mientras se le desdibujaba el paisaje de la ciudad para convertirse en la figura de Demencia— Como para levantarla sin dificultad, y abrazarla tan fuerte que sus delicados huesos se quebrarían.
Y por último pensó en los senos, eran grandes y bamboleantes. Cada vez que ella se balanceaba entre las paredes se podía ver claramente su rebotar, y el chocar entre ellas provocaba un extraño calor en el cuerpo de Black Hat. —¡Quiero tocarlos! —pensó, mientras la lujuria le invadía— ¡Y morderlos hasta que grites y te empiece a brotar sangre y veas como la vida se te va!
Ahora, nosotros, ya sabemos cierta respuesta que no ha sido hecha pero ha estado tácita a lo largo de la lectura. Tendremos que esperar a que Black Hat se dé cuenta por sí mismo, aunque eso le traerá cierto inconveniente luego.
—¿Por qué no llegas? —Pensó mientras retomaba la vista a la ciudad, se dio cuenta que algunas casas por fin habían apagado sus luces— Necesito acabar con esto. No quiero estar pensando todo el tiempo en ti. No quiero imaginarme tu rostro ni tu sonrisa, ni las miradas de amor que me dedicas. No quiero imaginarme tu cuerpo ni tus senos, ni la suavidad de la calidez de tu entrepierna. No quiero imaginarme haciéndote el amor con violencia, mientras beso tus senos enormes y gritas con gemidos de locura mi nombre. —Por un momento miró al cielo oscuro y se sinceró— ¿A quién le miento? —Se preguntó en su mente con ironía, mientras exhalaba su resignación— Quiero hacerte todo eso ¡Quiero violarte! —Y al pensar esas últimas palabras se dio cuenta de algo, algo que era muy obvio pero, a pesar de los milenios y de su madurez Black Hat había ignorado. —¡No estoy enamorado! —Pensó con alegría, cosa que le hizo decir las siguientes palabras con una voz muy alta —¡Solo quiero tener sexo con Demencia, eso es todo!
Un grito muy agudo que luego pasó a ser rasgado se escuchó, con tanta fuerza que hizo romper todo cristal o vidrio en un rango de 10 metros, los focos y la ventana cayeron victimas de tal impresión y se apagaron como las casas y edificios. —¡Sí, sí, sí, mi Black Hat! ¡Hazme tuya, donde sea! ¡Acá mismo! ¡En mi cuarto! ¡En el cuarto de Flug o en su laboratorio! ¡En la sala, en la cocina o hasta en la calle, mi amor, pero hazme tuya! —La voz de Demencia estaba frenética y aguda, y por poco se abalanza abrazar a Black Hat pero no se sabe de dónde sacó freno. Black Hat había puesto una cara no muy común en él, de entre sorpresa y vergüenza.
—Mi amor, tengo que advertirte que no soy peliverde natural —dijo Demencia con un tono coqueto, mientras se levantaba un poco la falda y se meneaba como niña inquieta— ¡Pero es algo que tú ya vas a ver por ti mismo!
—¿Qué? —dijo, sin salir de esa expresión de sorpresa, aunque agradece que el grito de Demencia haya roto los focos, por lo menos así no sé ve su tonta expresión.
—Black Hat, no soy una niña y esta oscuro —dijo con una voz de entre inocencia y perversión, mientras se acercaba a Black Hat y se apegaba pecho contra pecho, sus delicados dedos hacían círculos sobre él como si fuera una novia mimando a su pareja— Y en la oscuridad sé hacer cosas de adultos, mi amor. Y contigo lo que tú quieras.
Y sin que Black Hat diera a razonar todas las palabras, que le había dicho Demencia, se escucharon pasos apresurados fuera de la oficina que terminaron en una abrir atronador de puertas, revelando la silueta a contra luz de Flug que se quedó callado e inmóvil. —¡Si no vas a decir nada mejor vete Flug! —Dijo Demencia algo molesta.
—¡No solo se va a ir Flug, tú también te irás, Demencia! —Dijo Black Hat, señalando la salida.
—¡Jefecito, tenemos problemas con la bolsa! —Dijo mientras mostraba la tableta roja. —¡Cállate Flug, necesitamos privacidad! —Espetó Demencia, mientras trataba de volver a lo suyo con Black.
—¡Silencio! —Volvió a gritar Black Hat, en tanto alejaba a Demencia de sí con una mano— ¡Ambos se van!
—¿Y la bolsa?
—¡Soluciónalo! ¡Para eso te pago! —Se había enfurecido por la forma de llegar, pero lo que más le molestaba era que Flug aún seguía envuelto en el hilo rojo aquel.
—Pero usted no me paga nada —Dijo Flug con algo de miedo, sin saber que el moño rojo de su cabeza rebotaba con cada palabra.
—¡Largo de aquí los dos! —Estaba furioso y los arrojó fuera de su oficina con tanta fuerza que parecía que los iba a matar— ¡Flug, soluciona todo el problema tú solo y arregla mi oficina! ¡Todo eso lo quiero en la mañana!
—¡Si, jefazo! —Dijo Flug antes de huir y tropezar consigo mismo.
—¿Y yo, mi amor? —Preguntó Demencia— Recuerda lo que dijiste y yo estoy más que dispuesta.
Black Hat la miró con arrogancia y desdén y lo que le dijo no le causó tristeza a Demencia, ya que en su cabeza había cierta solución. —No te amo.
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Sinfonía de Amor (Hiatus Indefinido)
FanfictionSucede que todos estamos destinados a amar, Black Hat quiere ser uno de ellos. Portada hecha por: https://www.facebook.com/Fx1977-686491724883734/