—¿Primera vez aquí? —El velludo pescador preguntó. Estaba claro por la forma en que saltaba con cada inesperado bache que no me había sentido muy cómodo en el bote desde que dejamos la costa atrás.
—Sí, —admití calmadamente, tratando de reprimir mentalmente los violentos ataques de náuseas que sacudían mi cuerpo.
La lancha rompió a través de las oscuras y calmadas aguas de la costa de Busan y roció espuma blanca a la izquierda y derecha como sábanas de inquietante neblina. No podía ver nada más que oscuridad al frente y la única señal que el mar se encontraba con el cielo en algún lugar frente a nosotros era el rocío de brillantes estrellas salpicando el lienzo índigo de arriba. Incluso la luna no proporcionaba mucho alivio a la envolvente noche, como si solo fuese una astilla que brillaba débilmente a nuestras espaldas.
El tosco rugido del motor y el silbido casual del pescador eran los únicos sonidos que pude oír y ambos me hicieron sentir inquieto e impaciente por alcanzar mi destino. Para alguien como yo, sin costumbre de viajar por agua, parecía como si hubiésemos estado fuera por horas, aunque dudaba que hubiese pasado más de media hora.
—¿Cuánto falta para que lleguemos? —Pregunté para distraerme, sujetando el borde del pequeño banco en el que estaba sentado, mis nudillos blancos por la tensión.
—No mucho. Veremos la isla en unos minutos, —él dijo. El hombre no parecía nada atontado, aunque lo desperté inesperadamente en mitad de la noche. Supuse que el grueso fajo de dinero en efectivo fue toda la persuasión que había necesitado para abandonar su acogedora cama y aceptar llevarme a Yeongdo-gu. —¿Qué le lleva allí?
El hombre, probablemente, estaba simplemente pasando el tiempo, preguntándome esto, pero me puso a la defensiva. Probablemente era de conocimiento común entre los pescadores y las personas que vivían en la costa que no había nada en Yeongdo-gu. La pequeña isla estaba deshabitada y aislada, con poco para ofrecer más que interminables pinares, colinas empinadas y algunas rocosas playas.
—Investigación, —mentí, —Soy un biólogo.
—¡Ja! —resopló el hombre. —La última vez que fui, era un niño pequeño y, a menos que estés interesado en tener tu trasero mordido por lobos, dudo que haya mucho más por ver.
—¿Lobos? —Pregunté tan indiferentemente como pude.
—Sí, es raro. No sé cómo llegaron allí, pero es una de las razones por las que la gente se mantiene alejada de esa roca. No es exactamente tu lugar perfecto para acampar. Diría que permanezca en las playas y siempre tenga un arma a la mano.
—Lo tendré en mente, —dije cortésmente.
Palmeé la pequeña mochila que colgaba en mi pecho. No había una pistola ahí, pero, sin embargo contenía lo único que necesitaba para estar seguro en la isla. Mi documentación falsa.
Me di cuenta que el hombre me miraba con una pequeña sonrisa divertida y esperaba que él hubiese comprado mi historia. No estaba en mis planes tener que explicarme ante los extraños.
—Ustedes, científicos, son extraños, —dijo finalmente y soltó una afable risa.
Otra invisible ola envió la punta del bote al aire y me deslice a lo largo del ya húmedo banco. Pude sentir la sangre drenando mi rostro, pero permanecí estable y limpié las gotas saladas que aterrizaron en mi nariz y frente. Odié el agua. No podía esperar para ya poner mis pies en tierra firme.
Había estado viajando por días y este era el tramo final, así que tendría que endurecerme por algunos minutos más. La verdad era, que ésta era la parte fácil. Una vez que llegase a la isla el peligro real comenzaría. Era un shifter lobo en una misión y aunque solo estaría entre compañeros lobos, no habría nada fácil o seguro en mi llegada a Yeongdo-gu.
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Bebé accidental (Kookmin) PAUSADA
FanfictionLa manada de Jimin está apunto de desaparecer y la única manera de solucionarlo es robando bebés por ello se infiltra en la manada de Jungkook como niñera a pesar de no saber nada de bebés. Jungkook en cuanto ve a Jimin sabe que este es su compañero...