V

197 7 0
                                    

Me incliné sobre la tranquila y brillante superficie de un pequeño lago y bajé mi desnudo brazo hacia el agua. Le di a mi tríceps una pequeña sacudida y fue horrible de observar la pequeña porción de gordura agitarse. Siempre había sido si no flaco entonces esbelto y firme, y ahora, a un mes desde que descubrí que estaba embarazado, estaba ganando peso más rápido de lo que podía tolerar.

Retiré mi brazo antes que Jungkook, quien estaba llenando con agua dos galoneras plásticas un poco más arriba en la orilla, pudiese verme. Él habría pensado que yo era superficial o diría lo de costumbre —Te ves fantástico, — lo cual no ayudaba mucho a mi confianza. Sabía que él solo estaba diciéndolo para hacerme sentir mejor y porque por alguna razón ahora tenía una visión de mí completamente sesgada. Lo había atrapado mirándome amorosamente y sabía que él no miraba ninguna gordura o dedos y tobillos hinchados o el intrincado mapa de venas que entrecruzaban mi piel. Todo lo que él veía era mi compacto y protuberante vientre y ya parecía estar imaginando a su hijo, sonriendo todo el día ante la feliz imagen.

Me recosté sobre la exuberante hierba en el borde del lago y vi como mi Alfa ataba el cordón de una improvisada caña de pescar a un pequeño anzuelo que había formado de una oxidada uña. Estaba determinado a atraparme un poco de pescado para comer, porque había escuchado que tenía todos los buenos nutrientes para un bebé sano en crecimiento. No tenía idea.

De alguna forma parecía que estaba tomando mi embarazo mucho más fácilmente de lo que yo podía manejarme. No era solo el hecho de él no tuviese que pasar por las diversas molestias y dolores, las noches sin dormir y los constantes viajes al baño, sino que él estaba psicológicamente más preparado para ser padre. Yo, por otro lado, nunca había siquiera esperado que podría quedar embarazado, así que todavía estaba lidiando con la impresión y las sorpresas diarias de mi cuerpo cambiando. Después de una vida de vivir entre los Black Rigdebacks, donde nadie concebía, la posibilidad de un embarazo se había convertido en sólo algo teórico para mí. 

Jungkook, por otro lado, parecía estar siguiendo alguna especie de manual del perfecto papi. Para comenzar, siempre hacía las preguntas correctas o decía las cosas correctas. —¿El dolor es apagado? ¿Sientes una opresión? ¿O es corto y punzante? —Cuando me agarré la parte baja del vientre con un jadeo. —¡Aléjate de ellos! No son seguros para ti, —cuando tuve el repentino antojo de un hongo silvestre. —¿Bebiste suficiente agua hoy? ¿Cómo está tu coxis? Deberías tratar de dormir de lado, eso aliviará el malestar. —Casi parecía como si él hubiese pasado por todo esto antes, pero cuando le pregunté cómo sabía tanto, dijo que en la comunidad cerrada de Yeongdo-gu cuando alguien estaba embarazado, siempre se sentía como si todos ellos lo estuviesen.

Jungkook agregó un gusano y una mosca al final del gancho y balanceó la caña de pescar sobre su cabeza, lanzando el gacho y el pequeño peso en el lago. Claramente se estaba divirtiendo. Él había estado en eso por casi una hora y no se estaba impacientando con la falta de resultados o el cordón rompiéndose constantemente. Retrocedí lentamente y me recosté apoyado en los codos, disfrutando del sol y la espléndida vista de las montañas.

Esto era perfecto. Aunque cada movimiento que hacía era acompañado por un sinfín de jadeos y suspiros, finalmente estaba en paz. Al fin nos habíamos establecido después de semanas de estar en movimiento solo deteniéndonos en oscuros moteles o acampando cuando no alcanzábamos un pueblo al caer la noche. Encontrar el abandonado cobertizo en los bosques, a un par de millas de Bukbu-ri, un pequeño pueblo con cerca de cuatro mil personas, fue en el momento perfecto. Me había vuelto demasiado grande y pesado como para fácilmente seguir con los agotadores viajes diarios y habíamos decidido establecernos aquí, al menos hasta que llegase el bebé.

Los bebés shifter no eran como los humanos... ellos crecían mucho más rápido y los embarazos eran mucho más cortos. Ambas cosas eran una bendición y una maldición. Yo tenía los típicos síntomas a pasos acelerados y aunque parecía que todas las molestias habían sido lanzadas sobre mí de un solo golpe, al menos durarían menos tiempo. Eso, definitivamente, era mejor que los nueve meses humanos; sin embargo, la única cosa que les envidiaba era el tiempo que tenían para acostumbrarse a la idea de tener un bebé y tener todas sus vidas girando alrededor.

Bebé accidental (Kookmin) PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora