•Capítulo 4•

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Como sospeché desde un principio la nota sí era del acosador.

"No le digas acosador"
"Entonces ¿cómo pretendes que le diga? Para empezar no sé su nombre y para continuar sólo un acosador deja notas como estas"
"Primero que todo le puedes decir D, y segundo, no necesariamente es un acosador, puede ser también un admirador secreto"
"¡Macaria! ¡Es lo mismo!"
"Para mí no"
"¿Cómo me vas a decir que para ti no, si somos la misma persona?"
"A para que veas 😝"
"¡Ay ya! Me cansé de pelear contigo o conmigo o lo que sea"
"Ash ya me confundí"

Decidí dejar de lado mi pelea con Macaria y arrugué la nota hasta formar una pequeña bolita amarilla, la arrojé a mi casillero y cerré el mismo con más fuerza de la necesaria.

Le escribí a las chicas para avisarles que ya había terminado, así podríamos decidir si salir hoy u otro día, de todas formas, cada una tenía su actividad después de clases, pero no todas tuvieron que estar hoy en las audiciones u admisiones de los equipos deportivos y demás grupos extra clases que hay.

Como tampoco estoy tan loca como para ir chateando a mitad de la calle y mucho menos si voy en la patineta, al llegar a casa puedo ver que ya tenía respuesta de mis amigas, pero resulta ser una negativa de parte de todas ya que al ser tan tarde ya todas están en sus casas ayudando en los preparativos de la cena, lo cual me doy cuenta que debo hacer yo también porque esa fue mi bienvenida a mi dulce, dulce hogar.

—¡Oh, Alex! Qué bueno que llegas querida, justo a tiempo para ayudarme con la cena —dice mamá con más entusiasmo de lo normal.

*Hola mamá, claro, pero déjame llevo esto a mi cuarto y bajo para ayudarte.

—Está bien hija, pero no demores mucho, ¿sí?, hay muchas cosas por hacer y ya vamos retrasadas...

No estoy segura de si me haya dicho algo más pues me hablaba mientras subía las escaleras al segundo piso. Entro en mi habitación descargo el maletín deportivo que está algo pesado por culpa de la toalla mojada, me quito los zapatos y me pongo un calzado más cómodo, saco la toalla y la dejo en la sala del lavabo antes de que se me olvide y todo en el bolso comience a oler maluco por culpa de la humedad.

Bajo al primer piso y encuentro a mi madre y a la cocina hecha un desastre. Todo regado por todas partes, todo a medio hacer, un par de patatas a medio pelar, un bol con una mezcla a medio hacer, un caos total.

*¿¡Mami!?

—Ay hija, menos mal que llegas.

*¿Qué sucede aquí?

—Hoy viene tu abuela.

*¿En serio?

—Sí —dice algo nerviosa.

*Ay mamá —le dije con una mezcla de diversión y compasión.

La abuela Pettyfer es la madre de mi papá y no es que sea de esas suegras fastidiosas que odian a la esposa de su hijo porque le robó a su bebé, en realidad mi mamá y mi abuela se llevan muy bien, pero el problema es que la abuela fue chef en su juventud, hasta que se casó con mi abuelo y ella decidió dejar de trabajar mientras cuidaba a mi papá y a mis tíos y a la final no lo volvió a retomar de manera profesional, sólo cocinaba en ocasiones para eventos y esa clase de cosas, pero igualmente siempre es ella la que cocina en las fiestas y por eso mamá está tan nerviosa, porque no le gusta decepcionarla con la comida.

*¿Sabes qué? Yo terminaré de cocinar, y tú mientas ve y tómate un té de valeriana para que estés más calmada cuando la abuela llegue.

En realidad, mi mamá también cocina delicioso como la abuela y a mamá le encanta poderla impresionar, pero es que a veces se poner muy nerviosa por poder lograrlo.

Hi, AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora